Según lo que me contó un amigo, de esos que Arturo Uslar solía llamar "invisibles", José Ignacio Cabrujas, quien era bueno metiéndole a la ironía, dijo en una oportunidad que había muchos "marxistas de oído". Me perdona el amigo no le mencione porque él no me autorizó, pero si sé quiso hiciese esta referencia. Debo decir me produjo muchas ganas de reír y hasta escribir esto. Pues me sentí en gran medida aludido.
En mi biblioteca, la de un maestro de escuela de pueblo, hay una edición de "El Capital", del Fondo de Cultura Económica, la portada es anaranjada, ¡para que ustedes vean, no es roja!, con una figura de Marx, barbudo, la que le gusta a los extremistas, como pintada al carbón. Ella, que son los dos tomos y yo, hemos tenido relaciones como licenciosas o a escondidas. I para mejor decirlo, los dos tomos me miran sin ojos y yo les miro con los dos míos que, gracias a médicos venezolanos y cubanos, todavía miran bien. Eso es mi única relación directa con el cognomento ese de marxista, por lo que, no "soylo", como diría un viejo amigo y colega de Altagracia de Orituco, "de oído", según Cabrujas, sino más bien de "vista y trato íntimo", pues les veo y toco solamente, tanto que por ellos hago mis travesuras. Nuestro trato o relación, es que esos dos tomos están muy cerca de donde suelo aposentarme en mi vagancia. Les pongo de aquí para allá y hasta les quito la mugre, hojeo, les cambio los marcadores y lleno de rayas. En veces siento como que estorban y quizás ellos piensan lo mismo de mí. Por algo Jean Paul Sartre, hablando de la dialéctica marxista, le llamó totalizadora y totalizada. Algo así como que esos dos libros, que nunca he leído, como se dice leer, aunque si rayado, de puro verlos y manosearlos me han influido y de repente yo pudiera haber hecho algo para ayudarles. La pepa del ojo sirve, como las manos y la cercanía para que las buenas o malas influencias en uno produzcan resultados. Pero también tengo cerca otros cuantos libros donde los autores que no interpretan a Marx sino aplican el marxismo o desarrollan tesis sociológicas y hasta históricas sin mencionar a aquél para nada; eso sí, bajo su fecunda influencia, son los que más me gustan, pese tampoco les he leído, pues casi siento que aborrezco a esos que llenan el texto de citas del genial alemán sin aclarar nada y hasta dejarlo a uno más confuso sobre el tema que cuanto empezó a leerlos o mejor mirarlos allí en los estantes. Abundan personajes, que les fascina recrearse y como decimos en Cumaná, llenarse la boca con citas de El capital u otras obras de Marx sin aclarar nada, donde uno concluye que no entendieron mucho; pero eso sí, en ciertos ámbitos dejan la idea que tienen todo clarito, el problema de ellos es que uno es demasiado bruto para entenderles. Los que me gustan, no porque les haya leído, sino porque me hacen señales graciosas, tanto que apenas entro a mi espacio íntimo lo primero que veo es a ellos y mis amigos que si leen bastante de eso, de ellos me hablan y yo les escucho. Por lo que tendré que confesar que también soy de eso que habló Cabrujas.
De manera que mi marxismo no es siquiera de a "piajito" como decían en mi barrio de la niñez, en lugar de pedacito, sino de ojo, manos y oído por ciento. Tanto que no suelo hacer citas o sacar pedazos de ello para fingir de culto y de marxista. Esos libros les tengo como muy cerca y desde hace años. Estoy casi seguro, que ellos tampoco nada saben de mí, pese los he llenado de rayas. Y como de eso nada sé, no entiendo lo que ellos dicen y más cuando la vida transcurre frente a mí y tampoco la entiendo y menos sé la relación entre ellos y ella. Pudiera ser que habiendo "marxistas de oído" pueda haberlos también por ósmosis.
Maduro, según su propia definición es un "obrero" y particularmente se la pasó un tiempo no sé cuánto, manejando autobuses en el Metro, lo que según mis cálculos no debe ser mucho tiempo, por lo que en principio, según lo académico, "que es la única que enseña", no debe saber mucho de Marx, por lo menos no tanto como quien ha tenido esos dos tomos y otros tantos libros de cerca, casi como que les estorban su espacio y de eso a cualquiera algo se le pega. Aunque algunos, que aseguran saber de Marx. dicen que basta ser obrero para ser marxista, por eso que llaman "asuntos de clase", lo que sería como una carga genética, pero pareciera en lo real eso no suceder, y es posible según Marx mismo, por aquello de la cultura dominante del sistema. Por eso mismo Cabrujas habló de "marxistas de oído", solo que obvió que hay quienes como uno, no sólo de oído, sino también por puro pegoste y hasta arrejuntamiento. Pero lo del Psuv y el marxismo no viene por lo de obrero o clases explotadas, pues el propio Marx, Lenin, Trosky y hasta Rosa Luxemburgo, no fueron obreros ni tuvieron muchos títulos académicos, pues la academia es lo más parecido a la muerte, lo burocrático, acomodaticio y el detenimiento y lo que es lo mismo, suele ser contraria a lo que demanda la vida, pocas veces se rebela al Estado. A veces es determinista como que lo que ella diga es. Por ejemplo, en la lengua, la multitud vive rebelándose a la Academia.
Chávez reclamaba a los suyos se volviesen intelectuales orgánicos, o estar en actitud de de rebelarse permanentemente y eso no es ponerse a repetir como un loro lo que digan los jefes de uno, como Chávez y menos unos asesores demasiado bien pagados, quienes de repente engañan o no entienden lo que sucede en el entorno muy distinto a aquel del cual les sustrajeron a fuerza de "entusiasmo" crematístico; pero la dirigencia del Psuv a estos ha oído con mucha atención, pues tienen necesidad de armarse del mejor arsenal para desplegarlo en cualquier espacio que se abra para sus fines. Pero el problema no está en escuchar sino en saber hacerlo, que no es sólo poner atención sino entender lo que se dice y sobre todo, una vez que a uno le entregan ese alicate saber usarlo. No proceder como un presunto pedagogo que tenía por objetivo que sus alumnos aprendiesen todo lo relacionado con la lija, desde conocer su estructura, composición, características y sobre todo a usarla, ejecutando con habilidad una tarea con ese instrumento. Pero como nada sabía de pedagogía, pues ni siquiera había trabajado nunca con la lija, lo que se puede aprender en un taller y en la vida misma, optó por lanzarse con un dictado sobre lo que era ella y hasta para qué y cómo servía. Los muchachitos recibieron aquello por el oído y se les quedó escrito en su cuaderno guardado
La dirigencia del Psuv habla mucho. ¡Cómo le fascina pronunciar la palabra histórico! Todo es histórico. Y cuando habla, la imagino en su barrio o en los barrios a los que iba con sus gritos, pancartas y banderas y, con sus mensajes de oído, esos mismos que a diario pronuncia. Da la sensación en uno de escuchar un parlante con una voz distinta a Chávez, pero como repitiendo de los frecuentes discursos del entonces presidente.
Por ejemplo, Maduro, no permite nunca que sus asesores y ministros expongan sus planes, como suele suceder con cualquier gobernante que reconozca sus limitaciones y el deber de cada funcionario, sino debe ser él, únicamente él, quien con su aprendizaje de oído todo exponga y explique. Eso tiene un fin, consciente, deliberado o puramente casual; la gente que no sabe aquello de José Ignacio Cabrujas, termina creyendo que el tipo se las sabe todas. Por cierto, hay una vaina que llaman rendir culto a la personalidad. Pero para que esto suceda alguien se lo propone, no es producto del azar, sino planificado, por algo oculto y unos cuantos eso asumen por lo mismo. El elogiado se la disfruta y quienes elogian ganan el derecho a hacer lo que les venga en gana y prodigar les elogien. Y el elogiado de ella goza una bola pues solo oye – siempre lo oído – elogios.