¡Hay que revocar a Maduro!

Creo que si existe algún consenso generalizado en el país, casi que un clamor entre la mayoría de los venezolanos, es la necesidad de salir de nicolás maduro y su gobierno. El suyo ha sido el peor gobierno de nuestra historia, el cual ha sumido al país en una profunda crisis política, económica, social y espiritual.

El gobierno de maduro ha desmantelado la institucionalidad del Estado, convirtiéndolo en un entramado mafioso y violento al servicio de los intereses del grupo que se sostiene en el poder, actuando al margen de la Constitución y las leyes. Este gobierno, en medio de la más absoluta incapacidad e indolencia, ha destruido nuestra economía e industria petrolera, nuestra soberanía económica, para imponer un brutal paquetazo que ha arrebatado, a los trabajadores y al pueblo, las conquistas políticas y sociales alcanzadas en tantos años de lucha, empobreciendo a las grandes mayorías del país.

Este gobierno ha descoyuntado al país y generado un enorme retroceso en todos los ámbitos de la vida nacional, trastocando sus valores y acabando con la esperanza de todo un pueblo, lo que ha provocado la salida de más de 5,9 millones de venezolanos de nuestra patria, en búsqueda de algún futuro, de un lugar donde poder vivir.

Se podrían escribir miles de líneas para tratar de caracterizar el desastre de Venezuela bajo el gobierno de maduro, pero ese no es el propósito de éstas. Lo que sí quiero es, insistir en la necesidad de promover un cambio radical en el país y ello pasa por la salida de nicolás maduro del poder.

Esta reflexión es, sobre todo, para los sectores del país que de manera derrotista o acomodaticia se han resignado a "coexistir" con el madurismo, buscando un espacio permitido entre el pranato de la política, y para aquellos que siguen presas del chantaje del "mal menor" y de los mecanismos de manipulación política y control social sobre los que se ha erigido el madurismo para extinguir el legado del presidente Chávez, imponiendo al país una enorme regresión a un mal gobierno de derecha, autoritario e incapaz.

A nicolás maduro hay que REVOCARLO, pues no existe posibilidad alguna de enmienda de su gobierno, son 8 años destruyendo al país y su economía, sumiendo al pueblo en la pobreza, y la desesperanza; arrebatando sus conquistas políticas, económicas y sociales, haciendo un país más injusto y desigual que nunca, destruyendo las instituciones, descuajando al Estado. Son los mismos personajes, los mismos intereses; los actores de siempre, envilecidos por el poder, con el agravante de que, sabiéndose aislados y sin apoyo popular, están dispuestos a hacer lo que sea para mantenerse en Miraflores.

Por otra parte, a nicolás maduro HAY QUE REVOCARLO SIN ESPERAR MÁS, porque a medida que pasa el tiempo, sigue la destrucción del país, sigue la entrega de nuestros recursos, empresas y riquezas, siguen cediendo soberanía a cambio de apoyo político y económico. Mientras pasa el tiempo se profundiza el entramado de relaciones corruptas entre los políticos y militares del madurismo con las nuevas élites económicas –eso que llaman la "burguesía revolucionaria"– y representantes del capital transnacional, quienes se están apropiando de los pedazos de la República, convirtiéndose en los dueños de toda Venezuela.

Estos grupos de poder –transformados en opresores indolentes–, no harán nada para cambiar la situación; al contrario, harán todo lo posible para mantener sus privilegios, y –paradójica y tristemente– lo harán en nombre de Chávez y el PSUV, tratando de convencer al Chavismo de que es "por la revolución".

EL REVOCATORIO, además de ser un INSTRUMENTO CONSTITUCIONAL, real y posible –lejos de los fantasiosos y antinacionales llamados a que otros "resuelvan" nuestros problemas–, es un mecanismo MOVILIZADOR del pueblo, un instrumento esencial para el ejercicio de la democracia participativa y protagónica Chavista, que reivindica el principio de que LA SOBERANÍA RESIDE EN EL PUEBLO.

EL REVOCATORIO es una poderosa herramienta incluida en la Constitución, justamente para liberar al país de tiranías y grupos de poder que se entronizan en el gobierno en contra de la voluntad del pueblo.

Este gobierno, intentará evitar, por todos los medios posibles, que el pueblo se pronuncie sobre los destinos del país, sobre su propio futuro, de manera directa, por el voto libre y universal, tal como lo establece la Constitución, justamente, porque sabe que MADURO NO ES CAPAZ DE GANAR NINGUNA ELECCIÓN, mucho menos, un revocatorio.

En un revocatorio presidencial, nicolás maduro tiene que enfrentarse a nicolás maduro, así, desnudo, él solito, se enfrentará al electorado quién medirá su gestión, –su aprobación o rechazo– como presidente del país.

En un revocatorio, nicolás maduro, no tiene posibilidad alguna de dividir el voto, ni crear candidatos artificiales, ni sacarse de la manga partidos u otros personajes, alacranes de ningún tipo. No podrá polarizar el voto y mucho menos apelar a los sentimientos y subjetividad del pueblo pobre, con el argumento de que se trata de un enfrentamiento entre "la revolución y la oligarquía". No puede, porque ESTE GOBIERNO HACE MUCHO TIEMPO QUE DEJÓ DE SER REVOLUCIONARIO, no tiene ningun logro, no hay nada que defender, pues él mismo se ha encargado de desmantelar la Revolución Bolivariana, las conquistas políticas, económicas y sociales alcanzadas por el pueblo en Revolución.

Este gobierno está desenmascarado en su esencia, como un mal gobierno de derecha, violento, muy incapaz y corrupto. No tiene nada que ofrecer al país, ni al pueblo. Con nicolás maduro al frente del gobierno, no hay futuro alguno para el país; su sola presencia, causa un rechazo enorme, no tiene ni autoridad, ni prestigio, ni credibilidad en ningún sector del país. Por eso, maduro, no sería capaz de ganar –ni aún haciendo trampas– un referéndum revocatorio. Sus torpes astucias y abusos de todo tipo –como los de Barinas–, serán sepultados por una masiva participación de la población, de todos los venezolanos, a quienes se les consulte si quieren que maduro siga o no en el poder.

Por ello, para evitar un revocatorio, el gobierno recurre a todas sus artimañas y mecanismos de control social para desviar la atención de todos, para alejar las posibilidades de que el pueblo se movilice de manera unitaria para exigir su salida activando este instrumento constitucional.

Uno de los principales obstáculos a la activación del revocatorio es la división del país, la fragmentación de la sociedad provocada por el madurismo. No solo por el hecho de haber estimulado las salidas individuales, el egoísmo y el "sálvese quien pueda" como conducta social, sino porque el madurismo se ha convertido en experto en todo tipo de "pactos secretos" y "acuerdos tácitos" con las elites, para explotar a su favor, la intrincada relación de intereses y aspiraciones que abundan y florecen entre ellas, en cualquiera de sus expresiones de la derecha o en la izquierda.

Entre las élites de la derecha, están los que han decidido "coexistir" con el madurismo y esperar su pedazo de la torta –una gobernación por aquí, una alcaldía por allá, etc– y aquellos que, de fracaso en fracaso, insisten en salidas irreales e inconstitucionales, saltos al vacío y aventuras de todo tipo. Para estos, sectores el problema no es salir de maduro, sino, quién será el presidente que lo sustituya, todos tienen la expectativa de serlo, de arribar al poder. Esta ambición los paraliza y aleja de la posibilidad real de incidir en que cambien las cosas.

Mientras tanto entre las élites de la "izquierda en el poder", anteriormente revolucionarios y hoy convertidos en burócratas y funcionarios del madurismo –opacos, sin garra, obesos de privilegios– se ha extendido la conducta –muy conveniente por cierto– de "postergar" hasta el infinito cualquier cambio que comprometa su estatus, adquirido a la sombra de la traición al Presidente Chávez y al pueblo. Esta elite es peor que la derecha, pues persigue con saña fascista a cualquiera que mantenga en alto la posibilidad chavista o socialista. Desde el gobierno atacan, insultan, descalifican, inhabilitan o persiguen a la izquierda revolucionaria, convirtiéndose en sepultureros y verdugos de los cambios revolucionarios.

A esta élite de izquierda, corrompida, acostumbrada a los discursos en auditorios controlados, al tuiter y la ventaja del poder, compuesta por civiles y militares, se suma una fauna de oportunistas de todo tipo, personajes de derecha que siempre estuvieron agazapados en el seno del chavismo –el chavismo sin Chávez–, y que identificaron en nicolás maduro, su oportunidad para acabar con la Revolución Bolivariana y ascender meteóricamente a las mieles del poder.

Pero también existe una elite de izquierda, compuesta por líderes populares o revolucionarios, que viven rumiando su disconformidad, pero que no tienen el valor de levantar su voz, dar la cara y hacer frente a la tragedia que vivimos. Unos, por miedo o cálculos políticos, convierten la táctica de "pasar agachado" y "esperar" en su estrategia de vida; mientras que otros –que tienen la cabeza metida en un hueco– no se atreven a hacer nada, argumentando que no pueden –o no quieren– cambiar las cosas, estos representan la imagen viva de los sectores políticos y sociales despojados de su esencia revolucionaria; incluso, de su voluntad de luchar.

Por ello, EL REVOCATORIO DE MOVERSE EN EL SENO DEL PUEBLO, DE TODO EL PAÍS, de todos los sectores, sin importar lo que digan o hagan las respectivas élites políticas de cada bando. Éstas verán si brincan o se encaraman, si asumen con grandeza histórica su papel en momentos tan definitivos para la Patria, como los que vivimos, o seguirán en su eterno juego de jalarse las orejas con el madurismo, mientras el pueblo venezolano, sigue sufriendo la peor tragedia de su historia.

La activación del revocatorio es una oportunidad de unificar al país bajo una sola consigna, de reorganizar a todos los sectores de la sociedad, concentrados en el objetivo de salir de nicolás maduro, dejando atrás intereses grupales o mezquinos. Movilizar a todo el país en la reconquista de un futuro posible, real, concreto, donde todos tienen un rol que jugar, todos deben participar en la reconstrucción de la Patria.

Para el campo revolucionario y bolivariano, para el poder popular y el chavismo, el revocatorio es la oportunidad de deslastrarse de las elites maduristas y sus mecanismos de control político y social, ponerse al lado del pueblo y sus luchas, sus problemas, para darle una orientación política, estratégica, revolucionaria de retomar el control de nuestro futuro, reconstruir nuestro movimiento Bolivariano y revocar a maduro para volver a insistir –con más fuerza y experiencia– en los cambios revolucionarios.

Lo que suceda después del revocatorio, dependerá exclusivamente de la calidad y la fuerza de la movilización popular para salir de maduro y su gobierno.

Lo importante, es salir de esta tiranía, abrir las puertas a un cambio político, permitir el funcionamiento del país y sus instituciones políticas, el restablecimiento de todos nuestro derechos políticos y de participación popular, para recuperar el manejo soberano de nuestros propios asuntos, para que el pueblo vuelva a tener la palabra, para que recupere su pasión y voluntad de luchar.

Es lícito que cada sector, luche por sus ideas y sus propuestas, que volvamos al gran debate, a repensar Venezuela. Nosotros, los revolucionarios, bolivarianos y chavistas, lucharemos por las nuestras, evaluaremos todo lo que ha pasado, dónde se extravió el camino, las cosas que debemos enmendar para retomar nuestra esencia revolucionaria, transformadora, radical, la de Chávez, la del Plan de la Patria y el socialismo.

Muchos sectores chavistas, tienen miedo al revocatorio, porque piensan que es un salto al vacío, abrir las puertas a la derecha, sin darse cuenta que, hace tiempo que el madurismo nos empujó al abismo, y que su gobierno y sus políticas, son de derecha. El madurismo, nicolás maduro, ha desmantelado de manera precisa y cruel las conquistas populares y el socialismo, pulverizando el legado de Chávez. De aquella Patria que nos hablaba el Comandante ¡NO QUEDA NADA!

El Chavismo, como movimiento, será capaz de sobrevivir al madurismo, pues éste no representa, ni encarna, la esencia revolucionaria, poderosamente transformadora de Chávez. Sólo revocando a maduro, tendremos la posibilidad de volver al camino de Chávez, la oportunidad de volver al seno del pueblo, con humildad y moral para recuperar juntos nuestras posibilidades revolucionarias.

Debemos –todos– restablecer la política con "P" mayúscula en el país, las plenas libertades, el debate de ideas, propuestas y esfuerzos, necesariamente unitarios, colocando por encima los sagrados intereses del pueblo venezolano para iniciar la reconstrucción de la Patria. Debemos dejar atrás el odio, la revancha, la trampa y la violencia, que se han instalado como una conducta que nos coloca a un paso del caos y del fascismo.

Hay que recuperar el sentido de grandeza de nuestro pueblo, el ejercicio de la política como mecanismo para resolver nuestras diferencias siempre en el marco de nuestra Constitución. Debemos restablecer la espiritualidad y valores de nuestra sociedad, herederos como somos de la grandeza y la gloria de Simón Bolívar, recuperar el sentido nacional, lo afirmativo venezolano, que salga lo mejor de nuestro pueblo, de todos nosotros, para sanar nuestra sociedad, el alma de cada uno y de todos como colectivo. Debemos revocar a nicolás maduro, su gobierno, sus políticas y conductas, para abrir las puertas a un proceso revolucionario y transformador para salir del oscuro abismo de la desesperanza.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2525 veces.



Rafael Ramírez Carreño

Ingeniero y político venezolano. Ex-embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la ONU. Ex-ministro de Energía y Minas y expresidente de empresa pública Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) hasta el año 2014. Militante Revolucionario, Chavista y Bolivariano.

 @RRamirezVE

Visite el perfil de Rafael Ramírez Carreño para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Rafael Ramírez Carreño

Rafael Ramírez Carreño

Más artículos de este autor