Moisés Moleiro y quien esto escribe fuimos grandes amigos. Y lo fuimos donde y cuando la amistad se somete a prueba, en las dificultades. Nos conocimos siendo adecos y nos fuimos juntos a fundar el MIR. Quien se tome el trabajo de revisar viejos documentos por internet, encontrará uno de los de finales de la década del cincuenta del siglo pasado, de los "jóvenes de AD dirigidos a la Dirección Nacional de Partido", y también el acta fundacional del MIR en la cual aparecemos juntos como firmantes; apenas fuimos 50. Él, por el Distrito Federal y yo por el Estado Sucre. Estuvimos Juntos en la Comisión Nacional de Organización de la Juventud de AD, y luego en el Buró Juvenil Nacional del MIR y ya en la clandestinidad en la Comisión de Organización de ese partido. En ese tiempo, siendo casi de la misma edad, "el ronco", fue como mi maestro. Pues su cultura era inmensa, tanto en materia filosófica, histórica y en la literatura, narrativa y poesía. Dicen que quien a "buen árbol se arrima, buena sombra le acobija" y a mí se me pegaron algunas buenas cosas del ronco y hasta aquella que no es sensato mencionar y ahora no se puede practicar por lo caro. No sé si es por el gobierno o los empresarios, aunque creo que los dos, como en casi todo, corren en pareja, pero es verdad que, si la inflación en algo se afincado, ha sido en eso.
Cito a Moleiro porque ahorita mismo recuerdo una conversación entre nosotros dos solos, allá en la casa de la Calle San Antonio de Bello Monte Norte, llamada quinta "Saudades", donde vivíamos José Marrón, Iván Urbina, José Manuel Mérida y el suscrito, todos del MIR, como pensionistas y él nos llegó o nos lo llevaron, acabándose de fugar de la Digepol, en la cual me dijo, como conclusión de lo que estábamos conversando, el "socialismo tendrá que ser un asunto de supervivencia de la especie humana, de equilibrio ecológico y protección del planeta; no es una vaina de sentimentalismos o porque nos dé lástima la pobreza. "Luchamos por los pobres", concluimos, es una buena frase política y publicitaria pero es demagógica. Pues la pobreza es producto del sistema y de las relaciones de producción, de las maneras de repartir los beneficios y del rol de cada quien en el proceso productivo. El asunto, acordamos, es que todos deben trabajar, producir al máximo de acuerdo a sus capacidades para que la riqueza, de la cual no se debe apropiar un grupo, alcance para todos. Que las formas de producción y organizar la vida no agredan al planeta y por supuesto, las guerras y las destrucciones masivas de personas y del ambiente se acaben. Es decir luchamos por cambiar el sistema. Casi como aquella frase dicha más de cincuenta años después en Copenhague, "no cambien el clima, cambien el sistema".
Por eso, esas frases que aluden a los pobres como una "mercancía electoral" tienen una enorme carga demagógica, aunque "son buenas" porque ahorran el discurso y esfuerzo para ganar respaldos. Por estas cosas, siempre pensé que Moleiro como quien esto escribe, no éramos ni debimos ser políticos y ahora estoy seguro de eso. Con lo dicho, no censuro ni niego a los políticos el derecho a hacer lo que les parezca para ganarse adeptos y votantes.
Pero la demagogia y sobre todo las ofertas engañosas suelen traer malos resultados.
Abunda en la izquierda mucha gente que, como los cristianos, ven el drama de la sociedad mundial, como el solo sacar a la gente de la pobreza. Cómo si hubiese una forma que no sea cambiar las relaciones de producción y sobre todo producir al máximo, no para la ganancia sino para la gente, con la participación de todos, dentro de un sistema distributivo equilibrado. La ganancia más bien limita la producción. Esta, por aquella, se atiene al mercado.En esto, muchos que fungen ser de extrema izquierda, tanto que miran en la pobreza como un atributo suficiente para tenerle entre los suyos, pues los demás son de "pequeños burgueses" para arriba, sin, como decimos en mi pueblo, "mirarse su propio rabo", caen en el error que se trata "de quitarle a alguien para darle al que lo necesita". El revolucionario sería entonces, hablando por supuesto en sentido figurado, como el legendario o forajido heroico inglés Robín Hood. Quizás esto tenga mucho que ver con esas expropiaciones a lo loco o aquello de "fábrica que se cierra, fábrica de la que se apropian los trabajadores", para cerrarle uno o dos mese después, porque no se previeron muchos elementos fundamentales e indispensables para que ella pudiese funcionar. Y con eso tiene que ver aquello de "el petróleo da para todo", de lo que no escapa Rafael Ramírez, por si acaso, pues creyeron que los precios estarían arriba por largo tiempo o para siempre. Y se les cerró el grifo y como descuidaron o permitieron que se cayera la producción, da igual, y menos ni siquiera intentaron "sembrar el petróleo", empezamos a pasar calamidades y multiplicar la pobreza.
Al socialismo le venden, esos mismos tipos, de esa misma escuela, como un asunto de comer y subsistir a como sea. No es necesario producir y si lo haces, pero el patrón paga poco, pese su mercancía la vende como si pagara mucho porque en esto se guía por Dólar to day, te damos unos bonos, o una cesta ticket que no tiene incidencia en las prestaciones sociales, con lo cual te damos la sensación que te protegemos pero el patrón si está seguro que con él eso hacen.
El socialismo es pues, según esa escuela, una vaina de dar y ser caritativo. Hubo recientemente un candidato, quien si lo que dice hacer lo hace es porque ha acumulado mucho capital, lo que no es nada cristiano, se ufanaba de repartir, por su orden por supuesto, no sé cuantos almuerzos diarios. Quienes usan esa bandera, les he escuchado muchas veces decir, "yo si soy de verdad socialista".
El gobierno venezolano de ahora, este de Maduro, viene de esa escuela. Pero además, vive de generar expectativas sobre fechas y eventos. Son tantas las expectativas creadas que a uno se le olvida, como al pueblo todo. Pero podríamos recordar por lo menos las más recientes. Empecemos por la elección de la ANC. Le jugaron a ella todo lo que tenían y ganaron. Los violentos se tranquilizaron. Pero el pueblo, a quien le hicieron la oferta al invitarle a votar y este votó, pese sectores de la oposición se sigan metiendo el embuste que no, hasta ahora no ha recibido nada de ella. La inflación siguió su curso y hasta empezaron a llamarla "híper". Lo más nombrado es una Ley de Inversiones Extranjeras, que si queremos saber lo que significa, sigamos el siguiente enlace para leer lo que dijo contra ella Luis Britto García, tanto que la llamó "Ley Terminator. https://www.aporrea.org/tiburon/a257498.html
Luego vino otra oferta, la de reelegir a Maduro, para que a partir de ese día, "Dólar to day" dejase de joder y los precios se viniesen a pique. "Después del 20 de mayo todo cambiará", nos ofertaron. La gente volvió a votar, pese la oposición diga que no. No vamos a decir el lugar común de "todo siguió igual", porque sería una mentira, pues todo siguió poniéndose peor. Los precios se inflaron, desaparecieron las medicinas, deterioro de los hospitales, desaparición del efectivo y una especulación desmedida y de varias caras. Los empresarios continuaron enriqueciéndose hasta violando las propias normas del mercado que ellos dicen defender y reclaman; como poniendo precios sin ninguna lógica ni respeto por la condición humana, mientras el gobierno ha lucido como soldado rendido, pese ha gritado y lo hace diciendo "vivan los pobres, abajo los ricos". Por lo menos, los "revolucionarios españoles" de los tiempos de la Guerra Civil cantaban aquello de "Que la tortilla se vuelva".
Los ricos sonríen y le guiñan el ojo al loco que pega gritos y se ha dejado hacer de todo dentro de la rueda de muchachos.
Ahora, otra vez el 20. Pero esta vez es de agosto. Según la expectativa de la gente, la que le están creando, con los cinco ceros que se le quitan al cono monetario, rebajan de un tirón los precios. Los técnicos del gobierno, ya antes lo dijimos, dicen que a partir del lunes el salario mínimo es de 300 dólares mensuales y el menos optimista o prestidigitador, asegura que en menos de un año se igualaran precios y salarios, tanto "con otros países y de esa manera se mataría el contrabando" y el bachaqueo. Es pues una expectativa, como las otras que terminaron en nada. ¡Ojalá ahora no terminemos en lo mismo!
La televisión oficial, estos dos últimos días, ha puesto énfasis en entrevistas a personas que acuden a registrar sus vehículos mediante el Carnet de la Patria, donde casi todos los entrevistados dan como un hecho que eso les asegurará no sólo gasolina subsidiada, sino cauchos, baterías, aceite y repuestos, si no regalado, si a precio, de "gallina flaca" o Petro.
Ojala, Dios quiera, pues en ello hay mucho de cristianismo, todos esos sueños se den; a Maduro y sus asesores que los promueven, por lo menos esta vez las cosas les salgan bien, aunque eso pareciera no tener sustento en nuestra pobre capacidad de razonar, y por el pueblo que los cultiva y recrea. Contra los empresarios que están saqueando a este pueblo, el gobierno de EEUU, que actúa por encargo del gran capital y factores internos de la derecha que quieren incendiarnos aunque la gasolina se la pongan cara.