"Que se vayan todos…y no quede…ni uno solo" ¡Que sueño! ¡Que sueño bello! Imaginémoslo: un mundo sin políticos, un mundo sin sus amigos capitalistas, un mundo sin Estado, un mundo sin capital, un mundo sin poder."
Los últimos acontecimientos acaecidos en Venezuela, en esa cloaca que llaman ASAMBLEA, solo ha demostrado la ambición que tiene la clase política por el poder. Una clase política que busca enriquecerse y se ha enriquecido tanto en el ayer como en el presente a través de los negocios que se realizan en esas conversaciones secretas a puerta cerrada y donde hoy, se ejecutan en la cañería por donde recorre el excremento del diablo que llaman mesa del diálogo. Dialogo, donde izquierdistas y derechistas, especie de pillos disfrazados unos con careta roja y otros con la careta tricolor, solo buscan y discuten quien se queda con la mayor tajada.
Detrás de todo éste problema que tenemos y vivimos en Venezuela, hay mucha oscuridad, trampas, traiciones, manipulaciones, engaños y una sola intención: Cambiar un gobierno, por otro gobierno o lo que es lo mismo, unos ladrones por otros ladrones.
Hay quienes dicen que la paciencia tiene un límite, donde el refranero popular señala que "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista" y en el marco de ese dicho, de ese refrán, se encuentra germinando en el seno de las muchedumbres un descontento capaz de rebelarse en cualquier momento y que va arremeter contra esa clase política y sus respectivos partidos, que se han constituido en simples sindicatos para delinquir, a nombre de una mal llamada democracia que ha servido para pisotear a un pueblo, pero que a pesar de todo en el subconsciente de ese pueblo, se alberga la esperanza de emanciparse y librarse de cuanto pillo gobernante ha querido utilizarlo, para su beneficio personal y del entorno que le rodea.
Hoy más que nunca en Venezuela toma vigencia el prólogo que le hicieran al libro del escritor irlandés John Holloway titulado "Cambiar el Mundo sin tomar el poder", allí se indica de manera magistral una síntesis de la necesidad de un nuevo proyecto civilizatorio, donde lo primero que hay que hacer, es echar a esa clase política corrompida de la llamada derecha y de la llamada izquierda y a su efecto nos indica: "Que se vayan todos…y no quede…ni uno solo" ¡Que sueño! ¡Que sueño bello! Imaginémoslo: un mundo sin políticos, un mundo sin sus amigos capitalistas, un mundo sin Estado, un mundo sin capital, un mundo sin poder."
EL SILENCIO COMO LENGUAJE
Hay quienes creen que cuando hay silencio, es porque hay conformismo, resignación y sobre todo ausencia de lenguaje, al contrario de esta versión, en ese silencio hay un lenguaje que expresa opiniones, se percibe un sentimiento, una forma de sentir, entender una realidad. En ese silencio a veces se encuentra dolor, rabia, frustraciones y hasta odios, es un discurso que no se exterioriza, está oculto, es clandestino y ese discurso y esas opiniones se encuentran en el cerebro del que guarda silencio o de los que guardan silencio. Me refiero a los que cuando están presentes frente a cualquier injusticia, sólo se miran a los ojos y anuncian sin hablar lo que opinan. Dirían los académicos y especialistas en semiótica: el silencio denota significados y no se expresa en palabras y por lo tanto es una forma de comunicar diferente a la de la palabra.
Y de ese silencio pueden surgir protestas, pobladas, huelgas, manifestaciones, barricadas, los cacerolazos, las llamadas cadenas humanas acompañadas de rabia, dolor y lágrimas y el silencio tomara cuerpo y forma y poco a poco se convertirán en hechos constituyentes para buscarle salida a la crisis provocada por las clases económicas y políticas dominantes.
Es en estas acciones, que a corto o mediano plazo podrían darse y se van a dar, el silencio tomara la palabra y se oirá el grito colectivo de un pueblo que con toda fuerza y alegría dirá: ¡QUE SE VAYAN TODOS! …Y NO QUEDE… NI UNO SOLO.