Crecerse en las dificultades


Los últimos movimientos del gigante imperialista: Desconocer a la ONU, invadir a Irak, el silenciamiento de la Comunidad Europea que mendiga ahora, con desvergüenza, un puesto en el festín de la reconstrucción del país arrasado; son signos de que entramos francamente en la hegemonía política, militar y espiritual del monstruo del norte. Esta profundización del clima hegemónico produce ajustes en las conductas de los países y de los seres humanos.
Nos interesa en este artículo referirnos a los deslizamientos de algunos intelectuales de la pequeña clase media mundial, y lo que esta conducta presagia para el proceso bolivariano.
En los últimos días, y a propósito de las medidas represivas que ha tomado el Estado Cubano para cumplir con su deber que es defender su sistema social; se han visto en la prensa mundial y nacional, arrebatos morales de algunos calificados y admirados intelectuales de la pequeña clase media, tal es el caso de Galeano, Dario Fó, Saramago, y nuestro intrincado Domingo Alberto Rangel. Estos intelectuales aprovecharon la oportunidad para correr su posición hacia zonas neutrales de mayor comodidad. No queremos entrar aquí en la discusión de las medidas tomada por el Estado Cubano, nos limitaremos a decir que no se pueden analizar aisladamente sino dentro del paisaje de un Estado pequeño, digno, socialista que se enfrenta al monstruo hegemónico, a ochenta millas de sus playas, a merced de sus radios y televisiones, a tiro de piedra de sus sicarios de Miami, sitiado por un bloqueo criminal que algunos ahora no comprenden y tratan a la ligera, etc. etc. En este paisaje, nosotros cerramos filas al lado del pueblo cubano, apoyamos todas las medidas que el Estado Cubano considere convenientes para defender, tal como es su deber, su sistema social, en esta defensa seguramente cometerá errores, que deberán discutirse y corregirse dentro del campo revolucionarios nunca usándolos como palanca para llevar agua al molino del monstruo hegemónico. Nunca tuvieron más vigencia las palabras de Martí: “¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”
El deslizamiento de los intelectuales, a pesar de todo tiene una utilidad: es un termómetro preciso que anuncia días difíciles, cuando abandonan el barco es un mal augurio. Pero ahora, dejemos en el hombrillo de la historia a estos intelectuales deslizados, a estos heraldos negros, que, con su temprana deserción anuncian tempestades para los revolucionarios y las revoluciones. Estudiemos el momento
El monstruo imperialista está enardecido, y motivos tiene para ello. Vive una etapa de triunfos, y está eufórico. Ahora los títeres tiemblan, los débiles se acoquinan, las solideces revolucionarias se ponen a prueba. Nadie está seguro, es alto el precio que hay que pagar por la consecuencia revolucionaria, la dignidad irrita al monstruo. Los días que están por venir pondrán a prueba el temple la consecuencia y la inteligencia de los revolucionarios, las tempranas deserciones así lo anuncian.
La Revolución Bolivariana, transita días de peligro, es la hora de la unidad alrededor de objetivos revolucionarios. Es tiempo, días apenas, en que debemos prepararnos para la agudización de la confrontación con la restauración nacional e internacional. Vienen tiempos difíciles y también inmensas posibilidades de avanzar. Si diagnosticamos bien el momento, si corregimos los errores, si ajustamos las estructuras, si insuflamos al pueblo de la moral revolucionaria, entonces podremos, siguiendo el ejemplo de Bolívar, transformar las dificultades en victorias.



¿Qué hacer?

Lo primero, es entender que la Revolución, su líder y el pueblo necesitan un Estado Mayor Político Revolucionario: No es posible triunfar sin una dirección revolucionaria clara, coherente, potenciadora del liderazgo del Comandante Chávez, y fusionada con su pueblo. De la correcta confección de este Estado Mayor Revolucionario, depende el futuro de la patria: Debe ser un Estado Mayor, aunque parezca una perogrullada, formado por revolucionarios. Debe ser funcional, no más de 11 miembros. Debe surgir de una reunión más amplia, una especie de congresillo que establezca las líneas ideológicas principales de la Revolución Bolivariana, es decir que de una vez por todas adapte a Bolívar a la etapa actual, lo enriquezca y lo ponga al frente de la gran batalla que se avecina. La dirección debe ser reflejo de estas líneas ideológicas básicas.
Resuelto el problema de la Dirección de la Revolución y de la ideología que la sustenta, debemos pasar a las tareas del momento.
Desplegar una lucha por el fortalecimiento de la conciencia revolucionaria en el pueblo. Se avecinan días muy difíciles, en lo económico y en lo político: con medidas populistas se podrá mantener a flote el barquito del oportunismo, pero nunca se podrá hacer Revolución. Usando las melladas herramientas electorales del pasado se pueden defender puestillos burocráticos. Pero jamás se hará revolución. La única manera de hacer la Revolución es forjándola conciencia y corazón del pueblo. Y eso se logra cambiando las relaciones humanas fraudulentas que originan la espiritualidad, la ética del pasado. Es necesario instalar en el espinazo económico de la nación la idea de producción colectiva y distribución colectiva, rescatar el valor social de la producción y de la distribución. De esta manera la conciencia revolucionaria que se manifestó en abril y en diciembre tendrá apoyo en la realidad y emergerá la nueva espiritualidad revolucionaria: lo colectivo y lo individual fundido en unos mismos sueños y metas.
La conciencia que ha demostrado este pueblo, apoyada sobre las nuevas relaciones económicas y sociales, no permitirá enfrentar los mayores retos que el enemigo nos plantee, porque seremos dueños de nuestro destino y no victimas del mejor postor.



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Toby Valderrama


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