Una buena amiga, ha escrito sus críticas a mucha de la gente a la que ha estado apoyando y habla de cosas que, en uno, rememoran el vanguardismo de Kleiber Ramírez y su idea infantil o aberrada de la vanguardia compuesta por "hombres de acero", clarividentes, incorruptibles, como los dioses griegos, nada humanos, a quienes el movimiento popular, lejos de participar activamente y ejercer protagonismo, entrega sus derechos y poderes. O mejor y más realista, los vanguardistas a la militancia, al pueblo, despojan.
https://www.aporrea.org/contraloria/a320748.html
Justamente, pese que, en la constitución y en el discurso de Chávez, se habla de la participación popular, el protagonismo de las masas, el partido que ha pretendido ser la herramienta del movimiento popular, ha terminado, como recomendaba K. Ramírez, en manos de una vanguardia que, como aquel viejo grupo publicitario, formado por brillantes personajes como Arturo Uslar y Alejo Carpentier, llamado publicidad ARS, exigía, "déjeme pensar por usted". O lo que es lo mismo, "no pienses, deja eso en nuestras manos, sométete a nuestros designios y si eso no aceptas eres un traidor, vete o te echamos". En eso mismo que, un grupo de intelectuales hoy bajo la sombra, llamó el hiperliderazgo. Y hablo de esto porque es obvio que, en esa desviación, hay mucha culpa de lo que ahora acontece.
Esos corruptos no son productos del azar, de algo emanado de la nada o de la mala suerte. Vienen desde atrás. De la vieja cultura y práctica política de Miquilena y sus seguidores. Y se encarnó en quienes no creen en el movimiento popular, en lo participativo y protagónico, sino en el derecho de un grupo de ungidos a pensar y decidir por los demás. Los mismos que creen, a quienes desde cualquier resquicio critican, difieren, son desleales.
Sería interesante para quien pueda hacerlo, descubrir el hilo que une a todos esos corruptos. Eso incluye a los de antes, como Rafael Ramírez y su tropa.
Chávez, por exceso de confianza, fue víctima de ellos. A algunos dejo de nombrarlos porque todavía no han aparecido, pero "el día llegará", pues esta hemorragia no para si no cambian las concepciones y prácticas. Y a todos ellos, les unía y une, la idea del control vanguardista del partido. Es el mecanismo ideal para sus prácticas. Eso del gobernador, alcalde jefe del aquél, o lo que es lo mismo, "zamuro cuidando carne".
Al Comandante le adularon y cercaron. Exaltaron por demás y fingieron someterse a él para someterlo. Quienes advirtieron, como Giordani, fueron execrados. Es bueno saber de los persistentes "desencuentros" del exministro con el barinés.
Corrupto que se respete no trabaja sólo. Y, cuando digo sólo, no hablo de todo aquel que le sirve en las actividades que genera por y para la corrupción misma y fuera de ella, como los trabajadores del bodegón o las secretarias en sus distintas actividades. ¡No! Hablo particularmente de quienes les dan llaves, claves y hasta sabiendo qué y cuánto hay en el baúl o las maletas, para que él las saque de donde estaban y pertenecían, mientras ellos miran hacia otro lado y se ponen a silbar iguanas y, cuando el asunto revienta, se limitan a decir, "me estoy enterando de eso, que caiga sobre él todo el peso de la justicia" y para darle más dramatismo a la vaina, se agrega a la última palabra el adjetivo "popular".
Eso de vender petróleo secretamente que, por muy secreto que sea, comporta una serie de actividades y movimientos fáciles de detectar, por lo voluminoso y el número de personas que en eso participan, sugiere una fila larga y sobre todo gorda de cómplices. Uno hasta supone, por los comentarios que siempre empiezan a circular, hasta mucho antes que el asunto explote, que con mayor razón, arriba debe haber, por lo menos, alguien que eso también ha escuchado.
Lo que se dice que, los tipos vendían algo así como "por los caminos verdes", eludiendo las sanciones, no justifica o explica que, por eso mismo, lo hacían sin que quienes manejan la industria se enterasen. Alguien con mucho poder autorizaba esos procederes y un buen número estaban al tanto, más allá del grupo que eso directamente manejaba,
Decir que cobraban a quienes les vendían el petróleo pero estos no pagaban a la empresa petrolera nacional, administradora de esos recursos, tampoco es suficiente por muchos motivos. El primero, por aquello que suelo mencionar de los chinos que en mis tiempos de niñez, lavaban la ropa de quienes a ellos acudían en busca de ese servicio en las orillas del río Manzanares, de "si no hay lial, no hay lopa". Si no pagas, te suspendo el suministro del petróleo, te embargo y hasta denuncio a las autoridades competentes para procesar a los delincuentes.
Justificarse desde lo más alto, donde se halla "la caja de machetes", diciendo que tenían entendido que quienes ese petróleo compraban no pagaban, tampoco sirve, pues tendríamos que volver a los chinos del río Manzanares.
Pero, también vale recordar aquello, dicho por alguien quien en esos enredos de corruptelas se vio enredado o afectado, "si algo no se puede ocultar es la gripe y la riqueza alcanzada y sobre todo fácilmente". Esta provoca, a quien a ella accede, por impulsos muy internalizados, a dar manifestaciones hasta exageradas, que la posee; por su propio bienestar, satisfacción y de los suyos. Además, el enriquecido velozmente, se apresura a exhibir su éxito y crecimiento. Si no lo hace o no puede hacerlo, se sentiría inferior y fracasado.
Por cierto, aprovecho esta oportunidad, para llamar la atención sobre mi novela, recientemente editada por "El perro y la rana", "Los Perdedores"*, donde un personaje, de los tantos que allí hay, enriquecido de repente pero por un golpe de suerte en la lotería, de inmediato opta por y exhibir su riqueza y, así, sentirse grande e importante.
El griposo tose y hasta suena las narices, donde sea, pues no tiene tiempo, paciencia para esconderse y además eso no lo cree necesario.
Si yo me pusiese en una buena cantidad de dinero, en lo inmediato, me compraría un vehículo y dada mi edad, hasta contrataría un conductor que me llevase donde quisiese y me sacase de este aislamiento o, mejor encerramiento, en el que vivo. Buscaría a mis amigos, ahora tan limpios, en el más amplio sentido de la palabra y les metería en mi coche para llevarlos a conversar donde fuese menester. Pues estamos muy dispersos y en igualdad de condiciones. Mis piernas ya no me dan para caminar muy lejos, mis reflejos no son de los mejores para conducir un coche y la tensión arterial me tiene azote. Y si eso hago, mis vecinos, de hace muchos años, siendo yo según la valoración de ellos, comunista, estaría en la lengua de todos como un ladrón. No les importa averiguar de dónde provino ese, mi repentino bienestar; la narrativa la tienen ya elaborada, sólo falta que las circunstancias, sus deseos, se hagan realidad.
Años atrás, alguien, queriendo congraciarse conmigo, me contó que había estado en una reunión entre amigos, vecinos de ella y míos, en la cual se comentó que mi casa me la había regalado Chávez. Pero ella, testigo presencial del proceso de construcción de mi casa, en los tiempos del gobierno de Luis Herrera, mediante un crédito del Ipas-Me, ahorros míos y de mi compañera, refutó a quien aquello había dicho.
Es decir, la gente, los vecinos, compañeros de trabajo, empezando por los jefes, amigos, ajenos a las prácticas del corrupto, detectan sus trascendentes cambios y empiezan a hacerse preguntas, preguntar y difundir narrativas. El jefe que no detenga de inmediato la corrupción en su entorno y de la magnitud de lo ahora acontecido, generalmente es cómplice y, por lo menos, mostrándose uno naturalmente bondadoso y comprensivo, es un incompetente e idiota y nunca debió llegar a donde ha estado.
No es extraño que el jefe no tenga que cuidarse porque la naturaleza de su cargo le permite muchos lujos. Pero por ejemplo, hay funcionarios que todos los días portan un traje distinto de alta confección y hasta van de vacaciones a sitios soñados con la familia y, aparte de los comentarios usuales, a veces tomados como chismes de baja estirpe, como lo de los zapatos de mil quinientos dólares, y a todo eso nadie les da el significado que tiene. ¿Cómo puede un ministro, por ejemplo darse lujos, de un tipo u otro, personal y que alcance a la familia, si eso no debe estar o no está en los llamados "gastos" propios del cargo?
Se olvida por ejemplo que, un profesor universitario de larga carrera y muchos títulos, no gana ni para cubrir sus más elementales gastos. Los mencionados en el texto anterior pasan desapercibidos, pese haya alguien quien de vez en cuando suelte algo, sólo que ese algo suele ser envuelto en forma y fondo como un simple y triste chisme. Y por esto, la gente "seria", no le presta atención a la "denuncia".
El corrupto lo es, no porque prevalezca en él la idea de asegurarse la vejez y el futuro lejano de la familia. Pudiera empezar pensando eso, pero la tentación al lujo, la vida ostentosa ahora mismo, es demasiado atrayente, pues como decimos los cumaneses, "lo sabroso le gusta a todo el mundo" y ellos no van a renunciar a sus gustos teniendo real encaletado. Y además, lo invade la lógica del capital, termina siendo tentado por usar aquellos recursos que, antes los avaros, corruptos, metían en cajas de madera y estas enterraban, para invertirlos y multiplicarlos en negocios que también suelen ser tan sucios e innobles, como los procederes que los originaron.
Aquello de muertos, saliendo de sus tumbas, en busca de a quién entregarle su entierro, es fantasía y de las viejas. Nada tiene que ver con el "realismo mágico" del capitalismo y el deseo de lujo.
Pero asombra como, dentro de un proceso que desde su inicio se definió como revolucionario y hasta tuvo su origen en el rechazo a las prácticas corruptas del pasado y dentro de un partido que se definió como marxista, al margen que uno cree, eso más parece una manifestación infantil, pues no hace falta, basta que su dirigencia lo sea y procure, de verdad-verdad, formar a los suyos dentro de esa concepción, para lo cual los periódicos gritos de ¡abajo el imperialismo! no hacen falta, también desde el principio, se desataron los corruptos y los deseosos de robar cuanto pudiesen.
Tengo un viejo recuerdo de un joven recién graduado de economista en la UCV que, en Caracas, habiéndonos conocido por la muerte de un familiar suyo, ligado a mi familia, al serme presentado se desató a darme una clase de economía marxista y las leyes de la dialéctica. Él había tenido noticias mías entre el grupo familiar; eran aún los tiempos del MVR. Quiso ponerme en mi sitio, por debajo del suyo, ellos eran unos revolucionarios impolutos, académicos, egresados de la UCV y sobre todo de la ULA, de alto calibre y por lo tanto con la bolita del mundo en la mano.
No mucho tiempo después, de cuando aquella fiebre de expropiaciones y estatizaciones de empresas, siguiendo el viejo manual e historieta que termina en un Estado propietario sin gerencia competente, responsable y sin dolientes en el puente de mando, le nombraron para administrar unos negocios fuera de Caracas. Al año, estaba envuelto en corruptelas, destituido y detenido. Nunca he vuelto a saber de él, pues me abstengo de preguntar. Tampoco sé qué hizo con sus "conocimientos" del marxismo; quizás los metió en una maleta y los enterró en el estiércol. El capital, no ese que se define en los textos de economía marxista, para que se aprenda a conocerle y saber su origen, sino el que tintinea en las monedas y pone los ojos puyúos ante su representación mediante de un billete verde de alta denominación, esa moneda "asquerosa" que, ciertos revolucionarios tanto "odian", como para gritar "¿abajo el imperialismo y su dólar criminal", a muchos tuerce el rabo, las piernas y la conciencia fácilmente. Porque lo del marxismo y revolucionario, en muchos, no es sino una pose juvenil y cuando se llega a cierta edad y las emociones se atemperan, se evade, escapa y "vamos a dejar de ser pendejos y románticos y agarramos, sin aquello de aunque sea fallo". Aunque esa enfermedad, también en estos tiempos, invade en buena medida a los jóvenes.
Unos años atrás, cuando podía hacerlo, militaba en el Psuv, entendiendo que militar es participar en las actividades y vida del partido, en momentos de una elección interna para escoger precandidatos a diputados, un jovencito, casi un muchacho, se me acerco estando yo cercano a la mesa de votación y me pidió su voto.
Le respondí, "cuando tenía tu edad, yo y mis compañeros, jóvenes como yo y ahora tú, hablábamos con un viejo como yo, para preguntarle qué libro leer o sus percepciones sobre la coyuntura". Si quieres té dé algo, será un consejo. Si te dedicas ahora a estudiar bastante, y formarte para ser un verdadero dirigente de este partido, como gustaría a Chávez, con ideas y ambiciones distintas a las que ahora ostentas, harías mucho mejor".
Ese joven, al poco tiempo, sabiendo que no ganaría, declinó su candidatura, optó por plegarse a la que apoyaba Aristóbulo Isturiz, "bello gesto", que le valió muy pronto el premio de ser nombrado viceministro de Comunas.