Estoy pensando, espero no tener el trompo en la uña, porque soy demasiado malo para hacer presagios, como estamos llegando al llegadero y como siempre he imaginado, "esto es mucho camisón pa´ Petra.
Pero al mismo tiempo, por la historia personal y hasta viejos sueños y sentimientos, tengo un deseo profundo que esta vez, como suele suceder, mis presagios terminen en lo mismo. Si algún optimismo tengo se fundamenta justamente en eso, que casi nunca pego una. Carta o cuadro al cual apueste nunca sale y mis equipos casi nunca ganan, salvo que alguna que otra oportunidad por algo de sadismo o ironía les apuesto en contra y entonces los resultados apuntan en contrario.
Veo el panorama venezolano muy complicado y excesivamente peligroso, pese que hay atisbos de luces que anuncian salidas. Por lo menos hoy, al levantarme, veo que el Grupo de Lima, manifiesta su oposición a la intervención militar, pero pese mis frecuentes equivocados presagios, debo recordar que a esa gente no es dado creerle y menos esperar nada bueno, pues para empezar no tiene voz propia. Lo que en todo caso sugiere tomar precauciones. El problema está en quienes tienen el control de la opinión y ejercen la dirección de las distintas fuerzas en Venezuela. Vivimos un momento en donde no es difícil que la dirigencia confunda los intereses y el destino. Estamos como en una encrucijada donde se abren los caminos y se hace necesario escoger con pertinencia. No es el momento para héroes, competentes y siempre dispuestos a inmolarse y con ellos inmolar al pueblo todo, porque de lo que se trata justamente es abrirle espacio a éste para que alcance la "mayor felicidad posible". Y si hay espacio, pese el camino que haya que transitar no sea el ideal en la imaginación poética de alguien, envuelta en aquella frase de "tomar el cielo por asalto", ni tampoco satisfaga los buenos de deseos o garantice el status personal o de un grupo. Porque muchas veces el cambio, que no debe confundirse con apoderarse de todos los trofeos, tampoco la derrota ni el retroceso, sino como un ajuste para equilibrar las cargas y con estas el rumbo, demanda uno en las personas. La brújula apunta el norte magnético, los aparatos de precisión funcionan e indican con propiedad el por hacer, pero puede suceder y en efecto sucede con frecuencia, que quienes les manejan se confunden por asuntos propios de la condición humana y eso que llaman el ser social. Por eso es pertinente, así como se cambian los instrumentos si ellos mal funcionan, también lo es sustituir personas que los manejan porque persisten en leerlos inadecuadamente.
Parece como demasiado obvio, aunque debo recordar mi muy mala capacidad para hacer presagios, que el equipo que gobierna no es apropiado para la tarea que tenemos por delante. Lo que no significa ignorar lo que hace el capital mercenario quien en lo suyo está. Pero quienes manejan las mayores fuerzas de la oposición tampoco se distinguen por hacer las cosas bien, como que no manejan sus tinglados, más parecen marionetas de intereses foráneos. Al valorar al primero, lo que le es dado hacer, la impropiedad a la cual me refiero no está sujeta a valoraciones personales, académicas y ni siquiera morales. Es de otra naturaleza, como que perdió la confianza de muy buena parte de los venezolanos. Aun quienes ven con sobrada razón que el gobierno de EEUU se entromete en nuestros asuntos de manera descarada y hasta demasiado irrespetuosa y factores de la política interna eso favorecen, también valoran con bastante fundamento la incompetencia de ese equipo de gobierno, lo que viene como muy de lejos. Se juzga muy mal, y no injustamente, al equipo que ha acompañado al presidente Maduro. Sus integrantes, salvo pocas excepciones, desde el principio, han estado en un sitio u otro pero siempre en el comando. Parecieran no tener, entre otras virtudes, la de contribuir a poner el equilibrio y sensatez y si muy dados a cumplir lo encomendado. Hay quienes llegaron jóvenes y…. Pero hasta esas pocas excepciones no se escapan de esa evaluación.
Si alguien se toma el tedioso trabajo de recoger o revisar la literatura política de los últimos cuatro años por lo menos hallará abundantes solicitudes al presidente para que remueva ese gabinete, del cual él mismo, en varias oportunidades, lo ha ofrecido. ¿Quién va a olvidar aquello de Sacudón y Revolcón? No hace mucho, a raíz de la célebre intervención denuncia de Julio Escalona en la ANC, volvió con la misma oferta y nada sucede. Todo sigue igual, como si los culpables de la ineficiencia, corrupción y burocratismo estuviesen en la calle. Tanto que los mandó a buscar con Delcy Rodríguez, quien todavía no ha podido hallar ninguno, pese que suenan tantos nombres.
La ANC nació en un momento importante. El cambio de actitud que su nacimiento produjo en la oposición, o por lo menos a su nacimiento a eso se asoció, pues es obvio que se produjo una parálisis en la violencia que desataba aquel sector, y por sus fundamentos constitucionales, generó inmensas expectativas entre los venezolanos. Ella, por su origen está armada del derecho participativo y protagónico, es el poder originario. Y por serlo, el pueblo esperaba debatiese con él y dentro de ella para impulsar los cambios a que hubiese lugar, buscar los caminos por donde cupiesen todos en la tarea de reconstruir el país. Pero no. La ANC como cuerpo, universo pequeño en número pero potencialmente gigantesco en cuanto a la representatividad, no ha estado a la altura de las circunstancias. Se acomodó a lo existente y se ajustó al ritmo y rumbo del Poder Constituido. Hay dentro de ellos, los constituyentes, y no voy a nombrar a nadie para no pecar de imprudente y tendencioso, quienes esto mismo vienen denunciando. Pero parece abundar de quienes creyesen estar allí para cumplir un mandato del Estado.
Pareciera que estamos en un momento y frente a una coyuntura donde y cuando eso de "es como mucho camisón pa´ Petra", no sólo es inherente a la AN, esa que comete errores y disparates sin medida, además para quienes desde otros órganos del Estado están en la obligación de hallarle salida a la grave tragedia en que han hundido a Venezuela, sino también a la ANC que más parece en esto un convidado de piedra.
Uno escucha hasta de esos constituyentes demandando del organismo del cual forman parte asumir su rol, por encima de cualquier otro poder y pareciera que clamaran en el desierto. Y eso sucede porque la ANC, no está consciente de su rol y juega como si fuese un órgano dependiente del poder constituido. Quienes ese cuerpo componen pudieran estarse suicidando en colectivo. Pues ella está, menos mal que existe, para la toma de grandes decisiones que pudieran servir para hallarle salida pertinente a la crisis como que disipe los vientos de guerra y los caminos para aclarar el porvenir nacional.
Quién sabe, vaya usted a saber, a lo mejor el presidente añora por alguien que le saque del fuego.