La claridad del pensamiento de nuestro paisano Simón Bolívar, el Libertador, debe ser la guía para el mejoramiento moralizante del articulado de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que pronto ha de ser modificada para su mejoría, por favor sed brillantes y justos cuando aprobéis la nueva Constitución. Iluminad con vuestra sapiencia lo que significa el guardar por la ciudadanía una buena conducta para el más alto beneficio de la patria, tomad como ejemplo la diferenciación que hace nuestro máximo líder entre lo que es educación y lo que es instrucción, allí significa Bolívar que la educación se puede enseñar hasta la adolescencia, pues en adelante es imposible, en cambio que la instrucción puede enseñarse hasta próximo al último suspiro del ser humano; he allí la sutil pero importante diferenciación entre dos cosa que parecen ser equivalentes. Legisladores, tratad de ser conciso pero diáfano cuando toque la oportunidad de votar el articulado de la nueva Constitución de Venezuela. Ahora bien, sigamos extasiándonos con la lectura de otro fragmento del Discurso de Angostura
"La jurisdicción de este tribunal, deberá ser efectiva con respecto a la educación y a la instrucción, pero en sus anales, o registros donde se consignan sus actas y deliberaciones, los principios morales y las acciones de los ciudadanos serán los libros de la virtud. Libros que consultará el pueblo para sus elecciones, los magistrados para sus resoluciones, y los jueces para sus juicios. Una institución semejante que más que parezca quimérica, es infinitamente más realizable que otras que algunos legisladores antiguos y modernos han establecido con menos utilidad para género humano. ¡Legisladores! Por el proyecto de Constitución que reverentemente someto a vuestra sabiduría, observaréis el espíritu que lo ha dictado. Al proponeros la división de los ciudadanos en activos y pasivos, he pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria, el trabajo y el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad se alcanza lo más difícil entre los hombres, hacerlos honrados y felices. Poniendo restricciones justas y prudentes en las asambleas primarias y electorales, ponemos el primer dique a la licencia popular, evitando la concurrencia tumultuaria y ciega que en todos tiempos han imprimido el desacierto en las elecciones y ha ligado, por consiguiente, el desacierto a los magistrados y a la marcha del gobierno, pues este acto primordial; es el acto generativo de la libertad o de la esclavitud de un pueblo. Aumentando en la balanza de los Poderes el peso del Congreso por el número de los legisladores y por la naturaleza del Senado, he procurado darle una base fija a este primer cuerpo de la nación y revestirlo de una consideración importantísima para el éxito de sus funciones soberanas, separando con límites bien señalados la jurisdicción ejecutiva, de la jurisdicción legislativa. No me he propuesto dividir sino enlazar con los vínculos de la armonía, que nace de la independencia, estas potestades supremas cuyo choque prolongado jamás ha dejado de aterrar a uno de los contendientes.
Cuando deseo atribuir al Ejecutivo una suma de facultades superior a la que antes gozaba, no he deseado autorizar un déspota para que tiranice la República, sino impedir que el despotismo deliberante no sea la causa inmediata de un círculo de vicisitudes despóticas en que alternativamente la anarquía sea reemplazada por la oligarquía y por la monocracia. Al pedir la estabilidad de los jueces, la creación de jurados y un nuevo código, he pedido al Congreso la garantía de la libertad civil, la más preciosa, la más justa, la más necesaria, en una palabra la única libertad; puesto que sin ella las demás son nulas. He pedido la corrección de los más lamentables abusos que sufre nuestra judicatura, por su origen vicioso de ese piélago de legislación española que semejante al tiempo recoge de todas las edades y de todos los hombres, así las obras de la demencia, como las del talento, así las producciones sensatas, como las extravagantes, así los monumentos del ingenio, como los del capricho. Esta enciclopedia judiciaria, monstruo de diez mil cabezas, que hasta ahora ha sido el azote de los pueblos españoles, es el suplicio más refinado que la cólera del cielo ha permitido descargar sobre este desdichado Imperio. Meditando sobre el modo efectivo de regenerar el carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos han dado, he sentido la audacia de inventar un Poder Moral, sacado del fondo de la oscura antigüedad, y de aquellas olvidadas leyes que mantuvieron, algún tiempo, la virtud entre los griegos y romanos. Bien puede ser tenido por un cándido delirio, mas no es imposible, y yo me lisonjeo que no desdeñaréis enteramente un pensamiento que mejorado por la experiencia y las luces; puede llegar a ser muy eficaz. Horrorizado de la divergencia que ha reinado y debe reinar entre nosotros por el espíritu sutil que caracteriza al Gobierno federativo, he sido arrastrado a rogaros para que adoptéis el centralismo y la reunión de todos los estados de Venezuela en una República; sola e indivisible. Esta medida, en mi opinión, urgente, vital, redentora, es de tal naturaleza; que sin ella el fruto de nuestra regeneración será la muerte"