Como en Estados Unidos la moda es drogarse hasta llegar a ser zombis sus noticieros melancólicos dan por ciertas las conversaciones con el gobierno venezolano. Lo señalan como el resultado tras la liberación de algunos con doble nacionalidad, es decir, norteamericanos criollos quienes cometieron toda clase de delitos mientras estuvieron al frente de Citgo.
Tras aquellas conversaciones —los expertos— al menos intuyen como algo diplomático que hasta la Mesa de conversaciones en México a pesar de nunca haber existido esta vez al menos se tambaleó.
Por eso en Washington van dando como ciertos algunos acuerdos con Venezuela —los cuales acá no se sienten— señalados como logros de comisiones y de retribuciones que abren la esperanza de dar, pero sin recibir nada a cambio.
Mas, sin embargo, la fe que debe mover montañas denota que las conversaciones con los denominados altos funcionarios de ambos gobiernos al menos nos señalan una mediana expectativa, siendo lo mejor de todo que por ninguna parte se oye o escucha el nombre del autoproclamado.
Pero en medio de toda esta media confusión confieso el agrado tras oír las declaraciones de Nancy Pelosi, —la gritona— quien se sorprendió cuando le nombraron a Guaidó y con las mismas ganas que rompió los discursos de su enemigo Trump quien no pierde oportunidad de llamarla la loca, respondía sorprendida que ese nombre no le sonaba para nada. Sin duda una actuación magnífica. Pelosi de verdad me hizo feliz.
Pero son cosas que el muchacho de la Guaira se quedará sin entender, mientras Chevron sigue trabajando como responsable de buena parte en la extracción de nuestro petróleo, mientras, mucho se va hablando de la incorporación de otras empresas tanto de Estados Unidos como de Italia y España. Estos últimos no pelan un negocio acá.
Quieren abofetear a Moscú y colocar en riesgo a su importante socio; Venezuela, a la vez tener la tranquilidad de suplir el crudo que el Kremlin ha dejado de enviarles. Vamos a ver cómo salimos de tan ridícula y perfecta estrategia.
Pero esto no significa hoy ni en el futuro el ablandamiento o retiro de al menos una de las medidas tomadas desde Washington tras el malestar por quienes gobiernan en Caracas. Es solo destrancar una de tantas piezas y que la llave lanzada sirva al menos para tal fin.
Aun, cuando Estados Unidos ha cerrado la puerta —pero no las ventanas— ahora va y habla de hacer alianzas con ENI y REPSOL y por otra parte elabora la ley NO—OPEP. Esto es molestar al máximo el mercado energético mientras va contra quienes considera su nuevo enemigo: ARAMCO.
Algunos voceros del Departamento de Estado señalan como necesario el petróleo venezolano, y allá abajo como señalan los mexicanos a los gringos, dicen que de Venezuela nada es necesario ni la apertura de su embajada, entonces tampoco se descarta que exista al menos una verdadera inclinación por negociar con Miraflores.
Allá abajo se escuchan voces, muchas a la vez, todas con sentimientos distintos, esto de verdad es un carnaval en medio de Semana Santa con procesión y desfile en la misma calle, donde Biden, Blinken y la buena para nada de la Kamala Harris —la boca abierta— más las subsecretarías y las o los voceros del Departamento de Estado tocando la banda sin un director.
Todos van dando la sensación o atmósfera de algo que llega a su fin. ¿Será que todo esto está por caérseles a los Demócratas que usurpan la Oficina Oval? Puede ser, no hay optimistas, tranquilidad ni recato por quienes han pateado integralmente todas las relaciones internacionales y han destrozado la seguridad nacional de sus enemigos iniciando la marcha fúnebre hacia una tercera guerra mundial. Eso y más le debemos a los inútiles que ocupan la Casa Blanca.
Mientras tanto las autoridades venezolanas continúan con la petición de libertad para el diplomático Alex Saab y las estrechas relaciones diplomáticas avanzan más por interés del Norte que de nosotros.
Hasta más pronto…