¡Hasta aquí es donde puede la izquierda venezolana!, nos preguntamos los socialistas ¿El aliento revolucionario de los herederos de la Liga Socialista, del MAS, del PCV, del PRV, de BR, PPT, MIR, llega hasta este punto de no saber qué hacer con el poder? ¿Para eso querían gobernar, para espantarse con el cuero del tigre? Inclusive ahora la población desengañada está tranquila, ha "resistido la prueba"; diría Maduro, "ha demostrado su naturaleza pacífica", pero no porque se haya tragado el cuento de que "se ha hecho todo lo posible", el país está a punto de estallar.
Los chavistas, es decir, los que conocimos y estuvimos con Chávez hasta su muerte, sabemos que para el socialismo falta recorrer un largo trecho, pero no sobre las ruinas del capitalismo sino barriendo el capitalismo, demoliéndolo todo. Los socialistas sabemos que el socialismo se hace al tiempo que se va desmantelando al capitalismo, en un solo movimiento; que el socialismo no se construye "con las armas melladas del capitalismo", como dijo Che Guevara.
La población confundida, los más jóvenes, quienes están desengañados de las promesas inservibles del gobierno, se preguntan "¿Esto es el socialismo, esto es todo? ¿Esto es lo que prometió Chávez?" y teniendo como punto de comparación el Instagram, Facebook, el mundo maravilloso de la farándula, el "buen vivir" de la farándula, el "modelo político" de la farándula, el modelo ético de los "emprendedores" de la farándula, la vida de ricos y famosos, será muy fácil convencerlos de sustituir todos los cambios hechos por Chávez por las fórmulas muy populares venidas del "país de la farándula", del FMI y del Departamento de Estado y sus agencias, que ahora fungen como "el pensamiento verdaderamente rebelde", como si ellos, los héroes de juegos de videos y películas, los ciberasesinos son los verdaderos revolucionarios.
Pero en el medio de estas dos colecciones de mentes se encuentra una mayoría desencantada de todo y de todos, que puede alimentar a cualquier "régimen de fuerza" comandado hasta por sargento de la policía municipal, siempre y cuando actúe, sea efectivo y cruel. A esta opinión compartida por la mayoría de la gente desesperada, atontada por la necesidad y la desesperanza, se le pueden sumar los dos extremos anteriores en un desenfreno por ver que la situación del país cambie, y ahí sí que los socialistas lo perderíamos todo, a menos que comencemos a distinguir bien los intereses y los bandos en pugna, y desmarcarnos del fascismo y de la "izquierda", del capitalismo y del reformismo.
Por un lado está esa "izquierda", esa cosa rara que conforma la dirigencia del gobierno, avergonzada de ser socialistas: Los Pedro Carreño y Calixto Ortega mezclados con Delcy Rodríguez y Jorge Arreaza, con un poco de Menéndez, Maduro, Aristóbulo Isturiz, Jesús Farías y el "misterioso" Diosdado, eso que llaman la "izquierda", hasta ahora incapaz de seguir hacia adelante con el Plan de la Patria de Chávez original o con ningún otro cambio político y económico socialista, que sea claro, contundente, de forma radical. Bien. A esta Izquierda se le suma la derecha, y tenemos los dos brazos de la "reacción capitalista": uno para engatusar a las masas con un falso socialismo, con reformas impalpables y el otro para engatusar a las masas con el capitalismo.
La derecha promete lo de siempre: "sálvate tú y olvídate del resto de la población", y sobre esta premisa (sobre estos valores) salta a competir cada individuo con el otro, en una guerra de "todos contra todos" (muy de moda en televisión y en la calle) para "alcanzar el éxito –diría el Che, sobre el fracaso del resto de la sociedad". Esta solución promete el retornelo del perro que se muerde la cola; cuántas mujeres y hombres prostituidos y muertos en el "extranjero capitalista" buscando el éxito, cuánto desengaño en la "tierra de las oportunidades", y todo motivado por una ilusión; un solo pendejo entre cientos de miles de los que se embarcan en ese tren de la muerte y la vuelta al fracaso (y esto no es de ahora, esto ha sido así siempre), uno solo logra el cometido, y cuando lo logra, siempre se muere como todo; al final de su existencia se desengaña de la insignificancia de su anhelado premio.
Si no se salva la sociedad (si no trasciende la humanidad) no se salva el individuo, la soluciones individuales son una quimera, somos seres sociales y como sociedad será nuestro verdadero final, por más que ya estén a la venta los pasajes para Marte, la verdadera salvación individual siempre será social, como especie; a través de una revolución social, en su obra (en la clarividencia del artista y su obra), siempre es social.
Este pensamiento mortifica a la gente de "izquierda" (de corazón pequeñoburgués), el tener que renunciar a sus quimeras personales por la revolución social. En ellos gobierna ese mundo que no acaba de morir y que hace vida en nuestro interior; habrá otros, los que deseamos alumbrar hacia una nueva vida. Pero no somos de izquierda ni de derecha, somos socialistas, o queremos ser socialistas, queremos renacer con la revolución socialista.
La revolución es como el empeño de Ulises por regresar a Ítaca, aunado el destino que le depararon los dioses: el de acumular sabiduría y experiencia. Nos nutrimos de conocimientos y sabiduría en la acción revolucionaria, pero avanzado, siempre con la mirada puesta en la Patria socialista, sin atajos, sin desvíos, así visitemos el infierno (Qué hubiera sido del joven Ulises si toma la ruta más corta; sería como Maduro, un pedante, un niño malcriado y soberbio, un desconocido). Las quimeras individuales, cuando se alcanzan sin pensar en el entorno de la vida, nos desengañan duramente, como Midas, el Rey que quiso tanto el oro que equivocó sus más íntimos deseos y pidió por encimo de todo tener oro…, y después de convertirlo todo en él se dio cuenta que no servía de nada; sin la vida, sin la naturaleza y sin los otros seres humanos vivos, el oro fue su desgracia (nadie come oro).
Pero, sin llegar a los extremos, el oro sin un referente humano y vital que le de su valor es una carga inútil; esta quimera del oro es la que motiva en el fondo a la izquierda, por eso se cansa tan rápido y busca atajos capitalistas al socialismo, como si se pudiera comprar con una quimera otra quimera, hacer una revolución sin creer en ella, sin trabajo, sin consciencia social, y sin el esfuerzo espiritual y material de todos, sin fe en la humanidad.