La sociedad que queremos no debería permitir a los abusadores pero tampoco a los abusados. El asunto es que muchos de los abusadores de niños, de niñas de mujeres jóvenes, son o han sido a la vez abusados ellos, no brotan socialmente por generación espontánea. La sociedad está enferma, y la muestra de ello es que los que condenan las violaciones no pueden condenar a la sociedad, no saben cómo hacerlo, porque se creen seres sanos, haciendo chistes homofóbicos todos los miércoles, o descalificando a sus contendores políticos con comentarios homofóbicos, como una "gracia", con una risita reprimida y cómplice la cual carga con toda la violencia y horror de la muerte.
Juzgar y condenar y descalificar a un partido por sus prácticas sexuales (y no enfrentarlo políticamente), es una inmensa hipocresía, es un búmeran que se le devuelve a quién lo lanza. La sociedad "nueva" debe ser una práctica de vida para los líderes que la desean, no debería tener gente enferma de odio por razones sexuales, ni por ninguna otra razón, no debería tolerar la violencia de los abusadores de niños pero tampoco a los inquisidores que se creen salvadores y salvados de ella: si no son abusados, igual piensan en que todo aquel que es distinto, sexualmente distinto, los homosexuales o cualquiera de las "variantes sexuales" que se conocen deberían ser castigados con cárcel o la muerte, como si eso fuera "raro" en una sociedad enferma, o una verdadera solución a la violencia, sexual o no.
Hoy la iglesia católica hace una purga de curas calificados de pederastas, o violadores, pero no mira hacia dentro de su vetusta y podrida institución, clasista, marcada por la represión sexual más primitiva y oscura que se conozca, dominada por el gran patriarca: el macho, al papa (o papá).
Pero, en el caso de nuestra sociedad, es Iris Varela, curiosamente una mujer, la que hace de "la patriarca inquisidora" sin mirar hacia dentro, de ella y de la sociedad. Otro macho patriarcal, que por accidente es mujer. No tolera a los políticos de Primero Justicia por abusadores pero si lo hace con Diosdado Cabello y con Nicolás Maduro, publicistas de la más llana y vulgar homofobia, alimentando el odio a un pueblo sexualmente reprimido, castrado, abusado sexualmente por sus padres y madres y su educación, católica, machista, reprimida, sexista, abusando y abusados ellos mismos en algún grado, por la publicidad, por la televisión, por los concurso ridículos de belleza, por las telenovelas; en las fábricas por sus compañeros y patrones, en las oficinas por sus jefes, por el capitalismo que ellos promueven y toleran …, en las mismas televisoras del Estado que ella y ellos cedieron a la libre empresa, privada y democrática por razones de paz y conciliación (¿No será más bien que estos "reprimidos" no sabían qué hacer con sus instrumentos de trabajo?).
Estos mismos pacatos, en vez de pensar en educarse y reeducar sexualmente al pueblo, les refuerzan sus prejuicios y odios haciendo concesión a la sociedad, machista y castradora. Es sabido que todo abusador ha sido antes un ser abusado, y es, antes de reprimir, condenar y juzgar, ese sistema de relaciones sociales el que hay que acabar; no se trata de amarrar a los abusadores en una plaza pública, de cien en cien, y destrozarlos a cañonazos –como desearía Iris Varela; como lo dejan ver sus ojos-…, o "suicidarlos".
Pero una sociedad como esta que cree que por el solo hecho de colocar a una mujer como ministra carcelera está liberando a todas las demás mujeres del yugo del patriarca, o que por equilibrar la composición sexual de la Asamblea Nacional está liberando a las mujeres de su dominación (de la mano del macho que las lleva de las narices, que las ha llevado del cuello por cientos de años)…, más bien tienes menos oportunidad frente a la violencia sexual, por el simple hecho de que no sabe dónde radica el problema…: está allá, donde está tu corazón.
Si hay una razón por la cual nosotros apostamos por el socialismo y rechazamos al capitalismo es para general otra espiritualidad, otra sociedad verdaderamente igualitaria, sin hipocresía, para que no existan violadores, pero también para que no existan las Iris Varela, esa cosa inquisidora e irracional que odia más que un preso a la sociedad. El socialismo es educación pero también educación sexual, para lo cual se necesita, por lo menos, gente valiente capaz de enfrentar toda clase de prejuicios. Es inadmisible una mujer que se diga socialista y tolere a la vez la ignorancia sobre estos temas de la sexualidad, que en vez de liberarse ella y liberar a la sociedad de la autoridad patriarcal, de su verdugo, reprima, se reprima ella y reprima a sus semejantes.
Acabamos de tocar el fondo del asunto: la ignorancia. Mientras seamos gobernados por la ignorancia, o más bien por "la voluntad de ignorancia", de seres que se creen jueces ellos mismos, sanos y libres de los males de la sociedad, que no admiten crítica alguna, que se horrorizan ante ella, (como aquellos oficiales fascistas de Saló, ante el sexo libre y sano), estamos perdidos. Nosotros no queremos la violencia que sea, venga del joven Lorent Saleh o Corina Machado, o de Iris Varela, Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, preceptores del machismo, reprimidos ellos, instigadores de la sociedad machista y patriarcal, disimulada en un gobierno y en una Asamblea Constituyente llena de mujeres dóciles, reprimidas, reproductoras de la sociedad que queremos cambiar de raíz. Habrá importantes excepciones, a ellas les toca la palabra.