Si tu propósito es el engaño, tu método es el método del engaño, la premeditación, la trampa para ocultar el engaño, y engañar es cuando la intención verdadera queda oculta, ofrecer o mostrar algo como auténtico cuando realmente no lo es. Podríamos decir que todo propósito tiene su método, pero no todo método corresponde a lo que anuncia el propósito; la honesta correspondencia entre uno y otro depende de la voluntad humana, de la mala o buena voluntad.
Es lo que pasa con el “método democrático” resumido en unas elecciones, no hay forma de que éstas sean, más o menos, democráticas de lo que son, porque su propósito no es la democracia; solo son un instrumento para elegir entre varias alternativas. Pero sirven para engañar, para adormecer la voluntad del elector, de la gente, confundiendo la democracia con poder elegir de una lista. Y sirven para instaurar una dictadura sin necesidad de sostenerse con el terror.
Las elecciones, dentro de una falsa democracia, como la nuestra, detienen la participación de la gente en la política para que aquellos que detienen el poder puedan sostenerlo sin cambiar el sistema; “el método”, las elecciones, son sustitutas de la vida política ciudadana, de la participación y protagonismo del ciudadano en los asuntos que conciernen a la sociedad, al Estado como representación de los intereses de toda la sociedad. Se supone que este elemento asambleario el cual se genera en la comunidad, entrecruza como un tejido a toda la sociedad, y que mediante su práctica y cotidianidad iría desplazando el carácter autoritario, represor, policial del Estado, y al burocratismo, como abatimiento de la administración pública. Democracia es sinónimo de socialismo, de prácticas de vida social, no de elecciones.
La democracia burguesa es una dictadura disfrazada, es la dictadura del capital sobre el trabajo, del capitalismo sobre el trabajador, de los ricos sobre los más pobres. Y las elecciones burguesas son el resultado final de una subasta de cargos públicos; el “método” de Diosdado para las elecciones primarias es azúcar para atraer hormigas, tantas que justifiquen la idea de participación, una manera dulce para matar todo en negociaciones que se dan siempre tras un biombo. Podríamos decir que el “método oculto” de negociar o traficar con candidaturas es más fuerte que cualquier idea de democracia, porque la voluntad que se impone es la trampa no la de hacer democracia.
En el tiempo, de tanto decirlo y hacerlo, los politiqueros se lo creen y se normaliza, la gente lo ve con mucha naturalidad, lo que una vez fue contradicción hoy resulta perfectamente lógico. Hacer lobby, comprar favores, pagar por un puesto ganador; los altos intereses nacionales deben coincidir con los grandes intereses gubernamentales, con sus planes económicos, con sus intereses económicos, con sus negocios particulares. Por eso no es extraño que algunos candidatos sean reemplazados por otros según esos “intereses nacionales”, como, por ejemplo, poner en una de esas listas a Lacava, y en otra a Lacava (que debe ser familia o su mujer); así tengan infinitos contrarios, tienen más dinero y poder para ser candidatos y para ganar unas elecciones primarias y regionales.
Por lo demás, lo que inspira a la mayoría de esas postulaciones no es servir a la comunidad o a la sociedad, es el poder “para poder” (no es raro ver en una lista varios miembros de una sola familia). Lo que mueve a todos estos “postulados” es la oportunidad de hacerse ricos o medio ricos en una gobernación o en una alcaldía, vistas hacia las zonas económicas especiales (entre muchas otras oportunidades). Todo esto acaba aplastando la idea de democracia, pero sobre todo, de democracia “participativa y protagónica”, la que “vende” el gobierno como auténtica para que la gente salga a votar y a conseguir votos. En las elecciones burguesas la gente no participa ni protagoniza nada en su lucha por obtener justicia social, todo lo delega al “método electoral”, el cual sirve al dinero y al poder constituido.
Seamos honestos, y llamemos cada cosa por su nombre, no podemos vivir perennemente engañados, haciéndonos los locos, estamos reinaugurando la cuarta república. Maduro denuncia a la CIA y al comando Sur de atentar contra su vida, al tiempo que ofrece ventajas a sus petroleras, hace todo lo que el imperio exija en materia económica ¿por qué lo iban a matar, si las presiones funcionan bien? El gobierno no es loco, es más bien deshonesto, pícaro, no enseña sus cartas para no perder más en estas elecciones.
¡ CHAVISTA, VOLVAMOS A CHAVEZ!
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