He leído con bastante atención el largo trabajo de Teófilo Santaella, ese que tituló "me harté de mi gobierno hasta la coronilla", inserto ahora en Aporrea.org., el cual puede leerse siguiendo este enlace:
https://www.aporrea.org/actualidad/a272742.html
Es como un poema, un canto de cisne, de alguien que se siente, más que "harto", frustrado, por haber creído en quienes ahora manejan los destinos de la nación venezolana y del pueblo o, por lo menos, por ver como sus sueños se diluyen. No obstante, a lo largo de ese como lamento de alguien quien como yo tiene 81 años y hasta estuvo entre los alzados en uno de los movimientos militares contra Betancourt, hay una persistente manifestación de fe a favor de Maduro. No sólo porque le cree ajeno a las prácticas de corrupción que, según él, abundan en el gobierno. Pero si cree al presidente muy mal acompañado, pues quienes con él gobiernan "En primer lugar, no son revolucionarios, y en segundo lugar, porque están es por llenarse los bolsillos."
Pero, aparte de lo anterior, dice algo más que bien vale la pena mencionar, pues desmiente una de las habituales prédicas gubernamentales, una versión ideológica con toda la carga negativa que esa expresión implica. Dice Santaella, "Me harté, hasta la coronilla", después de 20 años de vendernos una "revolución socialista", la que no se percibe desde ningún punto de vista." Tome en cuenta el lector la formulación temporal de Santaella.
Quien esto escribe algo parecido a eso ha dicho varias veces. Supongo que eso tiene sus efectos. Pero por encima de lo que eso pueda reportarle a uno, más importante y trascendente es que en el común de la gente, sobre todo aquella enorme multitud que tiene mucho que dar en la construcción de una sociedad mejor y más justa, se fortalezca la idea que este estado cosas, de lo más injusto que uno pueda imaginarse, sin duda en buena medida determinada por las políticas injerencistas de factores del capitalismo interno e internacional, lo que no niega la enorme responsabilidad de quienes gobiernan por todo eso que dice Santaella y lo que no dijo, tiene algo que ver con el socialismo. Decir que estamos construyendo el socialismo, en una etapa de transición o en el estadio que al gobierno y su gente se les ocurra, es un dislate, el mayor daño que a tal propuesta y a quienes con ella sueñan, puede hacérsele.
Una cosa es que quienes gobiernan se hayan definido como socialistas, porque eso se creen ser y otra lo que hacen. La más elemental evaluación de la conducta gubernamental, dentro de la práctica su capitalista, lo que tiene mucho que ver con esas cosas que demanda y denuncia Santaella, sólo merece dejar como saldo la reprobación. El discurso contra el imperialismo, las prácticas destinadas a relacionarse con factores distintos al capital estadounidense y a los países de la Otan, no son suficientes, pues no tocan la esencia del asunto, para tener al gobierno como socialista. Y digo esto, pese soy de quienes sin duda de ningún tipo me inscribo dentro de la izquierda y de los soñadores con el socialismo, pero bien sé que esta meta no parece ser de fácil alcance en ningún país del mundo en lo inmediato. Por algo China y Vietnam, con todo lo que esos dos países representan, pese el peso y valor de Mao y Ho Chi Ming, son ahora lo que son, algo muy distinto a lo que pareciera emanar del pensamiento de aquellos luchadores. Pero no obstante, en ambos países se dice y lo dicen ellos mismos, gobiernan "Partidos Comunistas", en los cuales multimillonarios forman parte del Buró Político y Comité Central. En Cuba, donde no han podido avanzar de un status en el cual el Estado ha sido dueño de todo, y a eso le han llamado socialismo, se ha optado, según lo previsto en el proyecto constitucional que está por aprobarse de manera contundente, por introducir fórmulas que permitan y alienten la participación del capital o iniciativa privados. Habrá que preguntarse con la mayor amplitud por las razones de eso.
En todo caso, creo que la izquierda hasta universal debería entrar en un debate acerca de lo que hay que entender por socialismo. Aunque el caso venezolano, sobre todo si lo relacionamos con los dos países asiáticos antes mencionados, sin duda no tiene nada que se le parezca a aquellos. El crecimiento económico en ellos, pese los sempiternos bloqueos de USA, es por demás evidente y contrario a la pobreza y hasta miseria nuestra.
Pero Santaella, como ya dijimos, parece creer no solamente en la buena fe del presidente vilmente engañado; por eso dice "Me harté de la inmensa corrupción campante, de la impunidad y de la negligencia de los altos funcionarios que, descaradamente y sin tapujos, forman parte del festín. Mientras tanto, el presidente Nicolás Maduro Moros, a quien nadie puede señalar de corrupto, ha sido permisivo con su poca o nula acción para cortar esas prácticas perversas, desde la raíz, con medidas drásticas."
Para Santaella si acaso Maduro tiene alguna responsabilidad es haber "sido permisivo" y nada dispuesto a tomar "medidas drásticas".
Creo, con todo el respeto que merece Santaella que este asunto es de mayor trascendencia y profundidad. Yo comenzaría por preguntar si quienes hacen las veces, como mucha gente cree, incluyendo a Santaella, de dirigentes de un "proceso revolucionario" que hasta califican de socialista han hecho un diagnóstico adecuado del cuadro nacional e internacional. Si las formulaciones hechas para la práctica son coherentes con el discurso y éste con aquellas. Deberíamos preguntarnos si el partido, en este caso el Psuv, se corresponde en su diseño y funcionamiento con la tarea que el discurso le ha asignado. Preguntaría si aquello de "Comuna o nada", entendiendo a estas como espacios socialistas, donde la relación entre lo estructural y la superestructura deben imbricarse o corresponderse mutuamente y ellas con la sociedad y el sistema global, funciona como debería. Pues estos asuntos tienen que ver con lo que gente como Santaella aspiraba, lo que no es otra cosa que una "revolución socialista, bolivariana, antiimperialista, y profundamente chavista", para decirlo en sus propias palabras.
De donde uno concluye que el asunto no se explica pensando que la buena fe del presidente ha sido burlada por un grupo de funcionarios llenos de vicios, defectos y mañas propias del capitalismo.
La explicación pareciera ser o reclamar un razonamiento de mayor envergadura y no se agota en expresiones también llenas de buena fe, romanticismo, simples sueños, menos en el descuido y debilidad del presidente. Más si, siendo justos, entendemos que todo esto tiene sus raíces más profundas y hasta atrás.
Pese haber dicho lo anterior, conscientemente caeré un en razonamiento que pudiera ser calificado de la misma manera que antes usé. Pero también sirve para fundamentar las dudas de Santaella, para quien "esos ministros, presidentes de empresas púbicas, Alcaldes Gobernadores, y los arrimados, a esos no les importa el país. En primer lugar, porque no son revolucionarios, y en segundo lugar, porque están es por llenarse los bolsillos." Mucha de esa gente, que desde los años sesenta, setenta, ochenta, noventa y más nutrió la dirigencia de la izquierda, no alcanzó una formación intelectual y teórica fundamental o básica para desempeñar los roles que ahora desempeñan? ¿No es acaso valedero pensar en aquello que José Ignacio Cabrujas llamó marxistas de oído? ¿Cuánto militante y hasta dirigente de la izquierda llegó a esas posiciones simplemente impulsados por fobia contra AD, hasta por herencia familiar o simplezas derivadas del origen clasista, aparte del oportunismo que denuncia Santaella?
Si uno puede pensar, como lo piensa Santaella, que la tal revolución socialista no se le ve por ningún lado, no puede explicarlo solamente porque el gobierno ha sido invadido por una tropa de corruptos, ineptos, derechistas orgánicos y estructurales, el presidente sorprendido en su buena fe y si acaso éste ha sido permisivo y falto de voluntad o carácter. Hay otros asuntos, como los relativos a la impertinente o improcedente concepción de partido, mala y hasta mezquina política de aliados, una visión inadecuada del cuadro internacional y el cómo desenvolverse dentro de él, falta de claridad en las respuestas a los grupos económicos internos y al capital internacional, falla de muy vieja data y esos otros que hemos señalado, que deben ser tomados en cuenta a la hora de juzgar la conducta gubernamental que incluye al presidente y toda su lista de funcionarios. Hay que revisar todo.