Está por cumplirse 50 años

Al mediodía del domingo 16 de marzo de 1969 en Maracaibo, Venezuela, estalló un caos. Una tragedia aérea de incalculables dimensiones llenó de luto a la tierra del Sol Amada y a Venezuela. La noticia conmocionó el mundo entero cuando un avión DC 9 de Viasa cayó entre el Barrio de Ziruma y la urbanización La Trinidad en la ciudad de Maracaibo.

A segundos del despegue la aeronave que cubría el vuelo 742 se precipitó a tierra. El avión a duras penas rebasó la cerca del aeropuerto Grano de Oro y se estrelló. La incertidumbre, el pánico, la muerte y el dolor siguieron al hecho. Ese siniestro paralizó a Maracaibo. Una semana después, entre las investigaciones y la recolección de restos humanos carbonizados, era lento para los ciudadanos volver a la rutina, pues Maracaibo seguía conmocionada. Todavía en la mente de sobrevivientes y testigos, la imagen es vivida nuevamente, como también les resulta perceptible el olor que inundó a la ciudad: una mezcla de combustible y carne quemada. Una sucesión de acontecimientos fraguaron la tragedia, y versiones señalan que el avión, por efectos del equipaje, el pasaje y los 28 mil litros de combustible cargados para operar en Grano de Oro, iba con el máximo de su peso: 108.000 kilos. Una segunda suposición dispara hacia el error humano por la osadía del capitán Emiliano Savelli Maldonado, jefe de operaciones de Avensa, quien reemplaza al capitán original de la aeronave el Harry Gibson, que se negó a tripularlo porque la longitud de la pista marabina era muy ajustada para elevar la nave y el calor reinante actuaba en contra de la operación de levantar tal carga. Sin embargo la osadía asumida por Savelli Maldonado hizo tratara de levantar vuelo el DC 9, a sabiendas de lo atestiguado por Gibson; y la nave siguió la carrera para el ascenso aproximadamente a las 12:05 de la tarde.

El personal de la torre, familiares y otras personas desde lugares aledaños al aeropuerto vieron cómo, en minutos, el accidente se convertía en una tragedia que dejó 155 muertos. "Era una pista muy corta para ese tipo de avión, que requería al menos 2.500 metros, para despegar. Necesitaba, para los pasajeros que llevaba, el equipaje y la carga de combustible más espacio", dijo un piloto que laboró en Grano de Oro. "La aeronave se comió el 80% de la pista" Desde el jet DC 9, el capitán Emiliano Savelli Maldonado solicita permiso a la torre de control para despegar. Ese día, 16 de marzo de 1969, la única mujer, torrera, en Latinoamérica y en Venezuela para esa fecha, controlaba el tráfico aéreo en Grano de Oro. "Solo me llamó de la cabecera de la pista y dijo, torre de control listo para el despegue" Le contesté: "Autorizado para el despegue. Entonces, hizo su carrera. Vi que pasó frente a la torre que quedaba a mitad de la pista, vi que el avión no despegaba, sino que corrió y seguía corriendo. Se comió el 80 % de la pista. Fue angustiante verlo sin poder hacer nada. El avión despegaba siempre al pasar la torre de control. Ese día cuando vi que se comió toda la pista. Ya yo sabía el desenlace. Claro que Savelli trató de sacarlo; pero, había un poste de electricidad fuera de la pista, en la calle, por donde está el barrio Ziruma y la turbina izquierda la pegó contra el poste. Eso influyó en que se le reventara la turbina y él avión cayó invertido, como dicen cayó ruedas arriba", rememora quien fuera controladora por siete años en Zulia y acumuló 32 años de servicio. Recuerda que tres días antes, ese mismo DC 9 despegó muy bajito porque la longitud de la pista, era corta y no llegaba a los 2.000 metros.

Entre las víctimas fatales de ese accidente aéreo, se encontraba la familia del reconocido deportista zuliano Lino Connell, quien perdió a su esposa, tres de sus cuatro hijos y a su suegro. "Perdí a casi toda mi familia, sólo se salvó la niña, que para ese entonces, tenía tres meses de nacida", recordó Connell tiempo atrás. El zuliano, dijo: "el impacto de perder a tu familia es fuerte y tuve que acudir a varios médicos psicólogos que me ayudaran a superar esta terrible experiencia. Imagínate, murió mi esposa que tenía 29 años, mis hijos que tenían 2, 4 y 6, estaban empezando a vivir y también perdí a mi suegro". "Uno siempre se pregunta ¿por qué me pasó esto a mí? Y lamentablemente cuando te toca te toca. Allá arriba hay un Dios que todo lo sabe, sólo Él sabe por qué pasan estas cosas" Lino Connell considera que la recuperación es tardía: "Perder a un familiar no es fácil, sobre todo si fue por un accidente aéreo. No es igual perder a un miembro de tu familia que perderla toda" Asimismo, afirmó que "Gracias al deporte logre superar, en gran medida, la pérdida de la familia. El deporte me ayudó a olvidar aunque la superación llega poco a poco"



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José M. Ameliach N.


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