En la ‘tecnología’ del lenguaje para la conspiración, el golpe de Estado y de una invasión armada, naiden como la CIA descubre las menudencias más significativas para justificar sus tropelías contra la víctima. Merece el Premio Nóbel de la ridiculez con la efectividad de La fuerza bruta. Premio Nóbel al fin y al cabo… remunerando a los hacedores de la guerra.
Hasta aproximadamente 1970 del siglo XX, cuando el imperio se proponía invadir una nación o derrocar un gobierno, la propaganda desestabilizadora -creada por la CIA- se sustentaba en acusar a la víctima de querer invadir a los Estados Unidos. Cuando esto se decía, era porque la invasión o el golpe de Estado estaban por estallar o producirse. Era su anuncio inequívoco. No se pelaban. Lo cumplían. A los días caía la víctima ya convertida en victimario. Antes, simplemente, mataban a muchísimas personas y dejaban en desolación a zonas enteras. Cada nueva invasión era un nuevo experimento de sus armas inventadas. El negocio de la guerra es muy próspero y lucrativo asesinando a la paz y a la justicia social. Imaginémonos, sólo por un instante aunque la risa sea una expresión de llanto de arrechera, a Cipriano Castro o a Jacobo Arbenz con un ejército de hombres portando escopetas y machetes en mulas o canoas invadiendo, vía Nueva Orleáns, a los Estados Unidos esperados por un ejército equipado con armas sofisticadas. ¿Acaso eso, el sólo pensarlo, no es una ridiculez de una mente totalmente desquiciada y perversa?
En vista que el embuste –de querer invadir a los Estados Unidos- era tan descarado e increíble, la CIA hizo un doctorado (PhD) en descubrir un argumento mucho más probatorio de la “criminalidad” de la víctima escogida para derrocarla. Todos sabemos que las ‘pruebas’ de la CIA tienen que ser producto de intervenciones armadas en los asuntos internos de otras naciones y, además, muy costosas en derramamiento de sangre de pueblo. En allanamientos a residencias de víctimas, vivos o muertos, “descubrieron” –tremendo descubrimiento- que la sangre de la raza pura es ‘azul’, pero el pijama de un desobediente a los designios del imperio es rojo. Esto último lo comprobaron en la casa de Allende y en la casa de Noriega. El imperio sabe que sangre roja huele a comunismo, aunque un republicano ordene asesinar casi todo un pueblo izando su bandera roja.
Pero la CIA –por lo ilimitado de su perversidad premeditada- no gusta dejar ni el más mínimo espacio vacío en sus pruebas para invadir o derrocar a una víctima. Por eso a Allende le encontraron en su casa libros de comunismo y, para el imperio, la ideología marxista es una poderosa droga capaz de modificar o revolucionar todas las neuronas del cerebro y crear práctica social. Lo que quiere decir que un pijama rojo más un texto de marxismo es una bomba nuclear. Por eso había que derrocar a Allende, y lo hicieron. En el caso de Noriega agregaron al pijama rojo una dosis de cocaína, para ‘justificar’ que su rebeldía contra el imperio era por una cuestión de dominio del negocio del narcotráfico. Había que derrocarlo, y lo hicieron. En ningún aspecto el imperio acepta que le reten su perverso poder.
Imaginémonos por un solo momento un allanamiento a la casa de Chávez siendo el rojo un color que pruebe su culpabilidad para ser juzgado por la administración de ‘justicia’ estadounidense. Si por cada franela, camisa y corbata de color rojo le echan un año de cárcel no tendrá ni siquiera posibilidad alguna de recuperar la libertad de su cadáver en varios siglos de prisión. Y mientras eso suceda la bandera de Estados Unidos, que tiene una buena porción de color rojo, anda por el mundo invadiendo naciones, derrocando gobiernos, y haciendo guerras de exterminio masivo de poblaciones casi enteras. ¡Por cierto!: he visto al señor Bush con corbata roja. Guillo: eso es síntoma de su ansia de sangre ajena e inocente –según testimonio de la CIA-.
Se me ocurre preguntarme: ¿qué diría o haría la CIA si se produjeran en el mundo entero grandes manifestaciones de pijamas rojos? Se me ocurre dar esta ‘loca’ respuesta: pensaría en que se está produciendo la rebelión de la esclavitud de las pantaletas y los sostenes rojos.
¿A que mente humana se le puede ocurrir pensar que un pijama rojo es una prueba de un delito social? ¿Será que todo quien se ponga alguna vestimenta de color azul es fascista por herencia y convicción de raza pura? ¿Será que todo quien se ponga algo de color amarillo anda detrás del oro? ¿Será que todo quien se coloque una prenda negra es un negociante de petróleo? ¿O será que estamos en víspera de la guerra de los colores? No tengo respuesta, pero aunque no lo use me conseguiré un pijama rojo.