El panorama del golpe de Estado silencioso en marcha, orquestado desde EE.UU. con el apoyo de 16 países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) y algunos países de Europa, no pinta escenarios benevolentes en los próximos días, tomando en cuenta el prontuario delictivo y desestabilizador de Juan Guaidó y su partido Voluntad Popular.
Si bien es cierto, Guaidó y los que están acompañándolo en esta aventura desestabilizadora son minorías en el país que quiere paz. No obstante, hemos visto que el extremismo opositor podría salirse con las suyas y generar el escenario de violencia que han venido insistiendo desde el 2014. Hemos reiterado, que había que detener a ese ciudadano desde el mismo 23 de enero de 2019 cuando se autoproclamó, porque era peligroso, de abierto comportamiento irregular y provocador de situaciones violentas y desestabilizadoras. Pretender ingresar por la vía de la fuerza de un supuesto cargamento de insumos que denominan "ayuda humanitaria" sin autorización legal, bajo la misma estrategia bélica estadounidense aplicada en Siria, es un indicativo que esos señores quieren una guerra civil.
Los últimos hechos diplomáticos y no diplomáticos llevados a cabo por los gobiernos de Colombia y Estados Unidos, así como las últimas acciones del usurpador presidencial Juan Guaidó, junto a las decisiones de la Asamblea Nacional en desacato, indican un alto riesgo en la que se encuentra la población venezolana. Estamos al frente de una oposición golpista.
Que Donald Trump se haya reunido con la casta radical de venezolanos conspiradores, exgolpistas, prófugos de la justicia y otros desertores militares en Florida, que ansían la ejecución inmediata de una invasión, ocupación y guerra de EE.UU. contra la nación, develan lo que sectores de ultra derecha son capaces de hacer con su país. Celebrar, de una manera irracional, que Donald Trump está anunciando la invasión militar y destrucción de nuestro Nación, para que sus transnacionales se apropien de nuestras riquezas y generen una mortandad en nombre de la libertad es algo deplorable, que merece el rechazo de cualquier persona racional.
Que el gobierno colombiano haya anunciado que retirarán los obstáculos colocados por el gobierno de Maduro a lo largo del puente las Tienditas, que conecta con Ureña en San Cristóbal, en Venezuela, en el supuesto tramo correspondiente a Colombia, es una abierta y clara declaración de guerra.
Que el propio Donald Trump y su vocero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, haya amenazado abiertamente a las Fuerzas Armadas Bolivarianas con acciones violentas si no cede el paso opositor, en caravana o en marcha, desde el territorio colombiano hacia el estado Táchira, es decir, si no se portan bien y son obedientes, evidentemente es una agresión e irrespeto a nuestra institucionalidad castrense. Recordemos las palabras de Trump: "Hay miembros de la Fuerza Armada que aún apoya esta dictadura, están arriesgando su futuro y el futuro de Venezuela." (…) "Militares deben elegir: "amnistía o perder todo" (…) "La nueva era está por comenzar en Latinoamérica".
Peor aún, que el diputado Juan Guaidó usurpador de funciones presidenciales con el aval de Donald Trump, haya dicho que la muerte de humanos es una inversión, avizora que entraremos en tiempos de violencia y enfrentamientos cívicos y militares, situación muy peligrosa para la paz del país. Evidentemente que el objetivo central es buscar la salida por la fuerza del presidente constitucional Nicolás Maduro.
INSISTO, LO QUE ESTÁN JUGANDO ES AL SECESIONISMO EN VENEZUELA
En el "Estatuto que rige la transición a la democracia para restablecer la vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela", aprobado el día martes 5 de febrero de 2019 por la sesión plenaria de la Asamblea Nacional en desacato, la oposición política liderada por el presidente usurpador, Juan Guaidó, explica los pasos jurídicos y de interpretación constitucional para llevar a cabo un golpe certero a la revolución por medio de una estrategia de "secesión territorial" a partir del 23 de febrero de 2019, que han denominado "la coyuntura liberadora" con el apoyo del imperio estadounidense y el gobierno colombiano.
En esa sesión parlamentaria ilegal, Guaidó afirmó que "este es un documento histórico para el país, que le da marco, orden y busca gobernabilidad de cara a un proceso de transición". Una transición, que ha dicho reiteradamente, no descartar cualquier medio para alcanzar derrocar el gobierno de Maduro, incluyendo el uso de la fuerza militar externa. Estrategia que incluso, deja abierta las posibilidades para el inicio de una "guerra de secesión".
El día lunes 18 de febrero de 2019, en el marco de la instalación de la Comisión Presidencial de Tecnología, el presidente Nicolás Maduro hizo una breve mención a esa estrategia opositora, insistiendo que "la ayuda humanitaria es una trampa casa bobo", porque busca justificar la entrada a Venezuela de mercenarios y fuerzas imperiales para posicionarse en el territorio nacional y desestabilizar militarmente el país.
De hecho, en el propio "Estatuto que rige la transición a la democracia", los opositores golpistas dan pista sobre su estrategia oculta secesionista que pretenden iniciarlo a partir del concierto musical que han denominado "humanitario", a realizarse el día 23 de febrero en Cúcuta, Colombia, una de las ciudades más pobres de ese país, pero fronterizo con Venezuela.
Luego del concierto, intentarían realizar una gran movilización popular desde esa ciudad colombiana hacia el territorio venezolano por el estado Táchira (gobernado por la oposición), con supuestas medicinas y alimentos para algunos venezolanos, que camuflajearán la penetración al territorio tachirense de armamentos, mercenarios y fuerzas militares internacionales de intervención, y allí asentarse el "gobierno en paralelo" presidido por Juan Guaidó, que ellos llaman "Gobierno provisional de unidad nacional" con la venia de la Asamblea Nacional en desacato.
Si logran ingresar al estado Táchira, crearían en esa ciudad la capital de una región autónoma dentro de un proceso de secesión para dividir Venezuela en varios estados. Situación que sería avalada por esa Asamblea Nacional en desacato con base en una interpretación ilegal del Artículo 14 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que reza lo siguiente: "La Ley establecerá un régimen jurídico especial para aquellos territorios que por libre determinación de sus habitantes, y con aceptación de la Asamblea Nacional, se incorporen al de la República".
En ese sentido, aprobarían una ley que determine la instalación del gobierno paralelo en el estado Táchira, instalar los poderes públicos y entes de la administración gubernamental de facto, una base territorial que daría inicio al proceso de secesión, traspaso de territorio a otros países (Colombia o a Estados Unidos), instalación de bases militares extranjeras, de donde se llevaría a cabo ataques militares, una guerra civil, avances y el desmembramiento territorial venezolano. Como vemos, la secesión es el proyecto original de Estados Unidos para nuestro país, que es el mismo aplicado en Siria, que ha dejado en siete años al menos de 465.000 sirios muertos, más de un millón de heridos y 12 millones han huido forzosamente de sus casas.
Es por lo anterior, que se justifica realizar un gran concierto de defensa de la paz y del territorio nacional junto a una gran movilización nacional cívico-militar hacia la frontera tachirense, para garantizar que no ocurra el paso de la marcha secesionista pautada por la oposición política nacional e internacional. En ese sentido, un concierto por la paz en el Puente Simón Bolívar, en el lado venezolano, es una estrategia para conformar una barrera humana patriota, de solidaridad con el pueblo de Cúcuta y para impedir la entrada de esas fuerzas externas hacia nuestro territorio, abortando cualquier intento de secesionar nuestro territorio.
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