Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza" (IX)

Y continúa nuestro paisano Simón Bolívar, el Libertador, desarrollando su inestimable Discurso de Angostura. "Nosotros, ni aun conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo. No somos Europeos ni somos Indios, somos una especie media entre los Aborígenes y los Españoles, Americanos por nacimiento y Europeos por derecho, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión, y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado. Todavía hay más, nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos en tanta más dificultad para alcanzar la Libertad, cuanto que estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre. Permítaseme explicar esta paradoja: En el régimen absoluto. el Poder autorizado no admite límites, la voluntad del déspota es la Ley Suprema ejecutada arbitrariamente por los subalternos que participan de la opresión organizada en razón de la autoridad de que gozan. Ellos están encargados de las funciones civiles, políticas, militares y religiosas, por el contrario, la América todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa, no permitiéndonos sus funciones en nuestros asuntos domésticos y administración interior.

Esta abnegación nos había puesto en la imposibilidad de conocer el curso de los negocios públicos, tampoco gozábamos de la consideración personal que inspira el brillo del Poder a los ojos de la multitud y que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez, estábamos abstraídos, ausentes, del universo en cuanto era relativo a la ciencia del gobierno. Uncido el pueblo americano con el triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiados, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado, más que por la fuerza y por el vicio se nos ha degradado, más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas. Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción, la ambición y la intriga abusan de la credulidad, y la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil adoptan como realidades las que no son sino puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia.

Semejante a un robusto ciego, que instigado por el sentimiento de sus fuerzas marcha con la seguridad del hombre más perspicaz; y dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos. Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla, porque en vano, las luces de la experiencia se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud; que el imperio de la Leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres y no la fuerza son las columnas de la Leyes; que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la Libertad. Así, Legisladores, vuestra empresa es tanto más ímproba cuanto que tenéis que constituir a hombres pervertidos por las ilusiones del error y por incentivos nocivos. Vuestra obra, por imperfecta que sea, sin duda será superior a todas las fuerzas humanas. La Libertad, dice Rousseau, es un alimento suculento pero de difícil digestión. Nuestros débiles conciudadanos tendrán que robustecer su espíritu, mucho antes que logren digerir el saludable nutritivo de la Libertad.



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José M. Ameliach N.


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