El Helicoide: Centro Comercial y de Exposición para la Industrias Venezolana, con esa finalidad fue el diseño de un moderno centro comercial que albergaría enormes galerías para exhibir los adelantos de las florecientes industrias nacionales. Hubiera incluido asimismo una sala de exposiciones de autos; un gimnasio y una piscina; restaurantes; guarderías; discotecas; un cine gigante; un hotel de primera con oficinas para todas las principales líneas aéreas; un helipuerto para transportar pasajeros desde y hasta el aeropuerto; y un sistema completo de acceso interno con ascensores diagonales y escaleras mecánicas. En su cima, bajo un domo diseñado por Buckminster Fuller, los visitantes podrían comprar souvenirs. El paisajismo iba a estar a cargo de Roberto Burle Marx. El Helicoide era arquitectura de punta, aún para los estándares de los Estados Unidos. La construcción de El Helicoide, fue concebida como una escultura urbana, una pieza arquitectónica suavemente adaptada al ritmo de los cerros adyacentes, formando en sí misma otro relieve dentro de la topografía urbana en el valle de Caracas, cuyos cerros hacían soñar a los arquitectos con una Acrópolis tropical.
El presupuesto para este desarrollo de 40.506 metros cuadrados de concreto armado fue calculado en diez millones de dólares. Al momento de ser abandonado el proyecto, el monto había ascendido a veinticuatro millones. La maqueta fue inaugurada en la oficina central de los arquitectos en el Centro Profesional del Este, en septiembre de 1955, con la presencia de Pérez Jiménez. Poco después comenzó el colosal esfuerzo para alzar la torre enroscada, con un plan tan extremo como su forma: La Roca Tarpeya fue esculpida, centímetro a centímetro para ajustarle El Helicoide como un guante. Esta estrategia limitó dramáticamente al edificio, pues quedó literalmente emparedado entre el cerro y su vialidad en espiral, contando con una profundidad máxima de 7 a 15 metros. El Helicoide fue un best seller instantáneo: su forma y escala atrajo la atención de los arquitectos de todo el mundo. Fotos de su maqueta aparecieron en la portada de periódicos del extranjero. En Venezuela una campaña publicitaria de preventa de los diferentes locales comerciales que el edificio albergaría produjo vasos, calcomanías y llaveros. Con la esperanza de que El Helicoide sería un catalizador del desarrollo urbano al sur de Caracas, se planificó un boulevard que conectaría al edificio con el Jardín Botánico, adjunto a la recién inaugurada Universidad Central de Venezuela. El poeta chileno Pablo Neruda escribió que El Helicoide era "uno de las creaciones más exquisitas que jamás nacieran de la mente de un arquitecto". El célebre pintor español Salvador Dalí se ofreció a decorarlo.
Entonces ocurrió lo impensable, el proyecto comenzó a paralizarse en un lento y gradual congelamiento que tomó a todo el mundo por sorpresa y del cual El Helicoide nunca se recuperó, pues el 23 de enero de 1958 Pérez Jiménez fue degradado derrocado. Al contrario de lo que se cree, El Helicoide aún no estaba en construcción, pues sólo se había tallado la Roca Tarpeya entre 1955 y 1957. La construcción como tal comenzó a fines de octubre de 1958, durante el gobierno provisional del militar Wolfgang Larrazábal, quien efectuaría una transición a la democracia, y permitió al edificio seguir adelante con tal de que sus empresarios contrataran a una serie de trabajadores desempleados como parte de un plan nacional de emergencia. Esto se hizo y El Helicoide avanzó a pasos agigantados, con 1.500 trabajadores alternándose en tres turnos consecutivos las veinticuatro horas del día durante el siguiente año y medio. Fue la democracia la que propinó a El Helicoide el golpe de gracia. Aún no está claro cómo esto ocurrió. Algunos culpan al recién instaurado gobierno de Rómulo Betancourt, quien, poco dispuesto a continuar y legitimar la masiva renovación de Caracas llevada a cabo durante la dictadura, puso condiciones a una línea de crédito que le había sido otorgada previamente a El Helicoide. La compañía, Helicoide C.A., se detuvo, involucrándose en una larga disputa legal que terminaría en 1976 cuando el edificio vacío fue declarado propiedad del Estado.