El madurismo oscila entre la soberbia y la traición. Por soberbia se estrella una y otra vez contra la realidad capitalista, los empresarios amigos reciben beneficios de él, roban, engañan y contaminan con su dinero todo lo que tocan. Cuando el madurismo es traición se siente cómodo con todo lo que hace. El madurismo no reconoce errores y responsabiliza de sus faltas siempre a otros. Quizás por el hecho psicológico de que la sociedad capitalista en general está afectada del mal de la irresponsabilidad, la gente prefiere creer que son ciertas las mentiras, que son otros los malvados y no es un gobierno irresponsable el origen de nuestros males… el cual se bandea entre la soberbia y la traición.
El compromiso con Chávez y la revolución socialista era con el trabajo duro, intelectual y físico. Es fácil reforzar lo que ya existe o repetir lo que ya existe, es práctico delegarles a los empresarios privados la tarea de recuperar la economía, difícil es cambiar el sistema, recuperar la economía y ponerla al servicio de la humanidad. Difícil es construir una sociedad diferente, crear algo nuevo.
Y más fácil aun es destruir lo hecho; tanto esfuerzo para criar a un hijo por años para que venga un vago y le quite a vida en un segundo. Después de la muerte de Chávez todo lo que se ha hecho en el país ha sido desmontar los esfuerzos de cambio social y económico, y la "consciencia del deber social". Nosotros defendemos a Chávez porque fue un hombre esforzado, no porque fue como Bolívar o porque cambió el país de forma mágica y ficticia, lo defendemos porque realmente luchó por hacer cambios fundamentales a pesar de haberse rodeado de muchos distraídos, vagos y de pícaros oportunistas.
Chávez nos legó ese arranque y una dirección, un sentido de independencia socialista, y lo que él llamó el "pago de la deuda social", un primer paso para ir consolidando cambios verdaderos. Y en un último momento nos dejó escrito su Plan de la Patria, donde describe ese esfuerzo como el ir siempre en contra de la lógica del capital, nos señaló el camino de forma clara e inteligente, por si algunos se extraviaban al intentar interpretar sus palabras. Eso fue destruido, con mucha facilidad y astucia; se mutiló el proyecto original, se falsificaron sus ideas y se desmontó todo a favor de los empresarios privados, del capitalismo ramplón y colonial y las inversiones extranjeras.
Todo lo que sigue a esto ha sido un juego de "ladrones y policías" entre el madurismo y la oposición, inculta e indigna, pagada por EEUU. Después de la muerte de Chávez estos dos grupos se han nutrido de sus mediocridades. Con cada intento de golpe de la oposición y su subsiguiente fracaso el madurismo acumula millas de vuelo, tiempo y excusas para seguir desde el gobierno estrellándose y estrellándonos contra el muro del capitalismo, metiendo la pata, midiendo la voluntad de todo un pueblo desde su propia mediocridad, haciéndonos ver que hasta donde puede Maduro puede el pueblo. La oposición colonial le ha dado aire al madurismo, así como el madurismo y su mediocridad (su voluntad de ser mediocre, de no reconocer sus fracasos y errores) sostiene a la oposición, chupando de los robos hechos al país al crédito que le ha dado el gobierno de los Estados Unidos. En este momento el país está inmerso en el pantano de la mediocridad.
Para superar este estado infecto debemos hablar y estar cerca de la verdad, reconocer donde están colocados nuestros principios, a qué le tememos, qué queremos, qué somos. No vale la pena intentar hacer una revolución si no somos revolucionarios, si no queremos llevarla a cabo. Para sanear el lodazal debemos poner en claro nuestro ser social. Si seguimos confundiendo deseos con ideales, al amigo con el enemigo, lo bueno con lo malo, la vanagloria con la mediocridad, no saldremos del pantano jamás. Los que estuvimos cerca de Chávez (espiritualmente cerca) lo reconocemos como nuestro líder, reconocemos en él la lucha revolucionaria que necesita este país, para continuar con el sueño político de bolívar en una sociedad socialista, independiente y justa: creemos que ese debe ser nuestro norte político y asumimos un compromiso con él. Si fallamos, lo menos que podemos hacer es pedir perdón y no estorbar a los que vienen detrás. Necesitamos ser honestos, hablar con la verdad, perseguir y atacar con furia la mentira que nos nubla la conciencia, las convicciones vanas, la mentira que nos auto infringimos y nos hunde en arenas movedizas.
¡Viva Chávez! ¡Independencia y patria socialista!