Los y las que para el año 1958 cumplimos o habíamos cumplido ya 18 años de edad y todavía estamos vivos, hoy ya somos octogenarios y fuimos nosotros los que engendramos, parimos, educamos y formamos a los que hoy están gobernando al país o están oponiéndose a ellos. ¿Me explico? Bueno, si esto es así, nosotros, los octogenarios, de alguna manera somos responsables del comportamiento que ellos tengan o de lo que estén haciendo en las gestiones que ahora realizan.
A Chávez, Maduro, Diosdado, Carneiro, Izturiz, Flores, Escarrá, los hermanos Rodriguez y podemos decir que el 80% de los hombres y mujeres que hoy tienen en sus manos la responsabilidad de conducir los destinos de la patria que le heredamos, son productos nuestros, es nuestra creación, son nuestros hijos. Como también son los Borges, Ledezmas, López, Davilas y otros que hoy liderizan la oposición política a los que están gobernándonos.
La actual Clase Social emergente, donde están los que liderizan y gobiernan a nuestra patria, vienen de Sabaneta, de El Furrial, de El Valle, del 23 de enero, de lugares donde nacimos y nos criamos nosotros los pobres de éste nuestro país. Sus apellidos no son Aristigueta, Blohm, Boulton, Machado, Zuloaga, Mendoza, Zinc, Wollmer, Curiel, Parisca, Radonsky, Lares y otros que históricamente representaban y siguen representando a la Burguesía nacional.
Si hay algo grotesco, ridículo y en la cual los octogenarios salimos siempre mal parados, es cuando tratamos de dirigir las familias que han conformados nuestros hijos y nietos. En vanos resultan los esfuerzos que hagamos para inducirlos a que piensen y menos a que actúen como nosotros lo hicimos. Hay que recordar que nuestros padres vienen de la generación que entregó el país al imperio norteamericano a través de las concesiones petroleras y al trabajo casi esclavo que hicimos en los campos de las compañías que extraían el oro negro. Allí aprendimos a adorar a los gringos pelo amarillo y ojos azules como dioses del nuevo olimpo. Llegamos hasta aplaudir en las salas de cine, cuando las tropas de caballería del ejército norteamericano masacraban a los indios, que no se dejaban quitar sus tierras y se defendían; tal como hacen hoy en dia algunos connacionales cuando las tropas israelitas masacran al pueblo palestino.
Es gracia a uno de nuestros hijos, Hugo Chávez, quien nos despertó y nos abrió los ojos por el cual nos dimos cuenta que podíamos soñar, como lo hizo la generación Libertadora hace más de 200 años, que tener una patria libre y soberana era posible y que para ello debíamos y era necesario enfrentar y vencer al imperio más poderoso y genocida que había conocido la humanidad y nosotros le tomamos la palabra y decidimos acompañarlo, corriendo todas las consecuencias que eso significaba. Es por ello, amigo Eligio Damas que en mi artículo anterior escribí, que yo prefiero apoyar al actual gobierno que poner mis esperanzas en los dirigentes de la oposición que representan al pasado superado de la IV República.
Yo pienso que es perder el tiempo y hasta medio ridículo que nosotros, los octogenarios, que dimos más de 60 años de nuestra vida útil a la patria que construimos y por lo cual responsables de lo que hoy nos está pasando, nos pongamos a discutir o a cuestionar lo que están haciendo nuestros hijos y nietos que engendramos, parimos, criamos, educamos y formamos en lo profesional, moral y espiritual. Tampoco nos sale revisar o cuestionar lo que hicimos o dejamos de hacer, pues a nosotros nos tocó vivir unas circunstancias que eran únicas e hicimos lo único que había y podíamos hacer. Así que cualquier debate sobre el pasado entre nosotros es estéril.
¡A lo hecho, pecho!, es una exclamación popular del sentimiento humano, que expresa una real situación que vivimos y de la cual no se puede dar marcha atrás. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, es algo de lo que aprendí en esta vida que confieso he vivido a plenitud con todo lo bueno o malo que me ha tocado enfrentar.
Juanveroes66@gmail.com
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