Tomando en cuenta la pacatería legalista y moralista del gobierno actual, no creo que estemos delatando a alguien diciendo que el secuestro de William Niehous fue la autoría de Jorge Rodríguez padre, jefe máximo de la Liga Socialista; que estuvieron con él implicados Salom Mesa Espinosa, del MEP, David Nieves, LS, entre otros. Que, entre los años 70 hasta los 80 (siglo pasado) hubo un promedio diario muy alto de atracos a bancos y blindados, entre los grupos de izquierda y la delincuencia común. Aquello se podía hacer, había efectivo en los banco y el bolívar era fuerte de verdad, o al menos valía algo. Gente del MAS, Liga Socialista, PRV-Ruptura, Bandera Roja, hasta Acción Democrática (pero por de razones menos nobles que los otros), estuvieron implicados en estas infracciones a la ley…, a fin de financiar la revolución (en el caso de la llamada "izquierda").
La revolución, la izquierda revolucionaria y socialista, en estos años no contaba con otros medios para costear sus actividades; desde las subversivas y de propaganda hasta las electorales, como fue el caso del Mas y el Mir. Estas organizaciones no tuvieron acceso (como ahora) a los recursos multimillonarios de la renta petrolera, pues estaban al margen de la burocracia gobernante; cuando mucho, uno que otro diputado o concejal, y sus sueldos ínfimos, comparados con cualquier comisión pagada en Miraflores o en La Campiña, no daban para mucho. En el caso de "la izquierda" era necesario buscar donde había bastante plata, sin dañar a la población más vulnerable de forma directa, o sea, en los bancos, en los blindados, en los millonarios, en la Bolsa de valores.
No obstante, no hay instituciones más emblemáticas del libre mercado y del capitalismo que estas, y de la democracia que la libre empresa, y de la libre empresa que los bancos. En esos años fueron símbolos sagrados de la sociedad, y siguen siendo símbolos sagrados de la sociedad, a pesar de la revolución. Hoy no se atracan bancos porque sería una pérdida de tiempo y una estupidez, de parte de la delincuencia. Y de parte de la izquierda, no es necesario, porque para eso tienen a la mano toda la renta petrolera, casi todos está representados en todas las trampas (y más) que pusieron en práctica en su momento de gloria adecos y copeyanos: cobro de comisiones, desvíos de partidas, saltos en los procedimientos administrativos, etc., etc., etc.
Veamos qué dice el contralor sobre estos métodos: "Galindo, manifestó que combatir la corrupción en Venezuela "no es solo responsabilidad del estado, sino de todos los ciudadanos". "Venezuela es un país altamente corrupto", dijo, al tiempo que expresó que los funcionarios públicos "requieren cada día estar apegados a las normas constitucionales en materia de la lucha de la corrupción"."Muchos funcionarios públicos se apartan de las normas constitucionales", agregó… A juicio del CGR, "un corrupto de la empresa pública siempre tiene como aliado a un corrupto de la empresa privada"… "La corrupción sigue galopante. Necesitamos la colaboración directa por parte de quienes manejan fondos públicos", remató."
Pareciera que el funcionario hablara de todos los gobiernos adecos copeyanos juntos del pasado y por venir, pero se refiere a el malprincipal de un gobierno que se dice revolucionario y socialista, por lo que el señor contralor, en su perplejidad de que así sea, lo considera un mal inevitable, el cual "siempre existió, existe y existirá" –le dijo a José Vicente- lo que hace que su petición de respetar la ley se muestre prácticamente inservible.
¿Por qué, en un gobierno que se dice revolucionario y socialista, la corrupción es considerada un fenómeno fatal? O, mejor dicho ¿Por qué se perdieron las razones de principios, políticas, por las cuales, antes de Chávez, se violentó la legalidad burguesa? ¿Por qué antes de Chávez fue legítimo para los socialistas robar un banco, volar un blindado o estafar y ahora no saben qué hacer con la corrupción, con el robo a la "cosa pública", con la estafa, la trampa, con los contratos y las comisiones?
En el medio de la perplejidad del contralor están los principios socialistas, la estrategia revolucionaria, el cambio necesario del sistema, de espiritualidad, de conciencia; en el medio de su vacilación está el socialismo. Sin socialismo no existe un límite moral para distinguirel sentido de la violación a la ley, cuándo se viola la ley burguesa, cuándo la ley de la revolución. En revolución la ruptura de la ley hegemónica (o de la hegemonía de la ley burguesa) debe ser despiadada, pero hay que saber cuándo se trata del Estado burguesa y cuando la ley que se impone para construir la nueva sociedad.
Pongamos por caso la contraloría social. Es absurdo aplicar una contraloría social a la empresa privada, ella funciona con la lógica de la ganancia, es imposible controlar la yunta ganancia-capitalistas. Al capitalismo se lo destruye o desplaza, se lo sustituye, no se lo regula o controla. La contraloría social fue pensada por Chávez para los proyectos socialistas, las empresas socialistas, la producción socialista, las misiones socialistas.
Esa misma lógica se debe aplicar a las fracturas de la ley, cuando los que gobernamos "somos socialistas", sobre todo en la etapa de transición, cuando la ley capitalista no acaba de morir, y no nacen todavía las nuevas leyes ni el Estado socialistas, si es que consideramos a la ley una proyección del espíritu social. En tiempos de transición, para la revolución es la nueva sociedad la que manda, la que obliga a ley, o a la ruptura de ésta, lo cual se confunde sin principios políticos claros, sin una estrategia política clara.
Debido a este apelmazo de conceptos y a la picardía de los funcionarios público y jueces que actúan en nombre del gobierno, la corrupción cobra una inusitada fuerza, casi que de manera autónoma, como forma de condena a cualquier acto de rebeldía y oposición a la ley. La hegemonía del poder sigue en manos de la derecha, endógena o de afuera, de los intereses capitalistas; es fácil saber sobre quién o quienes recaerá siempre la condena, mientras esté el poder la otrora "izquierda" revolucionaria y conspiradora, ahora oportunista, ambiciosa, arribista, sumisa al capital.
Marcos Luna. 09/10/2018