Como lo hemos afirmado en líneas anteriores el 4F1992 agarro al movimiento popular, a las izquierdas con “los calzoncillos por debajo de las rodillas” tanto por la falta de unidad, de cohesión como por el hecho de que en el Mbr-200 predominaba la tendencia nacionalista de derecha que sin dudas se opuso rotundamente a la coordinación con las izquierdas que algunas individualidades militares anhelaban y pequeñas organizaciones de izquierda soñaban. Así que para el 4F las izquierdas solo eran convidadas de piedras que se enteraron del alzamiento militar ya en pleno desarrollo. El dirigente de una de las izquierdas y excomandante guerrillero Ali Rodríguez Araque en conversación con la periodista Rosa Miriam Elizalde señala lo siguiente: “Acordamos que, con dos días de anticipación, me informaría el momento de la orden de abrir operaciones para preparar a nuestra gente en Caracas…
Mi contacto con el Comandante Hugo Chávez era una compañera de mucha experiencia, que había militado con nosotros en el PRV, Iris García… Sin embargo tropezamos con dificultades en las comunicaciones telefónicas. Como yo sabía de la proximidad de las operaciones, sin conocer con exactitud el día y la hora, decidí trasladarme a Maracay junto con un compañero…
Esperamos un buen rato, pues como posible reserva, habíamos acordado que si no pasaba el Comandante Chávez, me recogería un oficial con una clave convenida, pero al transcurrir suficiente tiempo sin resultados, finalmente decidí llegar a Caracas para convocar a la gente a una reunión y prepararnos para la acción…
Desde el sitio donde trataba de organizar con Pablo Medina la forma de acceder a Chávez, oímos al amanecer su ya famosa presentación con el impactante ´por ahora´.” (Elizalde, R 2012).
Por su parte, el militante revolucionario, escritor, cofundador del Partido de la Revolución Venezolana (PRV)- Ruptura , integrante de la dirección política-militar clandestina del Mbr-200, Kleber Ramírez Rojas afirma lo siguiente: "El 4F sorprendió al país y, en consecuencia, al movimiento popular; este se mantuvo inmóvil, paralizado, mientras digería la nueva situación..." (Ramírez , K 2012)
Más adelante Kleber Ramírez Rojas señala: " En enero participe en una reunión con Hugo Chávez y con Arias Cárdenas, ahí se definió ese año para la acción, en un día del primer trimestre que ellos definirían posteriormente. No vi más a Arias Cárdenas. Con Hugo Chávez me vi el 20 de enero de 1992; tampoco lo volví a ver.
El 4f fue para mí sorpresivo; me entere de la acción como a las 5y30pm., cuando no disponía ya de posibilidad alguna para resolver problemas de importancia, particularmente de comunicaciones." (ob.cit).
Mucha literatura, reflexión y discusión pero poca –por no decir que nula- organización popular. Lo que tradicionalmente llamamos vanguardia fue asumida por militares con poco compromiso, sin mística revolucionaria, sin formación política e ideológica. La mayoría de ellos eran y son anti-izquierdas. Eso sí muy voluntariosos y obedientes a su jefe porque su cultura es la obediencia jerárquica. Indudablemente la ausencia de una fuerza política de izquierda, revolucionaria, capaz de orientar y dirigir el descontento popular, fue una de las razones principales para que la vanguardia fuese asumida por militares y oportunistas de toda clase y por supuesto ese hecho no permitió que la confrontación política e ideológica se diera en igualdad de condiciones entre civiles y militares -de bis a bis lo indica Ezequiel Zamora- en función de construir una propuesta colectiva que avanzara en la liquidación del pacto de punto fijo el cual es la continuación del estado gomecista.
Se rinden los militares el 4F. La falta de iniciativa por parte de las izquierdas y del movimiento popular permite "que la derecha ilustrada"(Ramirez,2012) tome la iniciativa y se posesione como vanguardia en dicha coyuntura. En el mes de marzo se escucha el sonar de las cacerolas en los distintos sectores populares del país, se percibe que el movimiento popular sale de su inmovilidad. Sin embargo el accionar de la derecha ilustrada impide que la situación se les fuera de las manos. Para el año 1993 Carlos Andrés Pérez sale de Miraflores enjuiciado por corrupción y no por renuncia o destitución como era el anhelo de la inmensa mayoría del pueblo. El historiador adeco Ramón J Velásquez asume interinamente la presidencia. Llegan las elecciones de diciembre 1993 y gana el socialcristiano Rafael Caldera con el llamado chiripero encabezado por su nuevo partido Convergencia.
En ese chiripero se enredó una parte de las izquierdas (Mas, Pcv, Mep). Otras izquierdas y un sector de la insurgencia militar del 4F se nuclearon alrededor de la candidatura del socialdemócrata Andrés Velásquez y otras izquierdas se volcaron al llamado abstencionista de Hugo Chávez: "Por ahora, por ninguno”. El grueso del movimiento popular entrampado por la ausencia de una línea política revolucionaria se pliega incondicionalmente al chavismo. La confusión y escepticismo reinaba a pesar de un aparente ascenso de las luchas populares. En ese contexto se genera una ruptura entre Hugo Chávez y Arias Cárdenas, Urdaneta Hernández, Acosta Chirinos y otros militares del 4F, quienes deciden apoyar a la Causa R y luego del triunfo de Rafael Caldera se plegan a la política “chiripera del nuevo calderismo”, asumiendo la conducción del Programa Alimentario Materno Infantil (PAMI), otros aceptan cargos consulares y otros espacios en la burocracia estatal puntofijista.
El oportunismo de todo signo político no cesa de llegar y reacomodarse en el movimiento chavista. Ya fuera de la cárcel Hugo Chávez recorre el país como un huracán. El pueblo corre tras sus sueños encarnado por su nuevo mesías. Su discurso cala en lo profundo del pueblo venezolano. Con esa “fuerza huracada enraizada en el pueblo mismo”, después de haber convocado a la abstención (1993) Hugo Chávez proclama su candidatura bolivariana (1998) y funda el Movimiento Quinta República (MVR). La mayoría de las izquierdas se plegan a la candidatura de Hugo Chávez, hasta los más altos defensores del abstencionismo se suman a su candidatura (con muy pocas excepciones entre las que vale la pena mencionar a Domingo Alberto Rangel, Francisco Prada Barazarte, Douglas Bravo Mora).
En el movimiento chavista (léase-MVR) convergen sin chistear socialdemócratas, socialcristianos, mussolinis, reformistas, hitlerianos, anarquistas, izquierdistas de todo tipo, conversos y renegados. "Era una sumatoria de corrientes de izquierda, de derecha, exguerrilleros, militares retirados de varias épocas, muy heterogéneo, y con unas corrientes radicales, unas de izquierda y otras de derecha...” (Díaz, E 2006).
Con todo ese respaldo multi-ideologico y policlasista gana sobrado las elecciones Hugo Rafael. No hay un panorama claro en su programa de gobierno. Lo único claro es la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que entusiasma a muchísima gente. ANC que es convocada inmediatamente apenas Hugo Chávez es juramentado ante la “moribunda" constitución de 1961.
Ya con la convocatoria de la ANC en la calle, -sin percibirlo- el movimiento popular obtiene su primera derrota en el “proceso popular bolivariano” y es precisamente cuando Hugo Chávez aliado con la mera derecha lanza un “kino electoral” con sus candidatos a la ANC- Eliminando de un solo carajazo toda posibilidad de que dirigentes naturales del movimiento popular participaran como candidatos a la ANC. Con ese “kino electoral” se inicia el proceso de imposición y cooptación bajo el falso y eterno argumento de “las condiciones no están dadas para que la gente decida y el enemigo se nos puede colear e infiltrar”! Revisando ese “kino electoral” encontramos nombres de personajes que “a la vuelta de la esquina” vomitaban “sapos y culebras” contra el proceso popular bolivariano y más temprano que tarde se ponen a la orden bien sea de la derecha tutelada por los EEUU o del militarismo que “subterráneamente” va edificando el partido militar hasta convertirlo en una corporación, donde predomina la jerarquía, el “ordénese y cúmplase”, la disciplina impuesta, donde la irreverencia en la discusión solo es un slogans para justificar las tropelías e imposiciones. Todo ello con el visto bueno de algunos referentes históricos de las izquierdas.