¿Un CNE interno?: la conciencia y participación de nuestras bases sociales

En esta democracia clientelar da lo mismo cual sea la conformación política del CNE; siempre ganaran los mismos oportunistas, del lado de maduro, del lado de Guaidó, del lado que sea, siempre serán los mismos buscadores de fortuna.

El único Consejo Electoral válido en la democracia participativa es la conciencia de cada ciudadano para elegir el representante de su comunidad, dentro de aquellas personas más comprometidas con ella, más competentes, más honestas, honradas y luchadoras. Él sería nuestra voz ante cualquier instancia superior de gobierno o asamblea; revocable por decisión de la propia comunidad, en caso de que falte a sus responsabilidades, principios y misión.

El defecto del CNE está en confundir una herramienta técnica con la democracia; es de origen: se modernizó el sistema de cómputos, pero se dejó el sistema clientelar, podrido de la vieja democracia burguesa. El problema, para nosotros los electores, es el falso sistema democrático, no el CNE, que es más un instrumento técnico más que político; cualquier desviación política en él sería fácil de corregir, pero ejerciendo fuerza de abajo hacia arriba, obedeciendo los intereses de cada comunidad y de las mayorías sociales.

Un partido político que no practica a lo interno la democracia, el libre debate de las ideas y la discrepancia, que no permite la crítica a sus líderes y sus políticas, no puede generar hacia afuera democracia, sino despotismo, abuso de poder. La democracia no puede ser el acto de elegir; las elecciones universales es solo una forma de ese acto, que solo tiene sentido si quienes participan son verdaderos representantes de los intereses de una comunidad, atados a ellos, comprometidos a ellos, o con intereses políticos e ideológicos compartidos por muchos: de prácticas políticas apoyadas y compartidas por muchos. La democracia para que funcione debe permitir la participación efectiva de la gente en las decisiones que la involucran, desde las bases sociales, debe ser estimulada y no apocada, o apabullada, como lo hacen los líderes del PSUV – que no son auténticos líderes con autoridad política y moral, sino caudillos con el poder de un ejecutor autorizado, con facultades dictatoriales efectivas en sus prácticas, para manipular, para no rendir cuentas, para comprar conciencias, etc., como los adecos –.

Tiene razón Amaranta Rojas al decir que es nuestra última oportunidad de volver a Chávez desde las bases del partido, de cambiar esta comedia de "democracia participativa", esta farsa. La disensión es la naturaleza propia de un cuerpo político sano. No se puede someter la lengua y la conciencia con el chantaje de la unidad, de la lealtad mal entendida, sin permitir la crítica ni el debate, y luego hablar de democracia participativa. Si un asunto de importancia necesita debatirse por meses, o años, los socialistas debemos hacerlo, en razón a su naturaleza, del sentido democrático y participativo auténtico que debe imperar dentro de una organización que se autocalifica de socialista, y en razón al consenso que debe prevalecer sin menoscabo del debate. El PSUV de maduro-Diosdado se sostiene de los chantajes, de la desinformación, la manipulación, y el clientelismo clásico, de comprar apoyos y votos con cargos y dinero.

Esto escribe Rojas, "El Chavismo dentro del PSUV debe ponerse los pantalones para escoger un CNE interno, que no deje pasar la última oportunidad para hacer retornar a Chávez… Si despiertan las fuerzas chavistas en el PSUV en procura de una democratización interna para escoger candidatos y candidatas, el punto central de ese proceso, es un CNE interno que le salga de frente a la macolla Maduro-Diosdado.", y ese "CNE interno" es, para nosotros, la consciencia del militante crítico, que disiente de lo que hace ahora el gobierno y la dirección de ese partido, y que quiere que las cosas cambien.

El caso es que si el PSUV no lo permite, uno se va y se organiza de otra forma, con grupos afines que sí permitan el debate político, la crítica y el consenso necesario para cohesionar de verdad cualquier organización política (sin consenso no hay unidad, y sin debate y crítica no hay consenso).

Lo más importante de toda organización son sus principios políticos más elevados, y en el caso del socialismo dentro del PSUV, ¡bueno!, ¡apelemos a ellos!, trazados en el acta constitutiva de la organización, en sus reglamentos, para fundamentar mediante ellos nuestras críticas a las políticas del gobierno, a sus deviaciones capitalistas súper liberales. Si no se puede, uno hace tienda aparte… Y que se queden ellos, los bufones, con su falso partido socialista. Por un partido que solo sirve para elegir y reelegir a los mismos zánganos y "cachos", no debería detenerse la revolución.

El espíritu de lo escrito por Amaranta Rojas está dentro del rescate del chavismo y de Chávez desde su propio partido, y eso sería lo más sano para todos. Cualquier cambio dentro del partido y del gobierno y sus políticas, debería nacer de las bases del partido. Ella apela a la conciencia de su militancia crítica y que no teme debatir a lo interno, conmover las bases de la organización para sacudir la mata del gobierno.

Nosotros apoyamos esta idea, pero no abandonamos la de hacer tienda aparte, constituir otro "consenso chavista y socialista" fuera del PSUV (como el partido adeco que es ahora), pero invitando a participar de este consenso a la militancia crítica que choca con las políticas del gobierno y que no se deja amedrentar con los chantajes de Maduro y de Diosdado. El partido se podría recuperar en otro momento, si acaso valiera la pena. Creo que el debate y la crítica férrea, necesarios para las políticas que eventualmente se ejecuten en el futuro, es uno de los aspectos principales que hay que tomar en cuenta, para cualquier plan de emergencia nacional socialista y patriótico.

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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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