El presidente Nicolás Maduro Moros, maneja el arte supremo de sorprender a una porción del pueblo venezolano con sus acostumbrados anuncios en cadena nacional. Ayer, desde el Palacio de Miraflores, rodeado por sus diligentes burócratas, habló en primer lugar, para los chavistas marchantes. Ese grupo de venezolanos y venezolanos que, siempre están listos para cualquiera marcha a que se les llame. Son funcionarios de los ministerios, gobernaciones y alcaldías, que dejan de trabajar para asistir a las marchas convocadas por cuáquera razón. Siempre son los mismitos.
En efecto, entrada la noche, habló sin tapujos el señor Presidente sobre la producción de oro en el "Arco Minero". Según él ya pasamos a ser la primera potencia en oro del mundo, que aunado a la primera potencia petrolera del mundo, nos convierte en el país más rico del mundo… ¿Qué les parece? Riqueza, como la petrolera, que se llevan los ladrones rojos, rojitos, a otros países, mientras la empresa emblema del país, PDVSA se hunde el estiércol del diablo. Minerven, la otrora empresa encargada de productor oro para el Estado, nadie la nombra, hundida en la corrupción y la ineficiencia. Mientras, a la par, surgen otras empresitas asociadas con capital chino. Mucho oro sale por los caminos verdes, y por las autopistas de las mafias civiles y militares… ¿O miento?, tal como dice usted, presidente.
En fin, en medio de esta euforia presidencial, el señor presidente, por enésima vez, llama a los trabajadores venezolanos a ahorrar en oro y en Petro. (Caray, presidente, aterrice en su tierra). Su rostro se iluminó cuando hablo del salario mínimo. El famosísimo 1800 bs. Para usted y sus ministros, los trabajadores y trabajadoras, vivimos full vida, con ese salario. Y, ante la cara atónica de algunos colaboradores, echó mano a su matemática particular, y lanzo el llamado a los trabajadores, y a los jubilados y pensionados, en torno a que, por lo menos, de los tres meses que faltan por pagar de los aguinaldo, dos los ahorremos en oro y en Petro.
Mire presidente, para que tenga una idea (una vez que aterrice), mi persona está siendo sometida a quimioterapia. Y no puedo seguir recibiéndola por que el costo de la quimio se elevó a 120 dólares, y el de la aplicación a 25 mil soberanos. ¿De dónde sacó para pagar esos montos? Por otro lado, debo hacerme dos resonancias: una dorsal y la otra lumbar. ¿Sabe cuál es el costo, señor Presidente? 30 mil soberanos. Y usted, con su cara muy radiante, me anima, a través de la pantalla del 8, en cadena nacional, que ahorre en oro y en Petro. Pero no se trata de m persona, eso sería lo de menos. Oiga, después de haber aterrizado, el clamor de la mayoría de los trabajadores, jubilados y pensionados, del país más rico del mundo, llorando de la arrechera unos, y de la impotencia, otros, ya ese bendito salario mínimo no alcanza ni para enterrar a un muerto en una urna barata y sin velorio. Sépalo, señor presidente, nunca hombres y mujeres, como yo, con un rosario de años encima, pensamos que nuestros últimos días serían días de mendigar y de arroparnos con la miseria. En mi caso, me he convertido en pedigüeño, para poder medio sobrevivir en medio de tanta riqueza. Por favor, aterrice, y vea el país general que tiene por delante, no a los grupitos que marchan para ovacionarlo, en medio de una tragicómica bailoterapia y de gritos destemplados… ¡Se cansa uno!