Pensar la CELAC

Aun cuando podría existir la percepción que la CELAC como órgano de reciente creación en estos momentos retoma su voz en medio de una integración necesaria para toda la región de América Latina y el Caribe.

Su accionar ha viajado en la convocatoria tanto con organismos mundiales como la Unión Europea, hasta Rusia e incluso China. Recordemos el foro con Beijing donde se discutieron mecanismos de inversión, seguridad y crecimiento económico. Todos van dejando la sensación de un epicentro en medio de un análisis con cada una de sus Cumbres donde se han presentado consensos e integración en medio de una necesaria estabilidad.

Lo que se dio con China terminó en una declaratoria donde se ofrecía a América Latina y el Caribe montos de hasta doscientos cincuenta mil millones de dólares, incluso avizorando la construcción del Canal Interoceánico en Nicaragua.

Para esto ha servido la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe. Ha unido bajo sus mantos las diferencias latinoamericanas y caribeñas para llegar a acuerdos nominales o formales, entre bloques o países particulares.

Lamentablemente su visión sigue siendo muy técnica y hasta tímida a la hora de tomar decisiones, incluso su crecimiento el cual le permitiera ir a otras acciones que signifiquen suplantar a la OEA han quedado frías.

Ahora hace falta una visión de alto nivel geopolítico, estratégico y de seguridad y defensa los cuales sirvan para otro modelo necesario a mediano y largo plazo donde se dé continuidad a espacios que hasta ahora han sido tan difíciles a la hora de hacerlos solos.

En esto hubo dos movimientos, ya hoy decantados. En el primero algunos países promovidos por EE.UU. piensan retomar su integración y relaciones a partir de las experiencias de los TLC y del ALCA.

Si esta propuesta gana entonces pasaremos por un modelo de integración Sur—Norte, indicando al Sur como América Latina y el Caribe y el Norte: EE.UU., Canadá y México. Esto es lo que se nota en cada una de las intervenciones de AMLO quien considera no dejar pasar el peso y liderazgo de su país.

AMLO discurre sobre el sueño de Bolívar en la integración para América Latina y el Caribe en un solo bloque junto a EE.UU. y Canadá por delante. Ese es el pensamiento de un fenómeno político internacional y en algunos países del área llamado la izquierda progresista la cual asiste acompañada con los rasgos de sectores de la derecha.

Sin embargo, hay otra izquierda mucho más intelectual quienes consideran el momento de la izquierda progresista como algo contraproducente. Venezuela, Cuba y Bolivia piensan en buena medida —unos más que otros— que lo de AMLO es ordenarse a favor de Norteamérica y Canadá. En la izquierda progresista consideran la necesidad primeramente de integrarnos como bloque y después ver cómo vamos a tratar el caso del Norte.

Sin dudas lo más sano para la región en medio de estas dos visiones es no caer en lo más grave que sería dividirnos por criterios ideológicos —como ya ha sucedido—. Es necesario una integración para negociar con fuerza frente a EE.UU. y Canadá.

En medio de estas dos disputas cabalgamos, pero podemos llevarnos la peor parte puesto que la ausencia de un pensamiento integrador entre los cercanos o iguales podría dejarnos dispares. Para la construcción de un imaginario en América Latina y el Caribe unida, integrada en una sola voz puede seguir diluyéndose en el tiempo. Justo debemos recordar cuando pensábamos que esto de integrarnos estaba más cerca hace una década atrás y no logramos conseguir lo esperado.

Pero la realidad tiene sus fuerzas hacia otras tendencias y por eso es necesario el relanzamiento de la CELAC pues es la única que puede sortear y encauzar los intereses comunes. Aun cuando la discusión sobre si es viable o no un momento de integración el mismo está sin dudas en su peor momento, pero nada impide que esto pueda cambiar con un buen trabajo.

Por ejemplo, si hubiésemos tenido una CELAC y UNASUR unidas, Perú no estuviese viviendo la tragedia que ha tenido que afrontar donde a la fuerza un presidente ha sido depuesto tras un vulgar golpe de Estado y el nuevo poder se impone frente a nuestros ojos a sangre y fuego y los congresos o asambleas nacionales de toda la región guardan un silencio de espanto.

Si la CELAC estuviera fuerte hubiese prohibido al gobierno de Chile salir y avalar a quienes se quieren imponer en un nuevo gobierno en Perú, pues sencillamente una declaración en este tono pone en peligro a toda la región.

Lo de Perú sencillamente no puede seguir pasando. Esto no es democrático y sin dudas atenta contra la integración. Tratamos el caso del Perú como si no nos importara o peor aún que el mismo no es ni de nuestro agrado.

Mientras el pensamiento de AMLO considere que América Latina y el Caribe deba estar integrada, pero a EE.UU. y para sus intereses discurren que el adversario de todos nosotros es China quien compite con su alta tecnología y desarrollo desplazando a estas alturas significativamente a Norteamérica. Y si a esto le agregamos los casos cercanos con la Federación Rusa e Irán las cosas se dividirán aún más.

En China, Rusia e Irán están claros en rivalizar y desplazar a la poderosa Norteamérica y enturbiar su poder y a la vez competir en contra de los mercados mexicanos con su tecnología media y de ensamblaje instalada en su territorio con firmas de EE.UU. y Canadá. Pero esto hace sentir a México que separándose de ellos — EE.UU. y Canadá— estarían perdiendo.

Esto se da con mayor fuerza pues el proceso norteamericano de relocalización está sacando a sus empresas del territorio chino y entonces pone como su principal socio a su vecino del cual quiere aprovecharse para que necesariamente México y China se enfrenten en un ring comercial.

Por eso los aztecas ya se ven desplazados sintiendo que su nuevo enemigo proviene de Asia. Pues la mano de obra barata, —objetivo de ambos— atenta directamente contra México, no pudiendo estos llevar sus productos de vuelta al mercado norteamericano.

Y en medio de todo este escenario ahora veremos la nueva visión de Brasil y Colombia y de cómo lograrán conciliar en la CELAC frente a los intereses de EE.UU., Canadá, China, Rusia e Irán, es decir que conviene más o con quien lograrán tener un mejor equilibrio. Ahora encontraremos un Lula mucho más conciliador que en su primer gobierno y a un Petro mucho más profundo de lo que hasta ahora había sido Colombia.

Brasil jugará un importante papel en la CELAC. —y en la UNASUR y MERCOSUR cuando se reincorporen— Aun cuando se percibe en Lula más integración hacia los BRICS y la posibilidad de incorporar a otras naciones, pero fuera de la esfera latinoamericana y caribeña, bien podría ser el caso de los persas. Sin dudas veremos en la CELAC a un Lula tan presidente como candidato.

Finalmente, está la incorporación de Venezuela y Cuba, allí se verán los nuevos y verdaderos amigos de ambas naciones luego de haber estado suspendidos y de llegar al punto de la disolución de este importante habilitador.

 



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Miguel Jaimes

Politólogo. Magister scientiae en ciencias políticas. Doctor en ciencias gerenciales. Posdoctor ontoepistemología en geopolítica de las energías. Cursando doctorado en letras. Cursando Posdoctorado en literatura del petróleo en Venezuela. Libros: El oculto poder petrolero, apertura petrolera, poder de PDVSA vs. poder del estado. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Primera edición. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Segunda edición. Director del diplomado internacional en geopolítica del petróleo, gas, petroquímica y energías – Venezuela. Director de la web https://www.geopoliticapetrolera.com

 venezuela01@gmail.com      @migueljaimes2

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