José Antonio Páez Herrera de Mendoza Xaimes de Agüero nace en el poblado de Curpa, antigua Provincia de Caracas, hoy estado Portuguesa, el 13 de junio de 1790 de una familia sin mayores recursos económicos y bastante numerosa, de origen español; canario. Aquí se debe señalar que la estructura social de Venezuela durante el período colonial estuvo caracterizada por un férreo sistema de castas en la cual los denominados Blancos de Orilla provenían fundamentalmente de las Islas Canarias y se dedicaban a ejercer oficios artesanales además de ser comerciantes. viviendo en los alrededores de las principales ciudades. La casta de procedencia de un individuo determinaba de forma irrefutable el alcance social al que podía aspirar y alcanzar, sin importar sus logros y esfuerzos educativos o económicos. Las Leyes de Indias, el principal instrumento jurídico y elemento por excelencia de la dominación española en los territorios del continente, hoy llamado América Hispana, establecían las normas de comportamiento de cada grupo social y, por consiguiente, regían los aspectos esenciales para el desarrollo de la vida en sociedad. Un ejemplo era el acceso al sistema educativo, o las normas y criterios para poder contraer matrimonio. Aquí un paréntesis, en nuestro himno nacional se dice, en su primera estrofa, Coro: "Gloria al bravo pueblo que el jugo lanzó, la Ley respetando la virtud y honor" Ahora bien, si con aquella Ley se imponía un yugo al pueblo, cómo éste podía respetarla para lanzarla fuera de su vida.
El destino le tenía reservado al joven José Antonio una desagradable sorpresa. En 1807, a la edad de 17 años, al regresar de un viaje de negocios desde Cabudare, actual Estado Lara, fue asaltado por cuatro bandoleros en el lugar llamado Mayurupí, actualmente Sabana de Parra, Estado Yaracuy. Páez armado con unas viejas pistolas y su sable da muerte a uno de aquellos bandidos y puso en fuga a los demás. Páez ante el peligro de una posible venganza por parte de los asaltantes y el temor de la aplicación de una injusticia por parte de las autoridades judiciales, Páez decide huir hacia los llanos de Apure, allí consigue empleo como peón en el hato La Calzada, propiedad de Manuel Antonio de Pulido y Briceño León del Pumar. Señala José Antonio Páez en su autobiografía: "La vida de peón fue el gimnasio donde adquirí la robustez atlética que tantas veces me fue utilísima después. Mi cuerpo a fuerza de golpes se volvió de hierro y mi alma adquirió, con las adversidades en los primeros años, ese temple que la educación más esmerada difícilmente habría podido darle. Tócome de capataz un negro alto, taciturno y de severo aspecto, a quien contribuía a hacer más venerable una poblada barba. Apenas se había puesto el novicio a sus órdenes, cuando, con voz imperiosa, le ordenaba que montase un caballo sin rienda, caballo que jamás había sentido sobre el lomo ni el peso de la carga, ni el del domador. Las sospechas que algunos peones le habían hecho concebir a Manuelote, de que bajo el pretexto de buscar servicio, había ido yo a espiar su conducta hicieron que me tratase con mucha dureza; dedicándome siempre los trabajos más penosos"
Con el estallido de la Guerra de Independencia de Venezuela, Manuel de Pulido viene a fungir como el contacto fundamental, en lo político y militar, entre el Ejército del Territorio Llanero-Occidental de Venezuela y el Ejército Patriota del Centro. Ofreciendo su apoyo táctico, aprovisionando la causa con hombres, caballos, además de cuantiosas cabezas de ganado provenientes de dos de sus Hatos, El Pagüey y La Calzada. Fue en este último hato donde conoce a José Antonio Páez, tomándole gran afecto, protegiéndolo, iniciándole en la carrera de las armas y en la causa pro-independentista. Ahora es que comienza la epopeya de José Antonio Páez, quien consigue entre 1813 y 1817 organizar a los llaneros sumados a la causa patriótica en un ejército con alta capacidad operativa. Muestra de ello es la Batalla de Mucuritas el 28 de enero de 1817, enfrentando la fuerza al mando del español General Miguel de la Torre y sus altamente disciplinados Húsares de Fernando VII con 2.300 hombres de infantería y 1.700 de caballería. Páez estaba al frente de 1.100 jinetes. "Catorce cargas consecutivas sobre mis cansados batallones, me hicieron ver que aquellos hombres no eran una gavilla de cobardes, como me habían informado", dijo el general Pablo Morillo, el jefe supremo de las tropas españolas en Venezuela al enviar el parte de la batalla a la Corte de Madrid. Fue Mucuritas la primera gran derrota sufrida por el muy victorioso español General Miguel de la Torre en Venezuela.