En el lenguaje coloquial de antaño se solía decir "siempre anda por las ramas, por las nebulosas y nunca aterriza".
Si algo anda por las ramas en este país es el debate político entre factores del gobierno y quienes en general y hasta muy calculadamente son definidos como la oposición. Digo esto último porque prevalece una narrativa según la cual hay una sola oposición, esa que se aglutina alrededor de la Asamblea Nacional. Hasta en esto mismo también andamos por las nubes y nos cuesta aterrizar como para percatarnos que hay otra oposición distinta a esa. Pareciera que los factores representados por Henry Falcón, Ochoa Antich y otros personajes ajenos a ese universo que se llama la izquierda e integrantes de esta misma, que ya forman uno bastante numeroso en posiciones más que discrepantes y para mejor decirlo opuestas al gobierno, no existieran. Como si hablasen al infinito al o desde el más allá, por lo que les resulta difícil y hasta imposible comunicarse e insertarse con el más acá. Y todo porque las poderosas fuerzas que manejan la comunicación, gobierno y quienes cuentan con el aval del capital internacional y su inmensa red, han decidido que a esos nadie les escuche.
Este último cuadro en buena medida explica lo relativo a la nebulosidad del debate. Quienes parecen como contendores o adversarios principales en este debate que tiene mucho de drama, se andan por las nubes porque no les interesa que el mismo asuma los problemas fundamentales, inmediatos del venezolano.
A esa oposición como "oficial", decimos esto porque casi veinte años de historia de manera contundente lo han demostrado, no le interesa para nada las dificultades que agobian al venezolano. Por eso ella asume el debate por .las ramas, como que en Venezuela hay una dictadura y evade sin remilgos de ninguna naturaleza los problemas cotidianos de la multitud relativos al salario, falta de políticas destinadas a incentivar la producción en diferentes áreas, enorme costo de los bienes de consumo, crisis como terminal de diferentes servicios y hasta la corrupción, por aquello del temor que produce quien está atado al otro lado de la cuerda. Y los evade también porque de llegar al gobierno esas cosas no estarían en sus prioridades. Para demostrar esto que decimos basta revisar la conducta de gobiernos suramericanos, esos del llamado Grupo de Lima que, de manera vulgar y demasiado irrespetuosa, se injiere en los asuntos venezolanos por cumplir un mandado del Departamento de Estado. Piñera en Chile, Bolsonaro en Brasil y Macri en la Argentina son evidentes ejemplos de lo que decimos. Sus políticas están absolutamente alejadas de los intereses de la gente, porque lo que hacen no está determinado por sus propias limitaciones y anteriores prácticas, lo que sucede a quienes gobiernan, sino por compromisos con los grupos económicos internos y externos. Basta preguntarse. ¿Acaso los grupos económicos de diferente origen que concurren en Venezuela estarían interesados que sus ganancias se compartiesen equilibradamente con los trabajadores? No se trata de socializar la ganancia, sino simplemente que el trabajador pueda vivir decentemente. No hablamos de trascender el capitalismo, sino hacer a este humano y vivible. La respuesta es tan obvia, que uno piensa que esos mismos grupos no se sentirían de verdad totalmente incómodos si Maduro continuase en el gobierno, si este lograse conciliar sus formales diferencias con EEUU. ¿Acaso es mentira que antes han apoyado dictaduras de verdad? ¿Acaso no es cierto que nunca antes la acumulación de capital había alcanzado el nivel de ahora?
Maduro y quienes con él gobiernan, sin duda alguna, sufren la vergüenza de hacerlo en esas condiciones. De definirse como al servicio de los trabajadores y en realidad operar un gobierno que cuida la sociedad se mantenga inalterable, maneja el Estado en un país donde el trabajador es víctima de la más espantosa explotación. Nunca antes como ahora, desde hace más de 80 años, el trabajador venezolano había vivido bajo una situación como esta, donde el salario mensual no alcanza para cubrir las más elementales necesidades de cinco días. Y este pésimo cuadro, al que se agrega lo que ya dijimos arriba, es responsabilidad tanto del gobierno, hasta por el sólo hecho de serlo y por un largo tiempo, los empresarios que se enriquecen hasta el cansancio, el capital internacional y los gobiernos, encabezados por el de EEUU, que someten al pueblo a espantosos castigos para rendirle y ponerle a su servicio.
La oposición nada de eso denuncia. Nunca reclama por el bajo salario de los trabajadores o la muy escasa capacidad adquisitiva del mismo. Lejos de denunciar apoya el castigo que EEUU y sus socios aplican a los venezolanos y la injerencia extranjera en nuestros asuntos. No le importa en absoluto que las medidas emanadas del gobierno de EEUU y las prácticas salvajes de explotación de buena parte del empresariado venezolano estén aniquilando al nacional. Lo único que le importa es sustituir al gobierno por el medio que sea, sin importar las consecuencias de todo tipo que eso traiga aparejado, que pudieran ser infinitas y en veces hasta impensables. Es un simple quítate tú para ponerme yo. Ahora me toca a mí y no tengo tiempo para esperar. Lo mío es ya.
Al gobierno, por lo menos eso revelan los hechos, tampoco a eso presta mayor interés. Se limita a esos como espasmódicos aumentos salariales, que los justifica en un muy "pensado" y pesado "Programa de Recuperación y Bienestar Económico", que traen aparejados, como el pez tras la carnada, descomunales subidas de precios que en cosa de horas dejan si efecto aquellos. Además de sus ya habituales listas de "Precios Acordados", que en el decir de Eleazar Díaz Rangel, el gobierno mismo ya ni se acuerda. Lo suyo es escudarse en la intromisión imperialista, en buena medida incentivada por su propia ineficiencia, para distraer a las multitudes agobiadas y hasta a mucho intelectual. O quizás estos encuentran en eso la manera de justificar lo suyo.
La batalla formal entre esas dos fuerzas por demás disuasivas hacen que cualquier otra expresión pase desapercibida. Ellas polarizan la atención. Mientras en la realidad pareciera irse perfilando un nuevo cuadro que, para decirlo en el lenguaje estereotipado oficial, pareciera que se retarda en nacer porque el viejo se niega a morir.
Por esto último, mientras en el seno y alrededores de la AN y las fuerzas que en ella participan, se desarrolla un drama y se entabla una batalla que no llega a la calle por lo mismo que hemos dicho arriba, cuando Ramos Allup habla de un cambio en la estrategia que antes venía defendiendo, un poco aquello del ya o en seis meses desafectamos a Maduro, por lo de proceder constitucionalmente, ahora al encargarse de la presidencia de la AN, como resultado de un viejo acuerdo, un tal Guadió retoma la vieja, desgastada, desacreditada y hasta derrotada bandera de "La salida", con todo lo que eso envuelve. Esta vez con el respaldo injerencista del Grupo de Lima y las amenazas de Trump de invadir a Venezuela. El pueblo para nada cuenta.
Pero en todo eso hay una constante, un como acuerdo oculto, soterrado. El ignorar al pueblo y sus dificultades. Por no poder hilvanar una política que se pueda concretar en hechos cumplidos, lo que pudiera parecer distinguir a quienes gobiernan. Y por no querer comprometerse con el movimiento popular, porque no está en la esencia de sus luchas, en sus genes, como acontece con esa oposición oficial y oficiosa. Por eso se evaden y entablan una lucha intergaláctica. Y los dos en algo coinciden, que sus medios, sus recursos, no permitan se reconozca hay un tercero en discordia, otra posición que pone énfasis en los intereses, valores nacionales, hasta antiimperialistas y los derechos de la gente común.
Ambas fuerzas, oficiales y opositoras "oficiales", coinciden en callar cualquier otra forma de representar la coyuntura. Por eso las dos claman con igual empeño y hasta fanatismo "conmigo o contra mí". Para ellos no hay otra opción sino ese falso dilema. Como es mentira que el 10E se acaba el mundo, hay un cambio o un reimpulso revolucionario. Como han sido mentiras y tramposas todas propuestas hechas por la oposición oficial para buscarle una opción a la vida venezolana, con lo que solo ha conseguido fragmentarse y hasta alejarse hasta de su propia gente. ¿Acaso no es por eso que, pese todas las ventajas que ha tenido, hoy está fragmentada y casi aniquilada tanto como para buscar que fuerzas extranjeras vengan a hacerle el trabajo que a ellos corresponde con el riesgo y costo que eso implica al interés nacional y continental?