Si fuera verdad, al menos el 25%, lo que uno lee del expresidente de PDVSA Rafael Ramírez Carreño, en sus largos escritos que envía a la página web Aporrea, habría que concluir que Chávez se peló bien pelao al dejarnos como su delfín a Nicolas Maduro Moro.
¿Dónde y cómo adquirió Maduro esa habilidad de mimetizarse para poder engañar a Chávez durante tanto tiempo o es que Chávez era también un rufián? ¿Cómo detectó a Baduel y a Maduro no? ¿Como es que Chávez no se dio cuenta que tenía a su lado a un San Francisco de Asís personificado en Rafael Ramírez? Son preguntas que le surgen a uno durante la lectura de los bien hechos escritos de nuestro exembajador en la ONU.
Leer a Ramírez y no tomar posición es un pecado de omisión. Ramírez es tajante y directo, no se va por las ramas, hace acusaciones directas. No se anda con bobadas como dicen en los andes, ni le tiembla el pulso cuando dispara acusaciones por todos lados. Los que ejercen el poder se convierten en verdugos de quienes lo han perdido. Verdugo no pide clemencia, diría Mario Silva. Lo raro de este caso particular es que quien perdió el poder es Ramírez y quien lo ejerce es Maduro. Y Ramírez actúa como si fuera el verdugo que le va a cortar la cabeza a Maduro.
Por estar yo viviendo en la ciudad más escuálida del país, cada día me toca enfrentarla y a veces tengo que pasar agachado para evitar ser agredido, sobre todo cuando tengo que oír que ellos no se van a calar más que un autobusero les diga lo que deben consumir y que precio deben pagar por ello. Que prefieren una intervención humanitaria, antes de continuar con las penurias que padecemos. Que el culpable de todo es ese burro que Chávez nos dejó en Miraflores.
Yo recuerdo en mis tiempos de copeyano que la gente idolatraba a Rafael Caldera y aquí en los Andes hasta en vida le prendían velas; con Chávez no se ha llegado todavía a esos extremos, que yo sepa el uso de la figura de Chávez es para fundamentar la ideología Bolivariana y Revolucionaria del Socialismo del Siglo XXI.
Los dos anteriores párrafos para fundamentar mi posición existencial y política ante los escritos de Rafael Ramírez, los cuales debo confesar son muy buenos y de una impecable redacción, hasta parecen no hechos por él. Pero no vamos a dudar que son sus manos y su cerebro quienes hilvanan las ideas y los textos que allí leemos. Lo que me choca y enerva es el tratamiento que le da a Nicolas Maduro Moro, que queramos o no es el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela y además su jefe político. Pareciera que le oyéramos decir: "¿Que respeto le voy a guardar yo, todo un ingeniero graduado en la Central, a un pobre autobusero que llegó allí por ser un jalador de bolas de Chávez? Palabras más, palabras menos oigo yo de los escuálidos, con los cuales me tropiezo todos los días en Mérida, cuando despotrican de Maduro.
El discurso de Ramírez y de los escuálidos son muy coincidentes en cuanto al tratamiento clasista que le dan a Maduro. Según ellos Maduro es inferior porque no es doctor, ni es general y por ello no puede gobernar a un país que desde que se fundó ha estado dirigido por generales y doctores. La excepción resultó ser Chávez, pero éste al menos era oficial del ejército y tenía el apoyo de generales que le obedecían y respetaban. Ramírez y los opositores deberían enfilar sus baterías contra Chávez que fue quien lo puso allí, pues Maduro ni soñaba con ser presidente y menos sabiendo que allí había hombres de la talla de José Vicente, Diosdado, Giordani, Ramírez mismo, Rodríguez Torrez, y una veintena de generales, almirantes y doctores prestos a aceptar si Chávez se los pedía.
Llegué hasta aquí sin decir en que coincidimos Maduro y yo. Decirlo en el primer párrafo me hubiera ganado el epíteto de "Negro acomplejado", es por eso que ahora ya tengo al lector preparado para que lea esto: Maduro y yo coincidimos en que pertenecemos a dos sectores poblacionales, que según la mentalidad clasista, excluyente, xenofóbica y racista del sector poblacional que se siente y ha actuado históricamente como el "pueblo elegido por Dios" y el único con derecho a gobernar y a disfrutar de los bienes nacionales, no acepta a gente que no es de su clase social y por lo tanto rechazan y discriminan a personas como Maduro por ser un obrero autobusero y a mí por ser Negro. En ese sentido Maduro y yo estamos hermanados.
Las escazas Oportunidades que he tenido en mi vida de ejercer algún cargo público he sentido el rechazo de personas que no aceptan ser dirigidos o supervisados por un Negro, me imagino que el mismo rechazo le hacen a Maduro por ser un autobusero. En eso coincidimos Maduro y yo, somos rechazados él por su origen social y carecer de títulos universitarios yo por ser Negro. No encuentro otras razones para explicar el fenómeno del odio que generaron y generan Chávez y Maduro, los cuales han evitado que nos encontremos en la situación actual de Siria.
Cuando Chávez etiquetó a la oposición con el San Benito de "Escuálidos" lo hizo para destacar su incapacidad para entender que las cosas en el país habían cambiado y que ellos ahora no eran quienes decidían los destinos de Venezuela y que sus títulos de doctores y estrellas de hojalata no eran suficiente para hacerse obedecer. Chávez desacralizó el ejercicio del poder y lo transfirió al pueblo, éste que estaba como caimán en boca e caño y cuando tuvo la oportunidad eligió a uno de los suyos y éste era Nicolás. Yo estoy seguro que si Chávez hubiera elegido a Rafael Ramírez, este hubiera perdido con el bobo de Capriles.
También quiero dejar constancia que no acepto la tesis de la existencia del llamado "Madurismo". Ese invento de los sectores opositores para atacar al gobierno que dirige Maduro es una estrategia que no tiene asidero en la realidad política que hoy vive la República Bolivariana de Venezuela.
¿Qué más puedo decirles? Feliz año 2019. Por favor hagan catarsis y dejen de enviar insultos éste Negro que está orgulloso de su color de piel.
