Hace unos meses atrás publiqué unos llamados “cuentos secesionistas” en los cuales describía el hipotético escenario que se nos presentaría en Venezuela luego de conocerse los resultados electorales favorables, sin duda alguna, al presidente Chávez.
Lo fundamental de ese escenario era el desconocimiento de Rosales al resultado por considerarlo fraudulento y en consecuencia la separación del Zulia de la República Bolivariana de Venezuela, buscando, más que una real independencia, una excusa para una guerra civil que justificara la intervención norteamericana.
Para que esta construcción pudiera entrar efectivamente en escena era necesario no sólo tergiversar las encuestas, cosa que han tratado sin éxito de lograr, sino crear un ambiente de triunfo tal que hiciera totalmente creíble la acusación de fraude. Nada de eso ha sido posible y la campaña electoral, sobre todo del lado de la oposición, es tan floja que hace evidente el convencimiento que tiene ese sector de su derrota.
Tal panorama induce a sectores de esa oposición política, de por sí muy heterogénea y poco reflexiva, a formular nuevos escenarios que dependerán de la oportunidad. Uno de estos escenarios, intentado construir a última hora por la gente de Rosales, es el de que no hay nada que hacer por ahora pues cualquier acción de fuerza sería un suicidio y en consideración a que su candidato se ha convertido en la referencia política más clara de la oposición, y también por su juventud, hay que esperar un “nuevo tiempo” consolidando fuerzas.
Pero este escenario es inaceptable para los actores irreflexivos muy numerosos que con mucho desquiciamiento operan en torno a este frente opositor. Eso da cabida al surgimiento de planes no centralizados que puedan ser puestos en marcha como opción a lo que luce incontrovertible. Y estos planes son todos de acciones violentas buscando el enfrentamiento civil y tras ello la actuación “salvadora” de sectores militares de derecha y sin duda alguna, del gobierno norteamericano.
Pueden ser diferentes los momentos y las oportunidades que se esperen para poner en ejecución esos planes, queda muy poco tiempo para buscar resultados que hagan inviable las elecciones, o en todo caso, que sus resultados queden lo suficientemente oscurecidos para dificultar la nueva acción de gobierno. Confío que sobre esto los servicios de inteligencia del estado venezolano estén actuando con la eficiencia que tal coyuntura exige.
Sin embargo, alerto sobre la concentración de Rosales para este 25 de noviembre en Caracas. La reunión de un número, seguramente importante, de personas en un escenario urbano tan abierto, será un momento propicio para que los desquiciados intenten una locura asesina como la que montaron el 11 de abril del 2002 en el centro de Caracas. Unos cuantos francotiradores, del paramilitarismo colombiano, pueden causar una terrible desgracia que abra el camino para cualquier cosa, que es lo que buscan. De eso son capaces, ya lo han demostrado con creces.