El viernes pasado, el Panel Internacional para el Cambio Climático, organismo que no fue creado por Chávez sino por la ONU, señaló en su cuarto informe que la temperatura del planeta subirá hasta 4 grados este siglo. Concluye además que el calentamiento se debe, con un 90% de certeza, a la actividad humana, especialmente por el uso masivo de energía basada en combustibles fósiles.
O sea, que cada vez que un escuálido o un chavista acomodado enciende su camioneta 4x4 con el aire acondicionado para ir a la panadería, está contribuyendo a calentar más el aire del medio ambiente. Y si el aire se calienta más, entonces deberá, para mantener la temperatura del confort capitalista, quemar progresivamente más combustible para enfriar el interior de su vehículo. Así, con el tiempo, más temprano que tarde, el calor sobre la carrocería derretirá el vehículo con sus pasajeros adentro, y finalmente se habrá consumado un suicidio placentero con aire acondicionado.
Eso no sería tan grave si solamente desaparecieran los cómodos. El asunto está en que nos arrastran a todos en su aventura del progreso infinito de placer y comodidades. Incluso, arrastran a sus propios hijos y nietos, a quienes no le podrán entregar un planeta tal cual ellos lo recibieron.
El tornado de la Florida, que sorpresivamente apareció la madrugada del jueves, es uno de los más letales de la historia del estado. Este y otros fenómenos naturales atípicos podrían ser sólo una pequeña muestra de advertencia de lo que estaría por venir si no abandonamos progresivamente la búsqueda desesperada del goce sensorial y buscamos en su lugar a la felicidad emocional, intelectual y espiritual, mucho menos depredadora del ambiente y la humanidad.
“Todavía no es demasiado tarde” decía la pancarta demasiada optimista que Greenpeace colgó en la Torre Eiffel esta semana en espera del informe. Sin embargo, reeducar a los gringos no será nada fácil. Los Estados Unidos con sólo un 5% de la población mundial, arroja a la atmósfera el 25 % de los gases de invernadero, que consideran necesarios para poder mantener el confort que disfruta el sector consumista estadounidense y los escuálidos que visitan Miami. O sea, que a un gringo o a un escuálido le parece muy justo disfrutar hasta cinco o más veces más comodidad que la media de la población mundial, simplemente por la falsa creencia de que ellos se lo merecen por su talento y dedicación.
Todavía el asesino, genocida y criminal de lesa humanidad George W. Bush se niega a suscribir el Protocolo de Kyoto, el cual regula las emisiones de dióxido de carbono, con el cínico pretexto de que esas medidas aumentaría el desempleo en el país sede del imperio. No es que estén protegiendo las ganancias infinitas de las transnacionales, sino que con ello garantizan la cesta básica de sus ciudadanos. Del mismo modo se arguye cuando invaden a Afganistán, Irak, el Líbano, y en pocos meses, a Irán con armas nucleares tácticas. No es con el fin de robar petróleo para aumentar las ganancias de la élite imperial, sino para liberar a los pueblos oprimidos. El Big Brother a través del Ministerio de la Verdad, no miente, nos protege.
El 31 de enero, el congresista Henry Waxman, presidente del Comité de Seguimiento y Reforma del Gobierno, el cual examina la respuesta del Gobierno ante el calentamiento global, dijo que hay evidencia de que altos cargos de la administración Bush buscaron repetidamente engañar a la población inyectando dudas en las investigaciones sobre el calentamiento global. Por otro lado, científicos de siete organismos gubernamentales denunciaron haber recibido presiones políticas para restar importancia al peligro del calentamiento.
Pero esto no es nuevo. Ya en el año 1972, el coordinador del estudio del Club de Roma sobre los “Límites del Crecimiento”, Dennis Meadows, fue acusado de comunista por alertar a la humanidad del peligro. Posteriormente, en 1989, el mismo Dennis Meadows en una entrevista a la revista alemana Der Spiegel —citado por Franz J. Hinkelammert en su libro El Sujeto y la Ley—, cuando le preguntaron si no quería realizar un estudio actualizado, respondió:
«Suficiente tiempo he tratado de ser un evangelista global, y he tenido que aprender, que no puedo cambiar el mundo. Además, la humanidad se comporta como un suicida, y ya no tiene sentido argumentar con un suicida, una vez que haya saltado por la ventana»
Pese a las advertencias de los científicos desde 1972, los burgueses se han hecho los locos. Y en vez de frenar la economía de mercado y de cambiar los hábitos de consumo, se desbocaron con el capitalismo salvaje y el derroche. Hoy, la destrucción del hombre y la naturaleza es proporcional a las ganancias de las transnacionales. Según los científicos concientes, ya sobrepasamos el límite de crecimiento y el daño es irreversible. Los gases que hemos arrojamos a la atmósfera seguirán calentando la tierra aunque dejemos de hacerlo hoy.
Sin embargo, no contento con el daño que han causado, la burguesía le sigue pagando a científicos mercenarios para que declaren por Fox News y le digan a los gringos telemanipulados que todavía tienen chance. Que les dejen calcular el límite de lo aguantable para que al menos sobrevivan los WASP (White Anglo-Saxon Protestant) abrasados con los sionistas, ambos pueblos elegidos.
¡Burgueses infantiles! No hacía falta esperar el descubrimiento de la ciencia para entender que teníamos que vivir en armonía con la naturaleza. Ya el jefe indio Seattle se los había dicho a los representantes del gobierno de los EE.UU en 1855 cuando los gringos cara pálidas estaban asesinando a los habitantes originales del norte:
«Nosotros sabemos esto: la tierra no pertenece al hombre. El hombre pertenece a la tierra. Nosotros sabemos esto: Todas las cosas están relacionadas, como la sangre que une a una familia. Todas las cosas están interrelacionadas entre sí. Todo lo que sucede en la tierra, sucede a los hijos de la tierra, sucede a los hijos de ella. El hombre no trama el tejido de la vida. Él es, sencillamente, una causa en ella. Lo que él hace a ese tejido, lo hace a sí mismo»
Hoy, el primer presidente indígena en América, Evo Morales, al igual que sus ancentros, levanta la voz en defensa de la Pachamama:
¡Planeta o Muerte!
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