La resignación es contraria a la revolución. Decía un amigo que en eso de la resignación uno ve en la calle gente comiendo de la basura o viviendo en los mismos basureros, mendigando, gente debajo de los puentes, decía que "hay maneras de maneras de vivir". Como los que viven pidiendo prestado, robando carteras en el metro, disimulando una enfermedad o una ceguera para pedir limosnas, apelando a la piedad de los incautos y dando lástima. Se puede vivir en el último estado de la degradación, indignidad o indigencia, y aun esa gente se las ingenia para no morir, se resiste a morir superando la vergüenza humana. Pero tampoco quiere vivir mejor, dignamente; esos son estados de resignación, la gente queda atrapada en un su ritual de vida y así pasa el tiempo hasta que muere,
Así era este país antes de la irrupción de Chávez, nadie creía que merecía una vida mejor que fuera retribuida socialmente, que podía aprender a leer o a estudiar una carrera, operarse de la vista, tener una vivienda propia, convivir entre hermanos; ¿cambiar la sociedad?, ni siquiera se lo preguntaba. Solo los osados se aventuraban a asaltar un banco, a estafar a incautos, o hacer carrera en la política. Cuando aparece Chávez en medio de una rebelión hubo una conmoción en la conciencia del colectivo, la población sintió en esa rebelión una esperanza, se identificó con su vecino en la desgracia, se reconoció en el otro y acompañaron al comandante Chávez en su aventura revolucionaria hasta su asesinato.
El gobierno de maduro ha restaurado el tedio de la vida pasada, detuvo el entusiasmo a base de promesas no cumplidas y de un paternalismo oprobioso, que ha vuelto hacer de nosotros, en especial al chavismo, un pueblo mendigante, dócil, blandengue ante las promesas y las mentiras; el chavismo, devenido en madurismo, prefiere creer en ellas que salir a la calle a luchar por una mejor calidad de vida como lo hizo junto a Chávez frente a las ventajas de los ricos. Creo que el daño más grande que ha hecho maduro a la revolución ha sido apagar el entusiasmo revolucionario, acabar con la naciente conciencia del deber social, volver a fraccionar al pueblo, que en un tiempo se sintió con méritos humanos para vivir bien frente a los privilegios.
El madurismo se ha esparcido como una peste sin moral dentro del chavismo, ahora somos seres cansados e indiferentes, egoístas, buscando resolver nuestras vidas sin importarnos el resto de nuestros hermanos, vendiendo nuestra lucha y nuestra causa por miserables bonos y lentejas, nos convertimos en oportunistas aprovechadores. Resignados a nunca tomar el control de nuestro destino se nos activó una obediencia irracional a cualquier disparate que provenga del gobierno.
El chavismo se transformó en madurismo, se ha convertido en un pequeño ejército de mercenarios. El movimiento somos Venezuela es la expresión institucional de ese ejército, las milicias, y buena parte del aparato burocrático del Estado, el cual, en su mayoría vive y trabaja, cuando lo ponen a trabajar, por un sueldo fijo, bonos, lentejas y oportunidades de aprovecharse de lo público y de la gente común. La mística revolucionaria hace tiempo que desapareció, la pasión, el entusiasmo por los cambios, ahora todo tiene un precio o un costo material que hay que pagar para subsistir, apaciguados, dejamos de creer en nosotros para creerle al papa gobierno sus mentiras.
Hoy copiamos los peores modelos con nuestros líderes. Aquellos que fungen de líderes solo saben hacer trampas y mentir sin pudor. Por un lado va el discursito moralista patriotero sobre independencia, trabajo y más trabajo, disciplina y lealtad, condenando la corrupción y la traición, y por el otro van acabando con lo hecho por Chávez, comprando diputados, metiendo zancadillas, haciendo componendas, entregando el país, viviendo como nuevoricos ostentosos.
Un mal ejemplo puede embobarnos, podemos desaprender lo aprendido, nos contamina sus mañas, nos enseña que se puede mentir sin consecuencias, que se puede hablar cómo sea, regalar lo que no es nuestro; aprendemos a ser irresponsables, escondidos tras un discurso pomposo y estéril.
Después de Chávez hemos recibido malos ejemplos y nos han enseñado a callar, a obedecer ciegamente, sin pensar, y abandonarse a los designio del gobierno; han convertido el entusiasmo chavista en la resignación madurista. El poder popular quedó para la historia de la constitución y de las leyes bonitas. La enseñanza de ser irreverentes en la discusión quedó vetada desde que se acabó la discusión política, ahora todo el mundo obedece para recibir su premio, sus terroncitos de azúcar como los animales de circo. Entre llenar el estómago y conseguir dólares, indiferentes al resto del mundo, anda el chavismo, camino hacia su disolución total en el lumpen madurismo.
Un líder que se equivoca, una y mil veces, no puede ser sabio; o rectifica o se va, porque no sabe lo que hace. No se puede ser modelo para la sociedad en el fracaso recurrente y excusándose en el otro o en lo otro. Cuando se va a la guerra se supone que del enemigo hay que esperar todo malo. No ha de extrañar a nadie que FEDECAMARAS conspire, que EEUU lo haga. Son nuestros enemigos, y de ellos no vamos a recibir lástima o comprensión. Esta forma que tiene el gobierno de evadir las responsabilidades con el país culpando de sus fracasos al enemigo (de fracasos reiterados en cinco años consecutivos), proviene de su inmadurez política y de la ambigüedad patente de estar con Dios pueblo haciéndoles carantoñas al diablo capitalista, para no sacrificar nada y perderlo todo. Si hay algo claro, en esta guerra política por el control económico, es que el enemigo, muy consciente, está del lado del capitalismo y de los capitalistas, que los imperios son imperios del capitalismo. No se puede pelear contra el capitalismo con sus mismas armas.
Hasta que no desaparezca el más mínimo vestigio de socialismo y de rebeldía en nuestro pueblo el imperio no va dejar de joder: es en ese hecho sobre el cual se debe actuar y buscar la victoria como sociedad. No hay excusas para seguir reimpulsando al capitalismo y echando a un lado al chavismo y al pueblo desvalido. ¡Hay que recuperar el entusiasmo chavista por la revolución socialista!
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