El elefante le pidió sexo a la hormiguita. "Está bien—respondió ella—. Pero si lo hacemos en forma segura". En seguida, preguntó el paquidermo: "Cómo?". Y la hormiga respondió: "Tu abajo y yo arriba". Yo no sé si el acto se consumó entre el elefante y la hormiguita, pero lo que sí sé es que nadie quiere estar abajo. Todos quieren estar arriba. Así es la vida. Nadie quiere perder. Yo acepto, si tú aceptas lo mío. O viceversa.
Mucha gente tiene la mirada puesta en Oslo, la capital de Noruega. Y las expectativas crecen entre los observadores latinoamericanos, como en los europeos. No así en el gobierno que lidera Donald Trump y sus adláteres venezolanos que sueñan con una invasión a la patria de Bolívar. Las amenazas de los gringos en el poder se multiplican, mientras que Juanito Alimaña y su combo persiste en amenazar al residente Nicolás Maduro con los marines. En ese sentido, en Oslo está un grupo de personas por la oposición que sí cree en un diálogo que desemboque en un acuerdo que permita la ansiada paz en el país.
Allí las cosas marcharan bien hasta que el uno le exija el otro lo que pretende. "Acepto, pero tu abajo y yo arriba", sino, no hacemos negocios. Por ejemplo, el senador republicano, Marcos Rubio, ha dictado instrucciones a los personajes de la oposición que asiste a los encuentros en Noruega. Entre ellas, la de que exijan elecciones libres y con nuevo CNE, ya. ¿Es eso posible? Lo veo difícil, muy difícil. ¿En qué pueden ceder los negociadores del gobierno? Tal vez, en la liberación de algunos presos políticos, la reestructuración del CNE, el adelanto de las elecciones para diputados, el regreso a Venezuela de algunos personajes que picaron cabos, sin son ni ton. Pero, en lo que no debe ceder el gobierno es en el perdón a los traidores. A aquellas personas que han pedido abierta y públicamente la invasión a nuestro país, por parte de los Estados Unidos.
Yo, me siento entre los pesimistas que creen que tales intenciones no llegaran a cuajar. El país se encuentra totalmente polarizado. Y las tendencias se radicalizan cada vez más. Ojalá, Dios ilumine a todos los convocados a esas reuniones, y que sean capaces de flexibilizar las exigencias, de manera que lleguen a un punto de equilibrio donde nadie salga perjudicado, desde el punto de vista político, y el país alga ganando. Acuerdos ha habido en otros escenarios con conflictos de esta naturaleza, e inclusive, más complicados, como lo fue el proceso salvadoreño y el colombiano. Para referirme sólo a esos dos ejemplos, pero hay muchos más… ¡Dios, proteja a nuestra Nación!