La estampida y la chispa

El rebaño se encuentra en una sabana africana, pasta plácidamente, es una mañana apacible, todo tranquilo. De pronto, se oye un grito de pánico, es un animal del rebaño que está siendo atacado por un depredador. Todos en la manada se alertan; oído, olfato y vista se aguzan, un miedo expectante recorre la sangre. De repente, un animal corre sin control, luego lo sigue uno, dos, tres. Y se produce la estampida. La sabana es estremecida por el trote desesperado del rebaño. Nada, nadie, puede detener el desespero. Todo es destruido a su paso.

En otro paraje, en otro tiempo, la pradera está seca, sólo se oye el sol y el silencio, los animales se aburren, nadie se mueve, todos adormitan. De pronto, una chispa incendia el pasto, y el fuego toma cuenta del escenario. Ahora todo cambia, todo se revuelve, tras la conmoción nace un nuevo mundo.

Los dos escenarios anteriores, no tan imaginados, grafican la situación de la Venezuela de hoy. Puede ocurrir una estampida desordenada, un caos de pánico y desesperación. Tareck representa al animal que lanza la señal de pánico, no se sabe dónde está, todos se alarman, el depredador amenaza con más represalias, el miedo motoriza las acciones.

La otra posibilidad: la pradera está seca, pocas veces en la historia, el país había vivido una situación tan calamitosa, todo se derrumba, todo está en crisis, existe un vacío. Y como vaticinó Rosa Luxemburgo, una chispa la puede incendiar. Un gesto, una acción, un suceso puede detonar un estallido social de gran magnitud.

Entre estos dos escenarios se mueve la situación de hoy. El vacío de dirección, la falta de rumbo, la ausencia de metas sociales, la devastación de las condiciones materiales y espirituales para una existencia tolerable, el espectáculo de los tarekos, las excusas de los madurecos hablan claramente del desenlace de la crisis. Lo que está por verse es si las fuerzas actuarán antes del caos, se lo ahorrarán a este pueblo, o si, por el contrario, actuarán impelidas por la realidad de la catástrofe.

Se acerca el fin de este marginalato fatal, el tiempo se agota. La predicción, la acción preventiva, es escasa en política, es más fácil decidirse a actuar con los hechos consumados, actuar sobre seguro. La actuación anticipada necesita inteligencia y mucha valentía. Inteligencia para prever los escenarios futuros, y valentía para correr el riesgo de la acción. Los que son capaces de leer, en la realidad del presente, el libro del futuro, sentir el latir de los días futuros, los capaces de descifrar el mañana por las señales de hoy, esos son los políticos gigantes, los que jalonean a los pueblos, a la humanidad, la sacan del marasmo de lo conocido, construyen mundos futuros.

¡CHÁVEZ, FUTURO!



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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