Hay un título en Aporrea que nos da una idea clara de la confusión que nos entumece los músculos del cerebro (claro que, en sentido figurado), cuando intentamos pensar con el cerebro de Maduro… el título es: “Hambrear y empobrecer a Venezuela para fracasar modelo socialista y chantajear electoralmente al pueblo para convocar elecciones anticipadas”. Nos referimos al título por lo elocuente que resulta esta confusión en él. El contenido del artículo está lleno de pedanterías y de todas las explicaciones oficiales que no vienen al caso recordarlas (es como si lo escribiera Maduro). Pero el título confunde, sobre todo a la gente que al día de hoy cumple con más de cinco años pasando trabajo y en muchísimos casos hambre, sin eufemismos, sin exageraciones, en todas sus dimensiones incluyendo la abstinencia que ha sufrido el espíritu.
¿Quién quiere hambrear y empobrecer a Venezuela? El título da a entender que son las potencias mundiales, en particular los EEUU, pero muy poco o nada dice que se trata del capitalismo.
Pero la inspiración de los imperios son los intereses capitalistas (“el imperialismo moderno es la fase superior del capitalismo”, solo para recordarlo a los más distraídos). Podemos decir, entonces, que esa tarea de hambrear a la población se ha ido cumpliendo desde hace cinco años o más de forma sostenida hasta hoy, si partimos de la muerte de Chávez y descontamos por lo menos siete u ocho años de su gobierno, en el cual vivimos, material y anímicamente bastante bien, hasta que lo matan. En la naturaleza del capitalismo y sus tareas fundamentales está someter al máximo sacrificio (–a morir de hambre y sometidos a una suprema explotación-, para que quede claro) a las mayorías, en beneficio de aquellos pocos que pueden jugar a la especulación capitalista… y morir de indigestión y enfermedades relacionadas con los excesos. Bien, en estos cinco años el capitalismo, (no el socialismo –porque no lo ha habido en ellos -) nos ha sometido a un régimen de hambre y explotación, igual al que nos amenazara cualquier otro, venga de donde venga. Ésto no es nada nuevo.
Acerca de la segunda parte del título relativa a “chantajear electoralmente al pueblo para convocar elecciones anticipadas”, hasta ahora el chantaje ha sido al revés. El alto gobierno ha mantenido asustada y atontada a la gente, en particular a la gente que vota por Chávez con la cara de Maduro, con amenazas de cosas que ya están aquí, que ya padecemos, y con otras de cosas que podrían suceder si no lo apoyamos incondicionalmente; vivimos disociando las amenazas (y las promesas) de nuestra propia realidad real, nuestra verdad, asustados de que nos puede pasar algo terrible, como si lo que vivimos hoy no lo fuera ya, ¿acaso es miedo al dolor?. Y por otra parte, como si el capitalismo imperial fuera distinto cuando Maduro hace negocios con él, a cuando Maduro lo denuncia ante el mundo. ¡Se trata del mismo capitalismo!, por si no lo sabían.
En este estado de disociación, de disfunción mental, no se pueden mejorar las cosas; tiene que haber un mínimo de cordura, de terreno lógico común, para poder aclarar el panorama. Hay que saber por qué EEUU no quiere a Maduro como presidente, por qué EEUU y buena parte de Europa están decididos a desplazarlo del gobierno, a pesar de todos los espacios que éste le ha otorgado al capitalismo colonialista, y en muchos casos, sin condiciones (“flexibilizando” la ley) ¿No es una contradicción? Maduro casi que privatiza PDVSA y entrega concesiones valiosísimas en el Arco Minero; dolariza la economía; no se atreve a tocar las propiedades de los conspiradores, de poner presos a los acaparadores, especuladores, ladrones, contrabandistas, señalados como “empresarios honestos y patriotas”. Sin embargo, aun así, los capitalistas del mundo lo quieren afuera del gobierno ¿No les parece contradictorio todo esto? ¿No les parece contradictorio recoger firmas para impedir una intervención militar para luego botarlas a la basura, como lo hicieron con las del decreto de Obama?
Hay que pensar un poco más allá. ¿No será que Maduro es visto solo como un accidente, y lo que a ellos les importa, además de cogerse todo, es destruir (con Maduro el oportunista incluido, por supuesto) al chavismo, al espíritu independentista y socialista de Chávez, el cual buena parte de la población todavía lo conserva firme? Hay que aclarar las cosas, para saber dónde está realmente colocado el enemigo, el cual hasta ahora se ha comportado como un pequeño demonio ubicuo, que está en todas partes y en ninguna.
Para los que creemos en Chávez, la pedantería no es suficiente o es simplemente inútil si lo queremos defender, hay que meterle el pecho al asunto. Si encontramos por fin dónde se encuentra estacionado nuestro enemigo podremos trazar un plan de lucha, de defensa y ataque. Pero si ni siquiera sabemos (¡con el corazón en la mano!) cuál es y dónde está nuestro enemigo; terminaremos matándonos por Maduro o matándonos por Guaidó como pendejos ignorantes, por burros, por flojera mental, por desesperación, por nervios, por la simpleza de nuestros razonamientos, por la mansedumbre de nuestras mentes.
Si nuestro enemigo es el capitalismo, el capitalismo está ahora dentro de país (y dentro de nosotros), controlando las decisiones del gobierno y todos los procesos económicos esenciales, conspirando contra Chávez, contra el chavismo y en contra el socialismo a través de Maduro, y en contra de Maduro el pequeñoburgués advenedizo. El capitalismo hace lo mismo desde afuera, y para eso tiene que sacar del medio a Maduro, o a todo aquel que hable y actúe en nombre del socialismo, así no sea, ni quiera ser, socialista. Este es territorio marcado por los EEUU como “territorio colonial”, como la despensa del capitalismo del norte. Lo mismo piensan en Europa, los rusos y los chinos, y por él se pelean todos. Maduro está en el medio, no permite avanzar a los capitalistas y no permite avanzar a los socialistas que queremos volver a Chávez; no es que sea neutral, es que se cansó a medio camino y ahora es un estorbo. Nuestra obligación es poner las cosas en claro, no oscurecerlas más por miedo, por pedantería, por querer pensar desde la cabeza de Maduro, el medroso y campeón de las contradicciones.