La Confederación de Trabajadores de Venezuela., el sector patronal, Fedecamaras, y los partidos políticos de oposición, convocan a una huelga general a partir del 9 de Abril de 2.002, la huelga continúa el 10, y en la tarde anuncian para las 9 de la mañana del día 11 una marcha que partiría desde el Parque del Este hasta la sede de P.D.V.S.A. en Chuao, Caracas. Una vez la manifestación llega allí, algunos dirigentes, en particular Carlos Ortega por la C.T.V. y Pedro Carmona Estanga por Fedecamaras incitan a marchar a Miraflores para pedirle la renuncia al Presidente Chávez. Algunas cuadras antes de llegar al lugar donde se encuentra el Palacio de Gobierno se forman barreras policiales para evitar el paso de los manifestantes, entonces el ánimo es soliviantado por el contralmirante Carlos Medina Tamayo y el general Guacaipuro Lameda que llaman a no detenerse y llegar a Miraflores, se traspasa las barreras y tienen que salir los militares a la calle para evitar un enfrentamiento entre los seguidores de Chávez, reunidos alrededor del Palacio de Miraflores, y los anti Chávez. Cerca de las 3 de la tarde los manifestantes se encuentran solos en el centro de Caracas, los líderes han desaparecido, y comienza a escucharse disparos provenientes de altos edificios ubicados cerca al Puente Llaguno, sitio próximo a Miraflores, de esos disparos resultan unas 20 personas muertas y heridas. A esa hora aparece en la televisión privada, prácticamente en cadena, el contralmirante Héctor Ramírez Pérez rodeado de unos 12 altos oficiales militares, lee una declaración repudiando la muerte de civiles inocentes, acusa a Chávez de ellas y llama a una insurrección militar.
El Presidente Chávez en la madrugada del día 12 recibe amenazas de que se va a bombardear el Palacio de Miraflores y que debe renunciar para que ésto no se lleve a cabo, (en este momento es muy probable que Chávez piense en lo que pasó con el Palacio de la Moneda en Chile cuando Salvador Allende, y posiblemente Chávez se imagina pueda producirse una mayor masacre entre la gente que está con él dentro y fuera del Palacio) entonces Chávez decide, sin renunciar, entregarse y ser llevado al Fuerte Tiuna. En la mañana de ese día los dirigentes de oposición ocupan el Palacio de Miraflores y Pedro Carmona Estanga se auto proclama Presidente Interino de Venezuela. En la tarde, en el Salón Ayacucho, se da lectura a un decreto donde se anuncia la abolición de todas las instituciones democráticas del país, Asamblea Nacional, Tribunal Supremo de Justicia, Gobernaciones de estados, Constitución de la República y hasta llegan a desaparecer también el cuadro de nuestro Libertador que presidía el salón; todo ésto es aclamado por unos 300 prominentes venezolanos presentes en el Palacio.
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El 13 a media mañana se reúne Pedro Carmona en Miraflores para dar a conocer la totalidad a los integrantes de su gabinete de gobierno, estando allí se percata que alrededor del Palacio esta congregado el pueblo pidiendo se restituya a Chávez en la Presidencia, Carmona se comunica con los cuarteles y recibe la noticia de que los de la capital y del interior del país prácticamente están tomados por el pueblo, la reunión se desintegra y los asistentes salen despavoridos, algunos son detenidos por la Guardia de Honor de la Presidencia; Carmona sale para el Fuerte Tiuna y allí renuncia. El Presidente Chávez se encuentra detenido en la Isla La Orchila donde un avión de la armada estadounidense espera para sacarlo al exterior, la caída de Carmona hace abortar el plan y Chávez es rescatado por tropas leales, lo transportan a Maracay donde pasa unas horas hasta que todo está controlado por su gente y entonces, en la madrugada del día 14, es llevado al Palacio de Miraflores.
Una vez restituido Chávez en el poder se da a conocer públicamente que los francotiradores del 11 de abril fueron colocados estratégicamente por los dirigentes de la oposición y dirigidos por militares disidentes expertos en esa clase de acción; por consiguiente, el luto que lleva en el alma los familiares de los asesinados se le debe única y específicamente a la macabra oposición a Chávez. Y a pesar de este dolor, hoy Venezuela presenta un rostro alegre y rejuvenecido, se observa un fiel empeño de pueblo y gobierno por labrarse un futuro de grandeza y dignidad; y así habrá de ser.
José M. Ameliach N. Marzo de 2.007