Las recientes declaraciones del Grupo de Lima y del Secretario de Estado de los Estados Unidos en relación con la toma de posesión de la Presidencia de la República este 10 de enero por parte del presidente electo Nicolás Maduro requiere de una respuesta contundente de parte de todas y todos los venezolanos. Es el momento de definirse con claridad, tajantemente, si se está del lado del intervencionismo o de la independencia. Yo condeno y rechazo esas declaraciones del Grupo de Lima y de Mike Pompeo, el Secretario de Estado de EE.UU. Aquí no valen medias tintas, ni peros. O se condenan o se avalan.
Aquí se realizaron unas elecciones presidenciales en las que participaron varios candidatos. Como muchos miles de venezolanos, yo fui a votar. Sin importarme las presiones y amenazas de la oposición para que no saliéramos a votar, yo voté. Sin importar las presiones del Gobierno, yo voté libremente por el candidato de mi elección. Al igual que en otros procesos electorales, incluyendo aquellos en los que la oposición obtuvo una mayoría abrumadora o una victoria chucuta, voté en plena libertad y con seguridad de que mi voto no sería vulnerado. Yo acepto, al igual que en esas otras oportunidades, los resultados de las últimas elecciones presidenciales.
Me guste o no, Nicolás Maduro resultó electo presidente para el período 2019-2024. Nuestra Constitución contiene lo mecanismos democráticos para interrumpir su mandato en caso que la mayoría así lo decida. Los tiempos y las formas están establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV). Ningún extranjero, sea una persona o una organización de cualquier tipo, puede entrometerse en este asunto. Ningún ente extranjero puede determinar quien ocupará el cargo de presidente de la república, ni por cuanto tiempo. Eso solo lo decidimos las y los venezolanos. Más claro no canta un gallo. Aceptar lo contrario es ponerse del lado del intervencionismo, favorecer la entrega de la Nación a gobiernos extranjeros.
