1.- Si el café fuera de color negro, entonces en vez de *marroncito* habría que pedir un grisecito. La academia de la lengua hispana trae *café puro* o sin leche, pero no NEGRO.
2.- Solemos decir: Te espero en mi casa, ve por mi casa, cuando no pasamos de simples inquilinitos, casi siempre morosos, y nómades.
3.- Hablamos de la *Prehistoria*, como si se tratara de una era cumplida y pionera de la humanidad, pero quien arroja basura por las calles mientras desenvuelve mercancías, o arroja conchas de bananas y mamones, es viejo espécimen prehistórico, sólo que ahora sus desperdicios son imbiodegradables.
4.- Se habla de *democracia* como un sistema donde el pueblo tiene el poder, a pesar de que se trata de sociedades abiertas y descaradamente clasistas, donde los pobres y asalariados sólo tienen voto, pero no voz, y un voto perfectamente vulnerable, manipulable, tracaleable, como lo demuestran hasta ahora todas las cuestionables elecciones que se realizan con cargo al Erario Público.
5.- hablamos de libertad de expresión, pero los cogollos partidistas le imponen a sus seguidores que estos oculten todas las marramuncias practicadas por el mediano y alto liderazgo, bajo la desvergonzada figura de *lavar los trapos sucios en casa*.
6.- En las elecciones *democráticas*, para elegir directivas de organismos gremiales, sindicales, de oficios o profesiones en general se inscriben ternas o cuaternas, según el número de directivos a elegirse, y cada grupo político presenta su respectivo equipo directivo, pero la constitución de la Directiva termina conformada por aquellos aspirantes que aparecieron como candidatos a la presidencia de dicha Directiva, independientemente de que, pongamos por caso, como Secretario de Finanzas quede un ignaro que no sabe lo que es una cuenta corriente.
7.-Los niños asisten a la escuela a enterarse de la Historia de sus antepasados internacionales, pero desconoce de dónde de son sus vecinos del piso superior del edificio donde vive.
8.- A esos mismos niños se les enseña el concepto de infinito, a y sumar gigantescos sumandos con decenas de dígitos, pero el salario de sus padres, por ejemplo, no pasa de tres dígitos en términos de dólares.