Hay cosas que no entiendo. Por ejemplo por qué Gabriela Ramírez pone tanto empeño en acercarse a la oposición. Digo así y no en alejarse del gobierno, porque pareciera que lo que busca es lo primero y no es exactamente lo mismo. "La oposición", es una palabra que usamos en Venezuela para calificar a un espacio político específico contrario al gobierno y que también ahora se le llama "la derecha". Aunque hay otra oposición, no es nada difícil detectarla, sólo que parece preferir llamarse en actitud crítica y hasta muy crítica, y no de oposición para que no la confundan con aquella. Porque la falsa cultura que se ha instalado en Venezuela ha generado la idea de que todo aquél que no comulgue con el gobierno no sólo opositor e inevitablemente de derecha. Porque el gobierno es la izquierda
Gabriela Ramírez logra, no sé cómo ni por qué – no sé si al decir esto me meto en un berenjenal, pero para eso vivo y no me importa – que cualquiera de sus twists – y ahora recuerdo con afecto a Amaranta Rojas – aparezca entre las primeras noticias con titular grande y fotografía. No importa la simpleza que diga. Y de esas cosas que dice, todas están dirigidas, no a abrir un camino, rescatar lo que se puede de aquel bello intento de Chávez, sino a decir lo que pudiera decir porque le corresponde, es su manera de ser, lo que conviene o corresponde a la derecha de Venezuela. Opina como si fuese Julio Borges, Capriles o mejor, como dijo Amaranta Rojas, como queriendo ocupar el espacio que dejó libre en Venezuela Luisa Ortega Díaz. Pudiera ser porque es de derecha, siempre lo fue y no lo sabía o se pasó, como se decía antes con armas y bagaje. ¿De haber sido así como le llegó tan cerca a Chávez? Muy jovencita la hicieron altísima funcionaria de un gobierno de izquierda.Pero es un estilo distinto a aquel atropellador, espasmódico de Ismael García. Cada vez que escribe un twist, le abren espacio como si tuviese pertinencia. ¡Eso no lo entiendo! Pero sucede, porque la vida es una vaina, uno cree, espera una cosa y acontece otra.
La oposición no negó de manera categórica el magnicidio, pero tampoco lo condenó. Ella se dividió, unos optaron por llamarlo "presunto", otros pidieron el cadáver para estar seguros, los más lo pusieron en duda y el resto le calificó de montaje del gobierno. Porque si algo le encanta a la oposición venezolana es eso de dividirse; ante todo cada uno coge por su lado, nunca empujan en la misma dirección y entonces le echan la culpa a otro. Si en algo coinciden oposición, esa de Julio Borges y a la cual se esfuerza por acercarse Gabriela Ramírez, y el gobierno, es culpar al contrario de lo que hacen mal o dejan de hacer. Ejemplo, el gobierno lleva años sin hacer nada de lo que muchos reclaman, hacia un lado u otro en materia cambiaria, por lo que la economía naufraga y de eso culpa a la oposición y al gobierno de EEUU. No es que estos no le jodan y pongan toda clase de trabas e impedimentos, que si lo hacen, sino que él, el gobierno, se achanta, no hace nada, deja todo como viene y se limita a culpar a quien tiene la función de hundirle. Como que el portero culpe a la ofensiva contraria de meterle goles.
Gabriela Ramírez no habló de magnicidio, actuó como si eso no hubiese sucedido. Como si estuviese al lado del bando opositor de la derecha. ¿Lo está? Pero Jaime Bayly, quien no es un agente del comunismo, en Miami, indirectamente la desmintió cuando no sólo admitió la verdad del intento de magnicidio sino que dijo que había estado en una reunión donde eso se planificó. Por cierto confesó un delito y eso queda siempre en algún expediente. En la política norteamericana uno no puede asegurar con exactitud qué pasará mañana.
Pero la señora Ramírez está como buscando algo o tratando de expiar alguna o algunas culpas. Anda como aquel personaje del "Titanic", en el momento del ¡sálvese quien pueda!, se apodera de una niña que se le había extraviado a su madre que la buscaba desesperadamente, para que le dejasen abordar de primero en uno de los barcos salvavidas. Por eso, la Ramírez coloca twists, que aparecen entre las noticias destacadas. En uno de ellos pone en duda las declaraciones dadas por uno de los detenidos que mencionó o "tiró", como se decía en la jerga clandestina, a Juan Requesens. Se fundamentó en que el tipo no se ve golpeado y como muy tranquilo, ni siquiera asustado, hasta pausado, mientras que en otra oportunidad otro, en otro incidente, el declarante aparecía como golpeado, según ella. Casi acusó al tipo que delató al diputado como impostor. Imaginó la ex Defensora del Pueblo que, para "tirar" a alguien, todo detenido necesita que lo golpeen, lo que revela que poco sabe de esos menesteres. Pues claro nunca estuvo en eso, llegó al gobierno como una reina en un cuento de hadas.
Pero de nuevo Jaime Bayly, sin saber que la señora Ramírez está mandando sus twist, la desmiente, al asegurar que Requesens si participó en lo de diligenciar la entrada del tipo que lo mencionó, sólo que no sabía que éste traía esos drones o parte de ellos. Es decir, el tipo no sólo habló sino que dijo verdades, pues primero las confirmó Bayly y luego el propio Requesens.
Estando así las cosas, sucede que el gobierno saca a la luz un vídeo en el cual Juan Requesens, confirma lo dicho por Bayly e indirectamente desmiente a la Ramírez, metida en el medio sin justificación y sin tener vela en ese entierro, por lo menos que uno sepa. En efecto, el diputado opositor de la derecha, dicho así para distinguir de otra oposición, admite que si ayudó a pasar al tipo por la frontera, por petición de Julio Borges, aunque niega saber qué traía y a qué venía, con cuyo gesto también desmiente a la Ramírez. Pero, quien observe el video donde declara Requesens podrá comprobar que está tan fresco, sereno y en buenas condiciones como quien le mencionó en la policía y la Ramírez, como ya dije, sugirió como un impostor porque no estaba golpeado.
Pero el asunto llega al clímax con las declaraciones de Julio Borges, se dice que desde Colombia, en las cuales señala que si Requesens dijo eso fue por extorsión de la policía política. Las policías políticas, uno conoce de eso por saber algo de historia escrita y haber vivido en el mundo de la clandestinidad, que las policías no necesariamente necesitan "extorsionar" o torturar para que un detenido se explaye más allá de lo que pudiera permitirse; abundan quienes les gusta el canto y como decimos los cumaneses, en medio de las dificultades, "sacar su culo". ¡El miedo es libre! Hasta pudiera ser que digan mentiras, lo que la policía espera, para que le otorguen "beneficios".
Pero lo que interesa, pues estamos hablando de Gabriela Ramírez, es que según el estado que presentó Requesens, hasta más calmado y seguro que quien lo "delató" en la policía, que sirvió a Gabriela Ramírez para acusarle de impostor y de olla policial todo aquello, también a esta desmiente. Para más vainas, Julio Borges, desmiente a la Ramírez, pues Requesens, según él, pese uno lo vio "tranquilo y sin nervios" declaró obligado por las presiones policiales. Pues según la teoría de Ramírez, Requesens, al aparecer tal como apareció, "fresco y como una lechuga", es un impostor. O dicho de otra manera, no es Juan Requesens sino un clon o el Requesens verdadero que se prestó para montar una olla contra Borges.
Esperemos que, como dijo Amaranta, aparezca el nuevo twist de la señora Ramírez, de menos de 150 caracteres para qué, pese su parquedad, tome importante espacio y sobre todo haga un nuevo ejercicio de expiación y al fin, le perdonen las culpas y no la sigan extorsionando con los intereses.