El ideal es voluntad de cambio: ¡tomemos los medios del Estado, es todo!

Qué sería de nosotros sin la filosofía y el pensamiento universal… No podemos imaginar nada fuera de nuestra propia realidad, eso es cierto. Con la imaginación solo ordenamos de otra forma la realidad, es todo. Se trata del pensamiento crítico, la imaginación en acción, pero hasta que la realidad lo disponga…

No se puede imaginar nada fuera de esa crítica a la realidad y de lo que arrastramos con nosotros de ella en forma de cultura, de interpretación, de sabiduría e ignorancia: a menos que seamos de otro planeta… ni siquiera Einstein puede imaginar nada fuera de esos juicios, prejuicios y circunstancias. Es el mundo de la teoría, y de la experiencia que tenemos de ella, con todo lo humano y maloliente que tiene….

Al grano (¡!)…Por un lado somos occidentales y por el mismo lado somos negros, judíos, árabes e indoamericanos o nuestroamericanos como dice Chávez; nuestra imaginación tiene todo eso como límite, a parte del límite de nuestra ignorancia. En la práctica se actúa de forma parecida, porque somos cultura acumulada, un poco vulgar, desgastada, desorganizada, pero cultura, la misma de los señores filósofos, de los amos, y de los abuelos que hemos encarnado, y así mismo ha quedado olvidada en sus raíces y orígenes. Pero ahí subyace, desde ahí brota en nuestras vidas como atavismos, memoria, herencia.

El punto importante es la crítica a esa realidad. Yo, como socialista, la hago para cambiar, ordenarla de forma distinta, en busca de un ideal de lo que deberíamos ser, todos, yo y los otros. ¡Cuál es el lío con los ideales! Sin ellos seríamos como burros dando vueltas en una noria, o peor aún, "radicales libres".

Las revoluciones existen y forman parte de esa crítica universal a la realidad, en el arte, en la filosofía, en las ciencias, en la política, y son ellas mismas realidad, están ahí para aprender de ellas. Pero se dan gracias a ideales, de forma violenta, o por lo menos de forma rasposa. Sin ideales no habría revoluciones y sin revoluciones seríamos hoy, como mínimo, un consulado del imperio romano, sin capitalismo, pero con oligarcas disfrazados de aristócratas, plebeyos, esclavos y extranjeros.

El ideal es una "imagen rectora" de lo que queremos ser como individuos y como sociedad, una guía para ordenar las cosas diferentes, sin él estamos perdidos, sin luz, seríamos tan "libres" como el cáncer. ¡No le temo al ideal, ni me parece que haya que cuidarse de él!, ¡para qué!, ¿para evitar la angustia de tener que construir algo nuevo y más sólido?

El deber ser es un concepto de fácil uso especulativo, pero es útil para distinguir lo que debería ser de lo que de hecho es. El deber ser es necesario en la medida en que nos obliga; sin él no podríamos forjar el carácter, por ejemplo, u organizar la sociedad sobre bases morales o jurídicas. De hecho, nuestra sociedad se fundamente en la violación, falta u obediencia de ese deber ser. Está ahí como referencia, para ordenar o desordenar la sociedad.

Y para cambiarla. Cambiar la sociedad es sustituir una referencia moral o ética, religiosa política, por otra opuesta o contraria (la transvaloración de los valores cristianos de Nietzsche es una incitación a una sociedad contraria a la sociedad "cristiana occidental". Hay que leer un poco a Nietzsche). El socialismo es un ideal político y moral de una sociedad opuesta a la sociedad capitalista burguesa y toda su simbología, su espiritualidad seudo aristocrática, clasista, segregacionista, racista…

Sin la referencia del deber ser, de las formas jurídicas e imperativos morales de la sociedad, no podemos contrastar nuestras vidas contra él, cambiar o no, evolucionar hacia un ideal distinto o defender lo que hay; es lógicamente útil, por decir algo, intelectualmente útil. Lo que no es recomendable es confundirlo (porque lo llevamos dentro) con el ser, y creer que lo que debemos ser es lo que somos (el pendejo de siempre), o sea, "caernos a coba" sin poder contrastarnos de forma conscientes; mentir y mentirnos respecto a la realidad de lo que somos y aparentar lo que no somos; jugar con lo que deberíamos ser y no somos… es con algo grave, es ir contra lo fundamental. Pero lo común en este tempo es hacer del "deber ser" un vestido a la medida de nuestras necesidades morales, que nos disfracemos de lo que deberíamos ser y no somos, lo común ahora es vivir en una total amoralidad, sin referencias, sin sentido del bien y del mal, el pragmatismo, la disolución del concepto de nación, pueblo, patria, y persona. El capitalismo es la antítesis del concepto de patria, de nación de moral etc.

Pero eso es otra cosa, que está lejos de cómo funciona el ideal. Un ideal es un acto de fe, una voluntad de cambiar y fundar valores y nuevas leyes. En el caso de los socialistas se trata de una nación de justicia, de respeto, de igualdad, solidaridad, de democracia participativa y protagónica, asentada en la crítica, el debate y la educación (esta es una idea compartida por filósofos de la talla de John Dewey, el gran pedagogo norteamericano. Para Dewey es la educación la que iguala y perpetúa la especia y ordena la sociedad; y el debate y la crítica fundamentan la democracia; principios o ideales compartidos además con los marxistas: lean Democracia y Educación). Mientras tanto el deber ser, así solo, puede presentarse como una ley caduca, piche, que no obliga a nada, como es el liberalismo burgués, el capitalismo; la más auténtica realización de una oligarquía o gobierno de los poderosos; de animales disfrazados de ídolos, modelos, dioses, como los emperadores romanos más decadentes.

El ideal es una referencia moral para la acción, nos puede ayudar a la crítica de nuestras maneras (a autocriticarnos) y a cambiar en consecuencia. A ordenar nuestra vida de forma distinta siguiendo ese ideal. Para eso sirven los ideales, para evolucionar, para cambiar, hay que verlos con optimismo y coraje; no con desconfianza y miedo, mucho menos si son los ideales de una sociedad socialistas.

Desde mi realidad y mis ideales… (Ideales materialistas, porque tampoco se sostienen en un más allá sobre la vida y después de la muerte, ni en una existencia anterior a la vida, es decir, no son metafísicos…; y dialécticos, porque se fundan en la realidad que he podido percibir día a día, y observar cómo cambia, cómo se fija, se inquieta, en constante devenir, tal como la dialéctica de Lenin, el modelo de filósofo y político marxista más importante conocido hasta hoy …)…,

Por ejemplo, desde mis ideales, ahora imagino a los Roberto entrevistando en su programa a un grupo de trabajadores de la plataforma petrolera Deltana, o unas maestras que protestaban en Aragua, o a los buhoneros de la Redoma de Petare…, no sé, para escuchar de primera mano lo que pasa en el país y sus opiniones y soluciones, apartado de ese teatro bufo que llaman (o llamaron, uno no sabe) "congreso de la Patria", que más que el deber ser de la democracia, es un deseo de oligarquía burguesa: aplicar el método dialéctico a fondo, el método pedagógico de Dewey, el cual considera la experiencia un fenómeno precario, que cambia, que se distorsiona, que se falsifica, y que por eso hay que estar sobre ella, observando y tomando notas y decisiones. Es fácil oír a Wills Rangel "analizando" y diciendo lo que queremos oír, repitiendo sus líneas tal y como lo obliga el "pacto social" adeco, distorsionando la realidad y la experiencia. O a Alberto Aranguibel, disimulándose en un personaje chistoso, burlándose ad infinitum de Ismael García, su alter ego.

Pero oír y ver en televisión, en la televisión del Estado, lo que piensa y opina la gente común, ¡eso sí sería una verdadera revolución!, con la constitución en la mano, con los estatutos del PSUV, con el plan de la patria de Chávez y sus versiones mamarrachas, solo para comparar, ¡¿Ves?!, ¡voluntad de cambio! Un debate público con gente común, con otros sindicalistas y dirigentes distintos a los de planta (o de la "planta"), inclusive dirigentes nacionales, que no sean los que hablan por y a favor, del gobierno, ¡dejar hablar a todo el que tenga algo qué decir; sin miedo a que sean desmentidos o descubiertos algunos "poderosos" encumbrados en el gobierno y en el país, que es el gran peo, al final de todo.

Desde mi realidad no me pasan por la mente esas matemáticas de sumar participantes por edades, regiones etc. (como si fueran electores), en asambleas, a manera de "dialogantes" del gobierno… porque ¡ya cambió, mi realidad, se parece cada vez más a mi ideal! Pienso en la necesidad de poner delante otra realidad, una que viva, vista y descrita de primera mano por sus protagonistas, frente a la que se "imaginan" e imponen los burócratas y líderes gastados de este país (verbo y gracia, Eduardo Semtei, el "Fiódor Karamazov" de la política, o Jaua, que habla como si nunca hubiera sido ministro de Maduro…, y es que ahora solo lo fue de Chávez, o cualquiera de los que están sentados en la mesa de diálogo, un diálogo construido sobre la base real de sus ambiciones y deseos personales, un diálogo entre primos; en esto no me engaño "ni un tantico así").

Lo ideal, y lo más revolucionario ahora, es hacer que se usen los medios del Estado en favor de un cambio auténtico; ¡Eso sí que es un ideal…! Pero, hecho realidad, podría ser una revolución. Y fíjense que es materialmente posible: los medios están ahí, casi que a la mano, son reales y tangibles…, sin embargo, sin una voluntad detrás para usarlos a favor de una verdadera revolución; mal organizados, mal administrados, huérfanos del ideal, del deber ser socialista, o sea de la consciencia deber social,… Y es que un ideal socialista solo exige voluntad y trabajo, nada que un hombre y una mujer de verdadero carácter no puedan acometer y lograr… …Mi perorata política, disculpen.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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