Amaranta Rojas refiriéndose a Aristóbulo Isturiz inaugurando la casa de la alimentación número 3000 dice con toda razón "Un maestro y un revolucionario no habría incurrido en el error de aparecer inaugurando una casa más para matarle el hambre a unos niños. Un maestro y un revolucionario no puede ir por el país recogiendo niños para matarles el hambre, porque para un maestro y par un revolucionario, esos niños debían de estar en la escuela con un comedor."
Creo que Amaranta toca el punto donde se refractó la luz de la revolución: qué entiende este gobierno por "acabar con la pobreza". Algunos con sarcasmo dirían que acabar con la pobreza para el gobierno es matarnos de hambre, pero eso ya vendrá, cuando se instale de nuevo la cuarta república de tránsito a la cruenta dictadura fascista.
Para resumir la idea, Maduro ha venido gradualmente usando todas las soluciones temporales para paliar la crisis como si fueran propósitos definitivos de la revolución: los clap, los bonos, ahora las "casas de alimentación". Los tres mecanismos formarían parte de un servicio social de beneficencia pública en países capitalistas con niveles considerables de pobreza. La población de un país como Venezuela, cargado de recursos naturales, petróleo, gas natural, ríos grandes y caudalosos, tierras cultivables, la costa caribeña más extensa de América no debería vivir con ayudas de beneficencia, y mucho menos tendría la necesidad de institucionalizar esos "programas sociales", propios de países con grande fisuras sociales, como si eso fuera una conquista socialista, como si Chávez se embarcó en una revolución y se inmoló por ella, para alcanzar esta vergüenza, un país de pacientes desvalidos; es decepcionante.
La excusa de Aristóbulo, de Maduro y de todos ellos es que son medidas que se toman en razón a los efectos producidos por el "bloqueo financiero" y la "guerra económica", o sea que mientras haya una "guerra económica", habrá clap, "casas de alimentación" y bonos; si le preguntamos a cualquiera de ellos lo más seguro es que dirán eso. Sin embargo (como si los traicionara el inconsciente), quieren hacer de todas estas ayudas, que tienen todo el aspecto y la forma de ser programas de contingencias, leyes "constitucionales", "grandes misiones", en fin fórmulas definitivas; hacerlos ver como "logros" de la revolución, lo que resultaría una franca contradicción, si se hacen para compensar los efectos de la "guerra económica": la "Guerra económica", según como la toma el gobierno, se da como un fenómeno también "pasajero", o eventual, una "guerra puntual" en contra del gobierno de Maduro, no es el estado natural de perenne enfrentamiento que vive el capitalismo en contra de toda la sociedad, sino una caso excepcional… pero, ¿contradecirse? ¡Qué es eso pa ellos!
Si rebobinamos hasta los años de la revolución, es decir, antes de la muerte de Chávez, nos daremos cuenta que la idea de pobreza que manejaba el comandante era mucho más amplia que la pobreza puramente material. La pobreza es fundamentalmente un estado espiritual, es ignorancia, incivilidad, es no saber y poder vivir bien. Así como lo da a entender Amaranta Rojas, erradicar la pobreza en socialismo empieza por diseñar y construir escuelas avanzadas y adecuadas para el estudio y el aprendizaje efectivos, porque el estudio, el conocimiento es la base del desarrollo individual y social. Entre esas "novedades" que crea el socialismo en un país de muchos pobres está la alimentación adecuada de los niños pero al tiempo en que están estudiando, mediantes los comedores escolares con nutricionistas expertos. Y por supuesto la alimentación de sus familias. Pero solucionar estas dos cosas, estudio y alimentación, son dos objetivos de primer orden para los cambios socialistas. El Estado en vez de asistir a los niños hambrientos de la calle, debe pensar en integrarlos a la sociedad, en escolarizarlos, en su salud, en sus condiciones de vida, y para ello debe construir no solo viviendas, también escuelas y hospitales, estimular sus usos, y para construir escuelas y hospitales y darles uso debe organizar toda la sociedad, planificar la sociedad, de eso se trata el socialismo, de planificar y educar.
Lo mismo pasa con la alimentación, para alimentar a todas las familias adecuadamente se debe organizar la sociedad, para producir se debe organizar la sociedad y usar todos los recursos posibles con ese fin, porque educación, salud y alimentación está detrás de la erradicación de la pobreza. Si estamos sanos, nos educamos y nos alimentamos podemos producir más y mejor, podemos pensar, formar profesionales, desde médicos hasta inventores, pero unidos, como sociedad y para la sociedad en su conjunto. El socialismo es cambiar ese orden social discriminador que impide que todos tengamos las mismas oportunidades sociales de crecer y desarrollarnos como individuos. Así lo concibe Chávez en su Plan de la Paria, el desarrollo integral de la sociedad, la ejecución de distintas tareas a la vez concebidas para ese fin, entretejidas, interconectadas.
El gobierno de Maduro acabó con eso y decidió delegarle al capitalismo (y a la suerte) el destino del socialismo (¡tamaña contradicción!). Repartió y confió todos nuestros recursos a ladrones conocidos, reconocidos por el mismo Chávez, quién advirtió, más de una vez, a sus ministros para que no se siguiera perdiendo el dinero, nuestras reservas en divisas, en manos de estafadores.
Maduro, en vez de corregir el método de "delegar a los privados" nuestra responsabilidad de producir todo lo necesario, además de planificar y construir un país distinto, hizo todo lo contrario, estimuló la ambición de los capitalistas dándole cantidades descomunales de dinero en dólares, como si se tratara de Lusinchi o Caldera, que se perdieron en cuentas y negocios particulares y que de alguna manera financiaron la misma conspiración en su contra y en contra de la sociedad (es bueno que se sepa que Estados Unido casi siempre financia las conspiraciones con dinero ajeno, obtenido de actividades ilícitas), dejó a la suerte de la codicia capitalista la organización de la sociedad socialista, y por supuesto, ¡aquí están los resultados!: hoy padecemos los efectos de una sociedad fraccionada, todo el mundo de su cuenta rebuscándose la manera de sobrevivir, los niños resolviendo en la calle lo que los padres no pueden en la casa, una deserción escolar abismal que los ha llevado de nuevo a la calle, contradiciendo este hecho innegable las mentiras de Jaua; los mercachifles y banqueros haciéndose cada vez más ricos a costa del hambre y el mal vivir de todo un pueblo y con la anuencia del Estado, ese "dejar hacer" que ellos siempre han querido. Lo que nunca hubo hecho Chávez lo hizo Maduro.
Además de tener ahora una sociedad fraccionada que antes, tenemos un gobierno también fraccionado, lleno de aprovechadores ¿Qué tan fatídica es esa "guerra económica" que no podemos ahorrar (en publicidad, gubernamental, por ejemplo), en suntuosidades, en fiestas, rarezas mientras la gente come basura, que no podemos administrar ni una bodega sin que se lo roben todo, administrar los pocos recursos que nos quedan, que no podemos planificar, ni siquiera coordinar o prever lo más mínimo? ¿Qué tendrá esa "guerra económica" que además de idiotizar a nuestros dirigentes los hace indiferentes y pícaros?