La colaboración

Un aporte al enfoque de Crónica Banana City,

en construcción por el Camarada Luis E. Villegas

En la ciudad quien trabaja por cuenta de otro no puede vivir con su salario. Ni los empleos que en antaño dieron estatus hoy garantizan un salario que permita a una familia acceder una existencia digna como reza nuestra carta magna. ¿Qué queda?, hacer algo. Ese algo está en el comercio. Así pues, en la ciudad miles de asalariados también hoy son comerciantes.

Este relato no es sobre ellos, es sobre cosas que le pasan y hablan de nuestro país. Digamos que es una mirada por un huequito de lo que somos.

Son dos y comercian ajos. Cada inicio de semana parte en un recorrido que busca dejar la mayor cantidad y si es posible a buen precio. La ruta se hace en un casi viejo carro. Libreta, bascula, sacos y ajos en mano son los necesarios para salir a primera hora. Ya no se puede llegar temprano a la oficina, pues unas horas permite generar el ingreso de mas de dos meses. Tampoco ahora se es tan estricto con la puntualidad.

En la medida que la mañana se consume, el calor es mas abrazador. Solo queda imaginar que puede ser peor para tener un poco más de actitud y transitar por el asfalto caliente. En la tercera entrega uno baja, confirma el pedido y regresa para llevar la mercancía. Todo parece llevar su curso normal hasta que se estaciona al lado una patrulla policial marca Hyundai impecablemente limpia y de ella descienden cuatro funcionarios apresurados en traje de campaña. Rasgan el bullicio matutino con un "Buenos días ciudadanos, ¿Qué es lo que transporta en el vehículo?". Solo el saludo tiene sentido, puesto que la respuesta a la pregunta ya la tienen, sino que justifica su presencia. Para llover sobre mi mojado entonces el otro responde: ajos. El segundo de la comisión pregunta: ¿Tiene la guía para transportar el producto?, esto es muy delicado… No se requiere guía si son menos de cien kilos, responde serenamente el otro. Sus documentos y los de vehículo inquiere el de mayor rango de la comisión. Los recibe y se vuelve a la patrulla y mediante su radio solicita información, al regresar informa que no es posible verificar, porque el Cipol no está disponible. El otro pregunta ¿Cuál es el problema? A lo que el más joven responde rápidamente: ¡lleva contrabando! ¿Contrabando no es cuando se extrae o se ingresa algo del país de manera ilegal? contrapuntea el otro, ya rompiéndose la paciencia. Va a tener que acompañarnos al comando interrumpió el jefe de la comisión.

El recorrido al comando fue corto, siempre detrás de la patrulla. Ya la ruta se había comprometido y el resultado en este momento era poco previsible. Los minutos de camino, permitieron que los dos vieran varios escenarios.

En el comando se siguió con la deliberación. Los dos interrogaban a los funcionarios sobre el ilícito. Los funcionarios evadían responder directamente. No era contrabando, no era falta de guía, no era factura, era el rebusque de los dos, pero eso no esta tipificado como delito en ley alguna. El otro saco un carnet con una cinta roja y le indico que era funcionario del ministerio y que había que buscar como llevar a la casa lo que el salario no cubría. Los funcionarios cambiaron de tónica y les confiaron que estaban igual, ellos no solo debían buscar lo que el salario no alcanza, además tenían que mantener bien la patrulla. Apuntaron su dedo al vehículo policial y explicaron que hace dos semanas habían tenido que hacerles el cambio de aceite, también que tuvieron un pequeño choque y que la reparación también había sido costa de sus bolsillos. Son ordenes comandante, sostuvieron finalmente y resignados.

A estas alturas que importaba si había delito o no. El que no había hablado de los cuatro interrumpió diciendo: bueno hermano, vamos a hacerla fácil, ¿cómo podemos hacer?, decomisar esta mercancía no le conviene a nadie, y a nosotros nos mete a hacer un "papeleo". "Aja, díganme ustedes…" intervino el otro. "Bueno, con que nos pueden colaborar ustedes", dijo el jefe. "Dinero, no tenemos," aporto el otro, "solo les puedo dar ajos" complemento. Déjame hablar con el comandante fue la reacción del jefe, no sin antes precisar: "pero, dime ¿cuántos kilos?". La respuesta no le gusto y pidió mejorar "la colaboración", pues no somos pocos, además esa cantidad puede ofender al comandante y obligarnos a hacer el "papeleo". Aquí la ventaja esta en rodar por el asfalto y solucionar rápido.

De los dos quien habla menos en este relato, recordaba las palabras de Soraya El Alkar a Chávez en la inauguración la Universidad para los funcionarios y funcionaria. Le llegaban recuerdos que quienes trabajaron en la fundación y trabajaban para lograr en nuevo modelo policial.

Mientras el comandante era informado, lo que quedaron aconsejaron a los dos: siempre es mejor contar con un funcionario amigo, nosotros escoltamos a mucha gente, ustedes nos llaman y prestamos el apoyo. Así nadie los molesta y están seguros. Al regreso el jefe trasmitió que el comandante estaba de acuerdo y todos satisfechos por hacer las cosas sencillas. Los dos resignados pesaron los ajos y como no había bolsas, uno de los funcionarios saco de la Hyundai un morral escolar tricolor, que fungió como receptor de la colaboración, que una vez recibida libero a todos.

Casi al unísono salieron a seguirse buscando la vida. Solo una de las partes esperaba un nuevo encuentro. Uno de los dos miró el reloj y tomó conciencia que no había transcurrido más de una hora.



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Jesús Alberto Rondón

Sociólogo. Se desempeña como Facilitador en el Inpsasel, ha sido electo Delegado de Prevención (2011-2013 y 2013-2015) y es Vice-Presidente del Consejo de Vigilancia de la Caja de Ahorros de los Trabajadores y Trabajadoras del Inpsasel (2.011).

 jesusalbertorondon@gmail.com      @JesusRondonVen

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