Misión Roscio

Ni los más tercos opositores podrán estar en desacuerdo con que Venezuela entró en un profundo proceso de transformación nacional; partiendo de la Misión Robinson, la Revolución Bolivariana pensó en los que debían terminar su primaria, en los que debían concluir su secundaria, sus estudios superiores, e inclusive, de Postgrado, sin embargo aún no se ha pensado en los miles de profesionales que concluyeron sus carreras en el exterior y que no han podido revalidar sus títulos.

Todo este esfuerzo lo realiza el Estado por la necesidad de profesionales para afrontar las difíciles tareas que exige el desarrollo sustentable, pero ignoran a este ejército de profesionales, listos a ejercer y cuyos títulos no han sido revalidados por las dificultades que el país impone, con el papeleo, con los criterios para la revalidación y finalmente las trabas que representa la ausencia de un plan de asistencia, con profesores y tutores, que les faciliten en la preparación de los exámenes y las tesis.

La Misión Roscio sería un plan para ayudar, de manera sistemática, a los profesionales con títulos extranjeros, a los que la República Bolivariana de Venezuela, la Revolución Bolivariana ha desdeñado por tanto tiempo y que desdeña, los aparta y los ignora…

Los Colegios de Profesionales (casi, sino todos, cuadrados con la reacción), son clubes gremiales anquilosados en los pantanos del pasado, sin propuestas ante la nueva realidad, navegando en los humos de los privilegios del “libre ejercicio” de la profesión…

Proponemos el nombre de Misión Roscio, en honor a Juan Germán Roscio , víctima en su época de una actitud similar a la que sigue existiendo en el país; en 1794 obtuvo el título de Doctor en Derecho Canónico, y en 1800 el de Civil. La Real Audiencia, le concedió su inscripción como abogado; pero el Colegio de Abogados de Venezuela, por ser hijo de “india”, le negaba ese derecho, finalmente, se impuso la calidad de su formación profesional y filosófica y les ganó el juicio. Fue uno de los grandes del 19 de abril de 1810, “Diputado del Pueblo", propagandista de la emancipación, redactor del Acta de la independencia en julio de 1811 y de la Constitución de 1811, fue reconocido como abogado y ahora la historia le nombra, mientras ignora el apelativo de los mezquinos que le negaban su derecho.

Estoy hablando de fuga de profesionales, de un caso de derechos difusos, estoy llamando la atención sobre la razón y la racionalidad en el uso de recursos humanos, estoy hablando de compatriotas y de valentía por parte de las autoridades que los han esquivado tan “elegantemente”.

¿Debemos esperar que la providencia nos ayude y que Chávez lea esta propuesta para que pase algo; qué pasó con la Revolución, camaradas?

elmacaurelio@yahoo.es


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Marco Aurelio Rodríguez G.

Periodista, Politólogo, poeta, escritor, humorista y ensayista. Columnista en varios medios, digitales e impresos.

 elmacaurelio@yahoo.es

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