Eréndiro "estaba bañando a la abuela", cuando tocaron a la puerta.
-"Vengo a invitarte a una reunión de la MUD esta noche. Asistirá alguien muy especial con la palabra bendita". Dijo el visitante.
Eréndiro, el muy cándido, quien estuvo preso en TO-4 de Cocollar, aquí cerca, y allá le practicaron sin cesar el tratamiento democrático de la tortura para que dijese lo que no sabía, siendo ñángara o militante de la izquierda, cuando el gobierno pacifista "disparaba primero y averiguaba después", respondió al nuevo amigo, sin dejarle pasar, ni mirar por la rendija, para que no viese a la abuela que bañaba y cuyas carnes desbordaban la enorme ponchera donde estaba metida:
-"Espérame allá. No te fallaré". Cerró la puerta y volvió a su tarea.
Eréndiro, después de haber salido de Cocollar vivo, uno todavía no sabe cómo, porque tampoco sabemos si esta historia verdadera, arrancada de la vida misma, como dijese el escribidor en "La Tía Julia", de Marito Vargas, es verdad –son casos del realismo mágico – volvió a su militancia en el MIR por poco tiempo, pues no tardó en reinscribirse en AD.
Cuando llegó Chávez a Miraflores, Eréndiro, ya muerta la abuela "desalmada", había hecho una breve carrera en aquel partido, hasta pasado y repasado por otros.
Esa tarde, se vistió como quien iba para un baile y, a la hora indicada, estaba sentado en la mesa alrededor de la cual se haría la pequeña pero importante reunión.
Comenzaron a llegar los invitados a aquella sesión secreta de la MUD. Al final llegó el especial. Por casualidad, le tocó sentarse en el único asiento vacío, justo al frente de Eréndiro. El recién llegado le miró sonriente, con desparpajo, con su cara muy limpia pues. Eréndiro le miró complacido, se levantó, se llegó hasta el recién llegado y le dio un fuerte abrazo.
Era el "desalmado", tanto o más que la abuela, que a Eréndiro torturó en Cocollar.