Cuando los pobres ganen la guerra

Cuando se habla de guerra, la verdad se hace esquiva... Alguien dijo que la primera víctima de la guerra es la verdad; también sabemos que quienes promueven la guerra no la pelean, excepto cuando estas guerras son revolucionarias. Bolívar y su ejército promovió la guerra revolucionaria, llegó un momento donde incorporó a los pobres y le dió un sentido de lucha por la independencia, la libertad, la dignidad y la identidad patria. Luego Zamora encabezó y encauzó hacia vertientes revolucionarias la guerra social que en alguna oportunidad 1812 desencadenó, aunque parezca paradójico, Domingo Monteverde, luego arrecia Boves, lamentablemente, esa guerra, la guerra de los pobres fue dirigida hacia la defensa del imperio de entonces. Jamás podía tener un final feliz y menos lógico. Bolívar, que siendo mantuano, la lucha lo convirtió en revolucionario; es lógico esperar lo que le ocurrió: terminó siendo odiado por las nacientes oligarquías, desterrado de su patria y aventado a un olvido que Chávez nos trajo al imaginario colectivo, nos los revivió pues y desató lo que hoy la asustada oligarquía criolla, aterrada trata de ocultar con el dedo meñique.

Los pobres somos la inmensa mayoría de habitantes del planeta; expropiados de la riqueza, condenados a contar con lo que apenas nos permite sobrevivir, al alcance, a duras penas de los pocos conocimientos que con mucho esfuerzo y sacrificio podemos encontrar dando coñazos, es decir, el capitalismo nos la pone dura a la hora de facilitarnos herramientas para la liberación. Pero cómo si esto fuera poco nos impone sus reglas, "su cultura", su visión mezquina del mundo y nos convierte en seres que somos capaces de devorarse a sí mismos sin darnos cuenta. "La cultura universal" bastante contribuye a esto; nos obligan a adorar sus dioses sin importar que éstos no nos echen la mano al menos para hacernos conscientes de que hemos sido unos pajuos que nos dejamos engañar peor que nuestros aborígenes con los espejitos; al menos los espejitos se podían palpar, a lo mejor a más de uno le sacó la sangre y le hizo despertar de su letargo, pero ahora nos joden con la música, la cultura y la educación... además nos hacen hasta desear lo que nos daña, y de ñapa, inventan la guerra y ponen a los pobres cómo carne de cañón a matarse entre sí.

Aquí nos quisieron y nos quieren joder con ese cuento, "la pelea de perros", pero cómo no nos hemos dejado joder, ahora no sabemos qué inventarán. Nos quieren poner a matarnos con los colombianos, nuestros hermanos, con todo el mundo nos quisieron poner a pelear los oligarcas... Pero jamás ustedes observarán al frente de una batalla a los burgueses, ni a Trump, Biden, Uribe, Marco Rubio, Leopoldo López, Lorenzo Mendoza, Gustavo Cisneros... Pero sí verán a unos pendejos y pendejas que arriesgan su vida y libertad para ponerle una bomba a Maduro, sabotear una central eléctrica o intentar una invasión al país. ¿Donde están los comandantes de la burguesía?

Los revolucionarios son pacíficos, pero no pendejos, menos cobardes y si hay que agarrar las armas, le echamos bolas sin chillar, y si hay que comandar un ejército se hace, convencidos que una revolución para que sea verdadera las charreteras se obtienen en el campo de batalla, echando tiros o aguantando la pela cómo lo hemos hecho los pobres de Venezuela. "Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar", hermosa frase de un poema de Martí, pero no solo en frases y palabras se quedó aquello, llegado el momento Martí que era poeta se convirtió en soldado, y murió en su ley. El 13 de abril de 2002 un pueblo sin saberlo quizás se convirtió en un poderoso ejército en una nueva forma de hacer la guerra. Nada más con su presencia masiva en las calles desarmó a más de 100 oficiales de alta graduación de los traidores y todo el poder económico del país y desencadenó, en el ejército que si poseía armas una revolución dentro de la revolución... Los pobres ganamos una batalla. Mantener la presidencia en manos de la revolución luego de la muerte-asesinato, en mi opinión, de Chávez, fue otra batalla ganada. Mantenernos de pie luego de las guarimbas, la guerra económica y los actos de sabotaje, las sanciones, etc, etc. Es otra batalla ganada. Pero la guerra sigue; hay muchas cosas aún en el tintero: La Comuna, la democracia participativa y protagónica, la erradicación de la corrupción, la inseguridad, la apropiación de todas las riquezas para colocarlas al servicio de las mayorías, el desarrollo de un modelo económico autosustentable y que garantice el vivir viviendo...La cancelación de la histórica deuda para con los pobres, haciendo y estableciendo como máxima aquella conseja de que "prioridad debe tener todo aquel o aquella que menos tiene".

Pero lo que sí es cierto es que en Venezuela estamos a la vanguardia de las batallas donde los pobres seremos los vencedores, ¡esa es una tarea colosal!, pero es la tarea. Con esto que decimos no queremos ser extremistas; la estrategia y la táctica siempre están presentes. De esta manera, los vientos que soplan, al menos en esta patria, quisiéramos que en la patria grande también, seguiremos derrotando a los oligarcas imperialistas, los pro de aquí y los verdaderos de allá, pero, cuando decidimos plantear las cosas tal cual lo hacemos, lo que queremos es sacudir la conciencia con un lenguaje muy directo, a veces quizás violento, pero necesario, siempre necesario aunque pierda la estética, lo importante es la sustancia y planteado así: cuando los pobres ganen las guerras, lo primero que debemos tener en mente es que para ganar una guerra, para consolidarla, es menester ocupar los espacios de poder que detentaban, hasta ese momento, el adversario histórico. Eso no es posible sin organización, sin una estructura, sin un partido, sin un ejército armado hasta los dientes; y armado no solo de armas convencionales, quizás las menos poderosas de hoy. Es necesario armarnos de una gran consciencia, entendida ésta cómo el conocimiento del arte de la política y del arte del gobierno, que no es tarea fácil, es sumamente compleja y los recovecos de la burguesía más complejos lo hace, a su conveniencia. Nuestro deber es hacerlo lo más sencillo posible, pero no por ello lo menos consistente, por el contrario... nuestra filosofía del ejercicio del poder debe ser la antípoda absoluta de lo que ellos ejercen y plantean, pero lo más inteligente. ¡Solo así podremos no solo ganar batallas sino la guerra!



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Luis Alberto Toro Ojeda

Publicista. Militante de izquierda. Integrante del Frente Bicentenario de Campesinos del estado Trujillo. Integrante del PSUV.

 latojeda@gmail.com      @latojeda

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