"Ha habido revoluciones en el mundo pero no todas las revoluciones han sido socialistas. Esta revolución ha asumido la bandera del socialismo, y eso requiere y exige mucho más que cualquiera otra revolución"… "Nosotros nos hubiéremos podido quedarnos… no, un revolución nacional. Pero detrás de esos términos se esconde muchas cosas, de tras de esos términos, muchas veces indefinidos, se esconden planteamientos que terminan siendo reformistas, que terminan siendo de derecha, que terminan aplicando programas gatopardianos, es decir, aquel señor Lampedusa, Giussepe Tomasi, el conde de Lampedusa, que escribió su obra El Gatopardo, un cambio gatopardiano ¿Qué significa eso? Bueno, cambiemos todo para que en el fondo todo siga igual, eso es el gatopardismo, ¡Nosotros debemos ser enemigos del gatopardismo! Por eso es que yo anoche denunciaba, con respeto pero con contundencia –estoy obligado a hacerlo- las tendencias que dentro de nosotros se mueven hacia el reformismo… ¡Soy enemigo de esa tendencia! No enemigo personal de nadie, seamos enemigos y luchemos contra esa tendencia, porque es la tendencia al facilismo. Suponte tú, voy a poner un ejemplo, un alcalde en cualquier parte, que llegó a alcalde, y resulta que … bueno, fue revolucionario, fue líder estudiantil revolucionario, etcétera, pero llega a una alcaldía, asume el cargo, o un gobernador, o un presidente, y entonces resulta que comienza a sentir las resistencias –porque no es lo mismo estar en la calle haciendo protestas, o estar en el aula universitaria, dando discursos o estudiando la política, y la revolución y las revoluciones, que venir aquí, o estar en la escuela de guerra, que venir a la guerra, … entonces hay mucha gente que por falta de voluntad, por falta a veces de coraje, por falta de conciencia termina siendo vencido por las resistencias al cambio, que son bastantes grandes y por todos lados, y el termina dejándose llevar, se cansa rápido, a lo mejor lucha un año, pudiera ser dos años, pero dice "no, ya estoy cansado ya, estoy cansado contra esto" y se deja llevar por la corriente, y termina cayendo en brazos del reformismo, que no es otra cosa que el gatopardismo, esa es una tendencia que amenaza a toda revolución, ¡Alerto contra el reformismo! ¡Alerto contra el gatopardismo! Y los llamo a todos a que seamos enemigos y nos plantemos en contra de esas corrientes ¡Revolución es lo que aquí tenemos que hacer! ¡Revolución o muerte! Una de dos"… 25 de marzo de 2007
Y hay más. Lo que no sabemos es por qué Diosdado y Mario Silva no los encuentran. Uno busca las palabras justas para explicar el por qué este gobierno es reformista, y por qué el reformismo es más de lo mismo (de antes de Chávez, se entiende), y resulta que Chávez lo dice con las palabras correctas. El reformismo es el gatopardismo, es "cambiar todo" para que no cambie nada, ¡exactamente lo que hace Nicolás Maduro ahora!
Se sobrentiende que estos "cambios" del gatopardo son cambios cosméticos, de nombres nada más: "El nuevo modelo económico", por ejemplo, cambiar el envase para ofrecer el mismo jabón. Así cambian nombres, afloran como monte los disfraces, los disimulos; motores, congresos, consejos, comités, carnets, claps, todos orbitando sobre una sola tendencia: el reformismo, ayudar a sostener al capitalismo.
El reformismo fue en algún momento una discusión política acerca de la necesidad o no de una revolución socialista, de "cambiar todo lo que deba ser cambiado" (el ritmo y las maneras de esos cambios), o solo hacer unos pequeños ajustes al sistema capitalista. La organización y producción social, la división del trabajo, la eficiencia de la producción podrían tener algunas reformas relativas a la distribución gradual de la ganancia en la sociedad, a través de pequeñas reivindicaciones laborales, reducción de la jornada laboral, asistencia social, filantropía, etcétera, todo visto desde la óptica de pequeñoburgueses que no quieren perder sus pretensiones de clase privilegiada. El reformismo, en principio, es fe en el capitalismo y al final significa aceptar la fatalidad capitalista; el sueño socialista se diluye de reforma en reforma, de fracaso en fracaso, y de resignación en resignación. Chávez lo dice muy bien, el reformismo es falta de coraje, falta de tenacidad, es debilidad, facilismo; el reformismo es no poder soportar la resistencia del capitalista al cambio. Lo que Maduro llama "Guerra económica" es esa resistencia natural del capitalismo y de los capitalistas al cambio. Lo que nunca será natural es la pasividad o blandura del capitalismo ante los cambios revolucionarios, a los cambios cambios.
El gatopardismo es una técnica de maquillar las reformas, y hacerlas parecer cambios verdaderos. El reformismo es un cambio pero en la forma de explotar a los trabajadores, es decir es un cambio dentro del capitalismo para darle más aliento, no para ceder espacios a los explotados, por "responsabilidad social", porque aman la democracia o por altruismo. La socialdemocracia y la democracia burguesa son formas de dominación capitalista, más eficientes para la clase propietaria, y para ampliar el "ejército de remplazos", cuando se agota el control directo del garrote, la explotación salvaje y franca, la espada del capital.
Sin embargo, en un principio la democracia burguesa y la socialdemocracia sirvieron para acabar con las revoluciones, para confundir los objetivos revolucionarios, para extinguir el impulso revolucionario dispuesto a cambiar estructuras y cimientos, el Estado, las leyes, la propiedad. El reformismo, como política, resulta una fórmula cíclica para optimizar al capitalismo; cuando esta democracia deviene en crisis, aparece de nuevo la cárcel, la persecución, el terror, el Estado policial exacerbado, el fascismo.
El asesinato de Chávez fue una manera de frenar la revolución para darles paso a los reformistas, a la socialdemocracia, a la confusión. Maduro y su gobierno representa hoy esta tendencia denunciada por Chávez, tal y como lo dijo Chávez, en el 2007, luego en el 2009, hsata el 2013. Todo lo que Chávez temió que pasara se cumplió cabalmente después de su muerte: aparecieron los blanditos, los débiles y cómodos; los acuerdos, pactos, diálogos, no precisamente políticos y con el pretexto de la paz, sino económicos; apareció el pragmatismo ahorrándoles esfuerzos y coraje a los dirigentes; el gobierno se inundó de oportunistas por todos lados, empresarios ministros, ministros empresarios; parásitos y toda clase de lumpen burguesía, nueva y vieja, la que ahora envilece al país.
Ahora díganme, ¿qué pasó con el reformismo? ¿Existe o no existe en la consciencia de Chávez, del Chávez vivo en la memoria de los video y discursos? Para eso se oculta el reformismo, para distraer a todo el mundo de la verdadera causa de la crisis: el miedo, la falta de coraje, el facilismo. ¿Cuál es la crisis? Hiperinflación, sanciones, amenazas imperiales, pero también un gobierno blando y de rodillas al capital (al mismo capital que lo amenaza) y que da la espalda al pueblo que lo eligió para su redención.