Sin pena, temor o exageración lo expreso claramente: Nicolás Maduro es el mejor presidente que Venezuela puede tener en este momento. Aparto un momento los dicharacheros artículos que me escribo de vez en cuando sobre la majadería de la Geopolítica del Petróleo para dedicarle unas muy bien merecidas líneas a la defensa del primer mandatario nacional.
Digo, si todos los que escriben cosas y puntos más importantes que los míos dedicaran al menos una de sus incansables tertulias en favor de nuestra patria y en contra de quienes se consideran los dueños del planeta, todos en este país tuviéramos un mejor ánimo y alegría por nuestra revolución y por nuestro primer mandatario.
Los que incansablemente dedican 24 horas del día a lidiar en contra del presidente Maduro al menos deberían saber que son los mejores aliados de los países que desean destruir a nuestra nación, país, gobierno y pueblo.
No saben que al presidente Nicolás Maduro lo defiende el pueblo el cual la mayoría de las veces está por encima de muchos ideólogos y dirigentes. Hacer oposición es trabajo de quienes se han declarado opositores y a los cuales debemos respetar así no nos guste pues esa es la democracia.
Si la oposición hace política bueno le responderemos con política, si llevan adelante acciones desestabilizadoras pues que asuman cartas en sus asuntos los órganos de justicia para eso tenemos Constitución y leyes.
Pero otra cosa es con esos que entendíamos como revolucionarios y que ahora nos resulta difícil entenderlos. Sus palabras y acciones son verdaderamente cosas de opositores. Hechos separados de lo que enarbolamos como revolución.
Bueno y aprovechando este escrito a ver si alguien me va ilustrando con una pregunta que llevo atravesada, solo por pura necedad mía, nada más por eso. Como entender ese proceso de quienes se dicen chavistas, revolucionarios, los verdaderos, y atacan a cada rato al presidente exponiendo su esfuerzo en total nulidad, y luego de nuevo se ponen su camisa roja y se proclaman fichas indispensables de la revolución.
Esas son nuestras tristezas como país, como venezolanos: no aportar, no construir, no generar un liderazgo tan necesario, ponernos a destruir, no sacar una idea a favor. Estamos lejos de ser una izquierda sólida, expresarnos, nos hace falta proponer, dirigir, desarrollar un nuevo liderazgo.
Nadie escucha al menos una idea que aporte a la discusión del momento coyuntural que vivimos y el cual parece anclarnos a una solución importada. Esas actitudes defienden esta rareza de algunos compatriotas.
Así vemos como se han trasformado los que hasta hace poco pensábamos eran verdaderos camaradas de izquierda, imagínense hasta tomándose fotos en las oficinas administrativas del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, luego vienen y hasta candidatos a alcalde son.
Solo esperemos que este año tan terrible por todo esto de la pandemia y demás cosas lo dejen finalizar en paz y no vuelvan a repetir aquella celebre acción de llamar a cacerolazos a las doce de la noche del 31 de diciembre. Hasta allá han llegado.
Por eso aún dicen los abuelos que a algunos les hace falta oficio. Como la oposición se ha esmerado en opacarse y no desperdician un día entonces los nuestros hacen el mismo papel, critican y siguen arropando sus ideas con la llamarada de la revolución.
Los críticos han perdido su espíritu para lo cual fueron convocados. Escribe cada personaje con unos títulos y análisis que en nada contribuyen a hacer revolución. Yo que toda mi vida he sido un ignorante en política rebusco y no encuentro un aporte, lamentablemente la mayoría de las cosas que leo en sus mensajes van dirigidas a la destrucción de la revolución y pienso que el esfuerzo debió haber sido al revés; impulsar, escribir para construir en vez de destruir.
En otro tema, pero en la misma acera y no es penoso decirlo, los verdaderos enemigos internos de Nicolás Maduro no están en la reducidísima dirigencia opositora. Los enemigos están disimuladamente adentro. En quienes apoyando a su manera se hacen un aforismo de lo que creen debe ser la revolución en cuanto a solucionarles lo que ellos se inventan, y cuando no lo consiguen son furibundos enemigos, pero del lado de adentro.
Presidente, no ha debido ser fácil revisar a diario a los convertidos como insidiosos enemigos, al menos yo y muchos no podemos disimularlo. Un hombre circunstancial en un puesto de gobierno con debilidades y errores como los que todos tenemos, —en mi caso debo tener un océano de debilidades— pero con principios y moral, porque quienes hoy lo acusan también se han formado y ocupado muchos cargos y no son exactamente un ejemplo para la vieja más decente de este país.
A estas alturas nuestra revolución vuela y los ojos del mundo siguen aquí. La mayoría de quienes nos defienden en otras latitudes no nos destruyen, mientras algunos de acá, los cuales creíamos nuestros, hacen todo lo posible por hundirnos. Son cosas raras pero la insidia y la conjurada confabulación a veces parece alcanzarnos, despedazarnos, acabarnos, destruirnos.
Ahora mismo en estos vuelos están quienes comparten con usted la mesa del Consejo de Ministros, totalmente leales a nuestra revolución. Tengo el privilegio de conocer a algunos y sin dudarlo metería mis manos al fuego por ellos y no me quemaría, allí hay personas valiosas de su mismo embrague.
Presidente, cada traición hace demasiado daño al proceso bolivariano, y esté sacrificio no es solo del alto gobierno, igual cae a la militancia quienes observan el daño que nos hace cada oscuro traidor.
Acá, muchos no logran darse cuenta que nuestra lucha va contra la hegemonía continental, planetaria, global, otros ni sabrán que la Oficina Oval ha decidido en verdad derrocarnos, ni saben dónde está ubicado ese cambuche, por eso muchos creerán que es un cuento lo del imperialismo.
Presidente, por eso a toda nuestra base política le hace falta estudiar, ser base social, pueblo claro. Nuestros dirigentes no pueden hacerse los desatendidos ante muchos hechos, fechas, análisis, ellos deben construir una verdadera forma de hacer política. Necesitamos verdaderos especialistas sobre muchos temas.
Los que se creyeron estar tan arriba como Dios ya se perdieron, no podemos volver a contarlos como nuestros y es mejor así, viven en palacetes y visten trajes muy finos. Pero la dirigencia de este país debe ser otra cosa, deben ser pueblo y para ser pueblo hay que formarse sino seguirán creyéndose dioses.
Allí en ellos podemos encontrar en nuestra gente a la futura dirigencia, aún estamos a tiempo y no nos cuesta nada. Ellos los que soportan, los que no les importa lo que sufran, ellos el pueblo quienes siempre seguirán siendo fieles a lo que la revolución nos enseñó; el legado desde Bolívar a Chávez.
Y aquí debo citar al Chávez presidente, quien no murió para ahora vernos caer en unos contra otros. Con Chávez se planificó las nuevas bases de una dirigencia fiel, leal, estudiada, proactiva, decente, capacitada, inundada de moral en cada uno de sus pasos, palabras y acciones.
Presidente Maduro, muchos pensarán que no es fácil defenderte, otros se escandalizarán si les pidieran salir en su defensa. Pero solo hay que verte a los ojos y allí encontraremos a un hombre con moral, y es que uno pudiera no tener nada materialmente, pero como nos decían nuestras viejas; mijo siempre limpiecito y con la moral en alto y prendido de los santos, y eso es usted presidente un hombre limpio en su moral, esa es su mejor obra.
A veces se le ve entrampado, piense que haría Chávez en su situación, primero este con el pueblo y pídale que lo ayude a reflexionar que ellos van a actuar como Chávez les enseñó. Estamos luchando en contra de los intereses de la guerra representados en la banca por millones de dólares y euros, eso es lo que ellos apuestan aquí, nosotros solo somos los defensores de un pueblo que no dejará de seguirte.
Ese pueblo lleva algunos siglos luchando. Investigadores como lo fue Mario Sanoja Obediente en su obra Historia sociocultural de la economía venezolana afirman que la existencia en estos territorios data en más de catorce mil quinientos años, bien, desde allí se viene luchando, si pensamos que los últimos siglos fueron mucho le pongo esos tiempos antiguos.
Allá afuera por algún lado hay un pueblo con viejecitas humildes que lo alumbra para darle protecciones y bendecirlo, búsquelas que ellas a su vez lo protegerán, sus armas más antiguas las oraciones, así han encomendado a sus nietos y piden para que sus hijos consigan el avió del día. Presidente ese es el pueblo y son los que lo están defendiendo, creemos con sus muchachos la nueva dirigencia de esta revolución ese es el mejor legado.
Ellos no son aduladores, es más, desconocen ese término, así solo tengan un pocillo escarapelado de peltre con aguamiel se lo ofrecerán como dárselo a uno de los suyos. En esas asas humeantes estarán las primeras respuestas que necesita esta nuestra querida y amada patria.
Finalmente, dificulto que otro mandatario de esos que lo adversan incómodamente pueda querer más a su patria como usted no los ha enseñado, no nos cuesta nada y aún estamos a tiempo.
Presidente Nicolás Maduro con usted siempre nos restearemos