En la medida en que la distancia entre el Presidente y el pueblo que lo eligió se hace más corta, la que existe entre el mandatario y su equipo de gobierno, y entre él y los partidos que lo respaldan, es cada día más larga.
Son demasiado frecuentes las quejas públicas de Chávez por la ineficiencia de algunos de sus colaboradores. Unas, obedecen a fallas que son elementales, y otras se corresponden con su peculiar estilo de hacer exámenes orales a sus ejecutivos sobre las tareas pendientes. Independientemente de si la forma en que lo hace luciera a veces desproporcionada en relación con los errores, no es menos cierto que no le falta razón al líder de la revolución en sus reclamos. La eficiencia es una cualidad que escasea en casi todos los ámbitos de la administración pública nacional.
Mientras los proyectos del Presidente para alcanzar las metas que signifiquen para el país un verdadero cambio estructural y, por ende, una revolución real, se suceden de manera continua y sin descanso, la velocidad de ejecución de quienes tienen que poner en práctica esas ideas es verdaderamente lamentable.
Por otro lado en el ámbito político, al tiempo que el Presidente se desgasta demandando unidad en las estructuras que le dan piso a su programa socialista, los partidos que lo respaldan aún se debaten entre la necesidad de ofrecer un bloque monolítico, sólido y blindado ante los ataques futuros que de seguro vendrán, y las ambiciones particulares de todos esos que ven en la militancia partidista un espacio para la figuración personal y el afianzamiento de las tan ansiadas cuotas de poder.
Chávez exige eficiencia a su equipo de gobierno y unidad a sus seguidores. Ninguna de las dos cosas parece descabellada ni discutible. Pero mientras una inmensa masa de más de siete millones de personas va tras su líder ciegamente, los otros, los que lo acompañan en el quehacer diario, todavía no entienden que tienen que acortar la distancia. El mensaje se los ha dejado bien claro. Si no lo comprenden, pronto tendremos a un hombre solo y, a su lado, un enorme pueblo.
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