Un capitán indígena preso, una comunidad desplazada, territorios indígenas con incidencia negativa de terceros, amenazas latentes a autoridades legitimas, desconocimiento a los derechos humanos de los pueblos y comunidades indígenas y derechos ambientales afectados, es el saldo negativo de lo que va en un período difícil para el país y sin duda alguna para los pueblos y comunidades indígenas.
Las organizaciones indígenas en Venezuela, han sido atacadas por inquisidores usando hasta rostros indígenas como para armar un escenario similar a la traición sufrida por Guaicaipuro. Las organizaciones indígenas respaldadas por la Constitución y la ley hoy en día no poseen sede propia, algo elemental para cualquier tipo de organización.
Los pueblos indígenas ya no cuentan con una instancia de organización propia georeferenciada, haciendo más difícil el trabajo articulado, no hay punto de encuentro, se ha perdido los espacios y cada día más las organizaciones indígenas se encuentran debilitadas como consecuencia de los ataques internos y externos.
Se ha trabajado para dividir a los pueblos indígenas en el que se aplicada el adagio "divide y vencerás". Hace poco tiempo la voz de los pueblos indígenas era respetada porque así lo hicieron sentir nuestros abuelos, al punto de que el Presidente Chávez respaldara a los pueblos indígenas de manera férrea. El Gobierno Nacional debe revisar las políticas públicas dirigidas a los pueblos indígenas y a quienes realmente dirigen dichas acciones.
Se han armado estructuras cómplices en los territorios que expolian comunidades enteras para sostener niveles de vida a voceros o autoridades centrales. Prácticas camuflajeadas de acciones sociales, pero que realmente lo que se pretende es pasar la mano para silenciar la voz de quienes ejercen liderazgos propios de los pueblos y comunidades indígenas.
En el municipio Sifontes y en el municipio Sucre del estado Bolívar se habla de movilización voluntaria o reubicación de comunidades enteras, en sintonía con la población no indígena luego de haber cumplido con la inoculación del odio étnico o racismo. ¿Casualidad o casualidad?
Ante estas realidades se observa como los voceros y voceras indígenas electas o designadas solo tiene de indígenas el rostro. No conocen de su propio pueblo o territorio y sirven de arma mortal en contra de sus hermanas y hermanos.
¡La historia la escribe el vencedor!