En una revolución socialista mientras haya una sola persona pasando hambre yo no como. Los líderes deben dar el ejemplo de sacrificio. En la guerra el último en comer es el líder, ¡bien! ¿Esto no es una guerra económica contra el pueblo?
El asunto de los zapatos de Jorge no es una necedad; ellos, en sus pies, están en el fondo del problema, sostienen el carapacho del gobierno. Cualquiera, en este país, si quiere y si tiene con qué, puede comprarse unos zapatos de 700 dólares, pero hay quienes lo tienen prohibido, y estos son los que hacen de líderes de la revolución y sostienen un discurso semi socialista de justicia e igualdad: ¡Bonito ejemplo bonita muestra de "consistencia ideológica" le enseñan a la gente! ¡De moral socialista… de sacrificio! Ahora cuando nadie tiene ni siquiera bolívares para comprar medicinas por fuera nos restriegan en la cara que ellos sí pueden comprar lo que sea, ¡cuando todos los venezolanos pasamos trabajo con la inflación a causa de los dólares caros y de los dólares baratos!, ¡cuando no hay dólares baratos para los enfermos crónicos! (Los que lo tienen lo usan para viajar fuera del país, otros para especular y otros para comprarse zapatos de marca originales…)
Todos aquel que tienen dólares tienen derecho a hacer con ellos lo que les de su perrísima gana, ¡menos Jorge Rodríguez, Coño! ¡Él debería ser modelo de austeridad en un país donde la mayoría padecemos de las necesidades más elementales! Y si Jorge Rodríguez no es revolucionario ni socialista, qué lo diga, que confiese sus apetencias burguesas y su desprecio por la igualdad, por lo menos en la distribución de la riqueza; uno no se sentiría tan mal sabiendo eso.
Y a los tontos que piensan que detrás de estas críticas solo hay resentimiento, le comunicamos que, ante todo, las revoluciones sociales están cargadas de resentimientos sociales, eso es inevitable, los pobres deseamos, soñamos con tener la vida de los ricos, la envidiamos, la codiciamos. Los más conscientes sabemos que debemos superar tales apetencias y banalidades, sin embargo mucho esfuerzo hace uno con no personalizar nuestros ataques contra el sistema y sus valores y no mostrar nuestro resentimiento, sobre todo en contra de estas injusticias (estas contradicciones) de capitalismo. Si no tengo con qué comer todos los días y con qué alimentar bien a mis hijos ¿No me voy a resentir de un pendejo que ostenta en Instagram o en Facebook de tener una familia Gerber, feliz, almorzando carnes jugosas, hermosas ensaladas, vinos, bebiendo cervezas, cestos repletos de frutas? Lo más probable es que yo quisiera tener esa familia, y eso me resiente. Lo mismo pasa con los zapatos de Jorge, con sus zapatos Valentino y su diván Le Corbusier (una copia (eso espero) pero Le Corbusier al fin). Algunas cualidades deben tener estos objetos que merecen ser tenidos y usados, y que Jorge nos las debería comunicar a todos, y así apreciaríamos su empeño por ellas y desistiríamos en malhumorarnos tanto.
¿Por qué Jorge tiene dólares y yo no? ¿Acaso los ahorró de sus últimos viáticos? ¿Se los regaló Delcy? ¿Cobra en dólares a sus pacientes? ¿Qué pasa que el gobierno no se acaba definitivamente con el "dólar barato", los agentes cambiarios, los privilegios para tener dólares? Esta es la sociedad que tenemos ahora: de ostentosos y resentidos, y que Jorge alimenta con su impúdica pompa de "poder", o sea, poder comprar caro, y en dólares.
Ninguno de ellos (ministros, alcaldes chavistas, diputados chavistas, gobernadores, poder público, poder moral, en fin todo aquel que gobierna en nombre de Chávez y del socialismo) debería tener encima más de lo necesario para hacer su trabajo, de eso se trata este asunto. Pero siempre es al contrario, tienen encima todo lo que adornaría a un tipo de clase, de un supuesto buen gusto, que puede darse esas complacencias costosas (y tú no puedes), que puede alardear de lo costoso que está el Carolina Herrera for Men, o el kilo de langostinos, o una habitación en la Romana (si es que ahí hay hoteles, no lo sé) o en Cancún… sin hablar de la putas.
Como dije antes, este asunto está a la base del problema que tenemos actualmente: la falta de consciencia, la ausencia de una conducta ideológica socialista, de una moral socialista, de consciencia de clases, por lo menos de mesura. Cuando menos lo esperas, salen en televisión Aristóbulo o Nicolás Maduro hablando de consciencia de clases, pero lo acostumbrado es verlos encorbatados, confundidos con empresarios, aburguesados, indiferenciados en la muchedumbre de los "inversionistas" capitalistas. En la base de todo está esa mala consciencia pequeñoburguesa, ese tener la mirada siempre puesta hacia lo alto, que no les permite ver ni defender al hambriento o comprometerse definitivamente con los más necesitados.
Tú no tiene dólares porque no los puedes comprar, porque no te alcanza con tu sueldito, comprar ni siquiera un "Petro" (si es que existen todavía). Pero ¿Por qué cualquier burócrata, medianamente importante, paga en dólares, ahorra en dólares, se los roban sus sirvientes de sus casas… o compran zapatos, perfumes, cámaras, teléfonos, relojes, cochecitos, vinos, resorts? ¿Para quién es ese socialismo en lo social y esa democracia "participativa"…, para ellos…, es entre ellos? De eso se trata el asunto, por eso no salimos de este despeñadero, porque el gobierno, simplemente, NO QUIERE perder sus privilegios.
Su mala consciencia los lleva a no querer cambiar las cosas, encantados, como cochinos, comiendo pupú.