En tiempos recientes hemos observado a un conjunto de compañeros y compañeras que se han venido deslindado del liderazgo del gobierno bolivariano y hasta de la revolución bolivariana misma. Se han autocalificado desde críticos, hasta originarios, esto y lo otro. Algunos venían de participar de la fraccionada e histórica izquierda pre-Chávez o de la muy cohesionada derecha que pisoteó históricamente a sus adversarios, otros no estaban en nada, se incorporaron durante la revolución a la dinámica política. No pocos ocuparon puestos de dirección en el gobierno bolivariano o en la conducción política de la revolución, por el contrario, no muchos participaron activamente en organizaciones políticas u organizaciones sociales.
En los hilos discursivos de los disidentes del gobierno o la revolución bolivariana, encontramos varios aspectos en comunes, el primero: las razones que fundamentan su disidencia están relacionadas con la conducción, liderazgo y desempeño político de Nicolás Maduro. Responsabilizan a Maduro de la situación que vive el país y por lo tanto hay que marcharse. Otro elemento que se aprecia en la mayoría de los discursos es la poca referencia o la descalificación argumentativa de la situación de guerra económica al que está sometido el pueblo venezolano, promovida por un sector de la burguesía nacional, o a la agresión del gobierno de los Estados Unidos de América y sus aliados. No se observa en el discurso los errores que cometieron, los ahora disidentes cuando ocuparon puestos de responsabilidad (o de sus asociados o subordinados). Dicho de otro modo, todo estaba bien hasta que llego Maduro.
¿Hacia dónde van los disidentes? Algunos se han juntado y se organizan con el propósito de incidir en la opinión pública y desde varias tribunas critican o dicen que es lo que hay que hacer para superar la crisis. Otros se juntaron con la derecha opositora (que incluso los torturó) o se convierten en lobos solitarios que aúllan de cuando en cuando. Se observan a muy pocos participando en organizaciones políticas o sociales de base, no hay suma orgánica.
Esta descripción sobre los otros, permite proponer una reflexión: Quienes hemos participado en la construcción de la revolución bolivariana, tenemos una cuota de responsabilidad en la situación por acción o por omisión. Esta responsabilidad es intrínseca e ineludible. Hacernos conscientes de ello es un acto vital, para movilizarnos y organizarnos. Como muchos no comparto algunas acciones o discursos de Maduro y el gobierno bolivariano, pero no me uniré a los actores de derecha y menos a los enemigos de clase.
Hoy corresponde a quienes nos asumimos en ese espacio amplio que rotulamos como izquierda, buscar los mecanismos organizados a incidir en la correlación de fuerzas en la toma de decisiones. Supone promover espacios fecundos y conflictivos, donde desde una identidad común articulemos y accionemos con coherencia. En política no deciden los que tienen la razón, sino los que tienen la fuerza para construir hegemonía.